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domingo, 2 de junio de 2013

LA DIOSA TANIT OTRO ASPECTO DE LA DIOSA MADRE CHAXIRAXI






Eduardo Pedro García Rodríguez

   Digamos que la energía femenina, vamos ahora a llamar así a la energía de La Diosa Chaxiraxi, es muy compleja y es difícil, por no decir imposible, de encasillar por la mente humana con un arquetipo único, por rico y amplio que éste sea. Pero para aproximarnos a su comprensión, digamos que la energía de la Divinidad tiene un carácter “multipolar”, que partiendo de un mismo núcleo común a todos estos arquetipos, la fuente creativa y generativa, se encarna y manifiesta en la creación terrestre/humana con múltiples caras y polos, con múltiples aspectos y facetas diferentes, con distintas variantes periféricas que han llevado a los seres humanos que la captan a sentirla y representarla mediante deidades arquetípicas que presentan bastantes diferencias externas, pero siempre partiendo de un mismo núcleo común Madre-Mujer receptivo, creativo, generativo.

   Según expone el Dr. En Biología en la Universidad Mayor de San Marcos en Lima, e investigador de las religiones antigua Guillermo Llerena Cano:
 “En el norte de África, al oeste del valle del Nilo desarrollaron un conjunto de etnias autóctonas del Magreb, los bereberes, amazig  o mazigios; que  fueron conocidos por los antiguos romanos como numidios y por los europeos medievales como moros. En las actuales Islas Canarias, se establecieron como la etnia Guanche, una civilización generada a lo largo de siglos por los primeros pobladores de estos territorios. El nombre guanche de la Diosa madre aborigen es Chaxiraxi, que significa según tergiversada traducción castellana ”Madre del Sol” o  ”La que carga al Rey del Mundo”. Es en realidad otra visión de Tanit, la Diosa madre del Magreb y del Mediterráneo; es una de las innumerables denominaciones dadas a la gran Diosa de la fertilidad. La fiesta del Beñesmer guanche (la cosecha) estaba consagrada a Chaxiraxi.” (Guillermo Llerena Cano, 2010).

   La Diosa en su aspecto como Tanit y su origen africano.-
   La primigenia religión del los pueblo  imazighen o amazighs (bereber) que en la lengua tamazigh quiere decir “los que son libres, o hombres libres”  es el conjunto de antiguas creencias y deidades del pueblo amazigh en sus territorios históricos en el norte de África y en el Archipiélago Canario. Muchas de las antiguas creencias amazigh tuvieron un alcance local, mientras que otras fueron importadas o producto de diversas influencias, debido al contacto que a lo largo del tiempo tuvieron estos pueblo con diversas religiones: africana, egipcia, fenicia, ibérica y griega (especialmente en la época helenística; también tienen en ella actualmente una fuerte presencia el judaísmo y del cristianismo.
   El influjo más reciente en el continente proviene del Islam y de la tradición, que data de época medieval. Muchas de las antiguas creencias mazighias aún perviven en la cultura popular y en la tradición imazighen.
   Antes de que naciera la civilización cartaginesa ya preexistía el culto a la Diosa Tanit en las tierras meridionales que bordean el Mediterráneo occidental.  Tanit ya era adorada en las tierras norteafricanas mucho antes de la llegada de los fenicios.
Cuando Cartago se fundó ésta ciudad adoptó el nombre de esta Diosa regional, pues encontraron en ella semejanzas con Astarté, la diosa fenicia a la que sus padres y antepasados previamente habían rendido culto en la tierra de Canaan (el Líbano).
   “Los fenicios levantaron nuevos templos a sus dioses orientales importados, como, Hammon,  Baal, Bes... pero Tanit... preexistía. Muchos santuarios de esta diosa eran anteriores a los cartagineses y estos únicamente continuaron y renovaron el culto, integrándolo en el panteón y ritos de sus divinidades traídas de Oriente Próximo, sustituyendo a Astarté y emparejando a esta occidental divinidad femenina que ahora asumían con su viejo dios guerrero Baal.
   La cultura púnica fue el resultado de la fusión de la colonia fenicia de Cartago en Túnez con la cultura mazigia del  norte de África durante el primer milenio antes de Cristo, y que les hizo cambiar a los fenicio-cartagineses tanto su alfabeto  original como la adoración de su ancestral  Diosa Astarté por otra similar denominada Tanit.” (Kababelan)
   Cartago empezó sus alianzas con las tribus imazighen tras la Batalla de Himera, en la cual los cartagineses fueron derrotados por los griegos. Además de los cambios políticos subsiguientes, los cartagineses importaron algunas deidades mazigias.
   La Diosa Astarté fue sustituida por una Diosa nativa, Tanit, que es de origen mazigio.
   Su mismo nombre, “Tanit”, tiene estructura lingüística  tamazight, pues los nombres femeninos comienzan y terminan con “T” en lengua tamazight. Algunos estudiosos piensan que la Diosa egipcia Neith está relacionada con la Diosa libia Tanit (Ta-neith).
La Diosa Tanit primero como queda dicho aparece asociada a Astarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.

   Pero a partir del siglo V a.e.a. se convierte en la diosa principal del panteón de Cartago, substituyendo a su predecesora. En la epigrafía a menudo aparece denominada Tnt pn B’l (Tanit faz de Baal). A partir del 400 a.e.a., su culto está documentado en muchos lugares mediterráneos: Sidón en el Líbano; Kition en Chipre; Thinissut, Hadrumentum y Constantina en el norte de África; Tharros, Sulcis y Nora en Cerdeña; y Lilibeo y Palermo en sicilia. Su grafía en púnico es Tnt, dado que las lenguas semitas se escriben sin vocales.
   Pero, a pesar de que su nombre aparece escrito como Tanit, por algunas inscripciones bilingües norteafricanas, sabemos que en griego se transcribe como, y que, en consecuencia, su pronunciación verdadera, al menos en época tardía, sería aproximadamente Tinnit.
   Tanit es una Divinidad de carácter astral, representada por el creciente lunar, por ello regía los ciclos de la naturaleza y, por tanto, la fertilidad de la tierra, pero también de los animales y de las personas. Tiene igualmente un carácter de Diosa ctónica, del subsuelo, y por tanto del infierno, la salud y la muerte, por lo que es protectora de los difuntos.
   Mientras que su asociación con el león, influencia de la diosa egipcia Sehmet le confería un carácter guerrero casi inédito en la época.
   Justamente, en algunas representaciones de terracota la Diosa aparece entronizada, como símbolo de su poder. Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta Diosa.
   La asociación en Cartago de Tanit con la divinidad de origen egipcio Sid, representada por el pilar djet y cuyo culto se celebraba también en una cueva, plantea la asociación de esta Diosa con el pilar como elemento de culto (Sd-Tnt = Tanit la del Pilar) y, por tanto que, dado que la tradición anicónica de los pueblos semitas, que su imagen de culto fuera un pilar, o un betillo. Justamente, los pequeños betillos y las diferentes terracotas encontradas en  Culleram (Ibiza) ilustrarían, al menos teóricamente, el paso de las representación anicónica (betilo, ídolo-botella) a la ictónica (figuras femeninas).
   Es Gran Madre, Diosa suprema: creadora, fertilizadora y regeneradora,  Diosa del amor y de la vida, de la cultura y la belleza, de la danza, de la alegría y también de la muerte.
   Hay constancia de que, en el continente, la Diosa Tanit se asimiló con la romana Juno, posiblemente después de la invasión de Cartago por los romanos.

   Tal como argumenta el Dr. Reyes García; “Un recurso frecuente en la implantación de las ideologías religiosas ha sido la absorción de cultos nativos. Los griegos, por ejemplo, dedicaron al dios Pan, protector de los rebaños y pastores, la antigua celebración del solsticio de invierno. Posteriormente, el cristianismo instaló la Navidad de su dios en el natalicio de esa divinidad helena. Como también domicilió la tumba del apóstol Santiago sobre el finis terrae clásico, impregnando de intereses evangélicos, mercantiles y políticos la inmemorial peregrinación hacia el límite occidental del mundo conocido, la última frontera que guardaba los arcanos del misterioso declive solar.” (Ignacio Reyes García, 2011)
   Como es sabido en todas las Islas el panteón local estaba presidido por la Diosa Madre bajo diversos aspectos, con sus correspondientes dioses paredros,  por ello al catolicismo no le fue difícil el imponer sus dogmas marianos sustituyendo los nombres de los aspectos locales de la  Diosa por otros de la madre de Jesús, pues si bien para el catolicismo María la Madre de Jesús podía tener la consideración de divinidad de segundo orden, no así para los catequizados que veían en ella  a la Diosa Madre bajo otros nombres y otros ropajes. Por otra parte, no deja de ser singular el hecho de que la presentación de estas imágenes sus vestimentas están colocadas de tal manera que representan un triangulo rematado por un círculo (la corona), además están adornadas con los atributos propios de la Diosa Madre, tales como estrellas de de ocho puntas, lunas crecientes etc.

   Puede decirse que los Insuluamazigh hemos mantenido nuestra especificidad cultural gracias a una capacidad de adaptación prácticamente camaleónica, que nos ha permitido, entre otras cosas, pasar por católicos cuando en sentido estricto dicha condición es cuestionable en base a manera especial en que la mayoría del pueblo canario practica el catolicismo.

   En Canarias, la Diosa Madre fue absorbida por el catolicismo y sus atributos aplicados a María madre de Jesús. Es un hecho  que el sentimiento religioso primitivo se reviste de formas nuevas, pero siempre subyace en la memoria colectiva.
 
   Cabe preguntarse porque una religión que trata de imponerse con toda la fuerza y el poder de que disponía en aquellos momentos, siendo predicadora de un dios único y masculino, decidió fomentar la veneración a  divinidades secundarias femeninas en lugar de su deidad central el Cristo.

  
La presencia de la Diosa Tinnit- Tanit en el Archipiélago Canario.-

   Los investigadores Alfredo Mederos y Gabriel Escribano nos documentan debidamente de la presencia de la Diosa Tanit en las islas mediante un interesante y exhaustivo trabajo publicado en el 2002 y del cual extraemos los párrafos siguientes:
 
“Las Islas de Tinnit, Juno Caelestis y Hera.
 
El texto de Plinio es fundamental, porque no sólo es la prueba más clara de las visitas de romanos y mauritanos a las Islas Canarias, sino que, simultáneamente, demuestra la precedente frecuentación y posible presencia de establecimientos púnico-gaditanos en las Islas Canarias, aún no documentados. [1]
 
Cuando la expedición de Juba II llega a las Islas Canarias emplea expresamente para dos islas la denominación de Junonia Mayor y Junonia Menor, en la primera de las cuales ya existía previamente una construcción, el “pequeño templo” dedicado a Juno.
 
Este dato ya ha permitido plantear que confirma una frecuentación cartaginesa con algún establecimiento pasajero (Berthelot, 1840-42/1978: 14), muestra la intensidad de las relaciones con las colonias cartaginesas en el litoral atlántico norteafricano (Gaudio, 1958: 156 y 1995: 27) o una presencia de bereberes latinizados (López Pardo, 2000: 90). En todo caso, la denominación derivaría de un nombre previo dedicado a Tinnit (Vycichl, 1952: 170 y 1953: 28-29; Picard y Picard, 1958: 247; Gaudio, 1958: 156 y 1995: 27; Marcy, 1962: 253-254; López Pardo, 2000: 70). (A. Mederos et al. 2002: 315-358)
 
Más adelante continúan los autores:
 
“De la segunda isla, Junonia, sabemos que tenía un “pequeño templo construido tan sólo de una única roca” (Díaz Tejera, 1988: 14), un “templecillo construido únicamente con una sola piedra” (Bejarano en Plinio, 1987: 136), “pequeño templo [aediculam] erigido en piedra” (Álvarez Delgado, 1945: 31-32), “templo pequeño construido en piedra” (García y Bellido, 1967: 25), o un “templete construido con piedra” (Arribas en Plinio, 1998). Solino (56, 16-17) dice que se trataba de “un templo [aedes] pequeño que remata torpemente en punta” (Díaz Tejera, 1988: 22), lo que sirvió a Müller (1883: 754) para proponer la lectura de “un templo construido groseramente en lo alto”. Estas traducciones recuerdan a los templos abiertos fenicio-púnicos donde figurarían un ara y uno o varios betilos de piedra.

  Se ha planteado que podría tratarse de “cualquier vestigio de construcción existente o incluso algún elemento natural de características singulares, como un[a] montaña” (Delgado Delgado, 2001: 32). Sin embargo, como señala Díaz Tejera (1988: 22, n. 73), se trataba de una construcción de culto y no de una simple casa por el empleo de la palabra aedicula. Este pequeño templo no era un simple altar visitado irregularmente, sino probablemente debería tener un culto estable (López Pardo, 2000: 90), lo que explicaría el uso del término de pequeño edificio cultual o templo, aedicula, diminutivo de un templo o santuario, aedes, no empleando tampoco el de simple altar que habría sido denominado ara (Ginouvès  et alii, 1998: 8, 37-38, 48).” (A. Mederos et al. 2002: 315-358).

   De este tipo de templo dedicado a la Diosa Tanit tal como lo describen los citados autores solamente conocemos dos, y están localizados en la Isla Chinech (Tenerife), los que nos induce a pensar que posiblemente existe un error al ubicarlos en otras Islas.

   El primero de ellos, localizado en el Menceyato de Anaga y es el conocido como “Piedra de Taganana”, un bloque monolítico rectangular de toba roja de grandes dimensiones, está situado al aire libre en un lugar desde el cual se divisa un amplio sector de la costa  y es visible desde la mar. Este Santuario de Taganana tiene esculpido en sus caras toda la simbología de la Diosa Tanit.
 
   Destaca del conjunto un grabada representando a la Diosa Tanit con forma de “botella” ( 30 cm de largo x 28 de ancho en su base), acompañada de otros motivos cruciformes que flanquean a cuatro escaleras con escalones construidos mediante rebaje de la piedra y que dan acceso a la plataforma superior donde se encuentran unos canalillos con cazoletas y donde destaca la presencia de una cruz con peana triangular (7 ,5 cm de altura y 4 de base), dentro de un rectángulo con uno de sus lados a doble agua (13 cm de altura por 9,5 cm de base), cuyo esquema general recuerda a la forma de las estelas.
 
   El segundo excavado en un pitón de toba roja y también situado al aire libre en una pequeña planicie en un lagar despejado de la montaña y rodeado de pinos.

   Este santuario dedicado a la Divinidad corresponde al Menceyato de Taoro, obsérvese el destacado triangulo a la derecha del monumento.
 
   Estaciones de grabados rupestres en Chinech que contienen símbolos de la Diosa Tanit, en sus representaciones como: peces, triángulos, rombos, escaleras, manos, palmera, “botella” y cruz con peana, antropomorfos, y circuliforme radiados.-
 
   Los Baldíos (El Rosario)
   Numerosos grabados con técnica incisa aparecen en piedras que forman parte de paredes que delimitan zonas de cultivo. Los motivos que predominan son las cruciformes, combinaciones de trián­gulos y, en menor número, los figurativos soliformes y antropomorfos. Estos grabados probablemente fueron extraídos de su posición originaria al despedregar y roturar el terreno.[1][2] En el Barranco de La Monja en una cueva horadada existe un grabado antropomorfo representativo de la Diosa Tanit, en otro lugar del mismo barranco y esculpido en una roca  hay otro grabado similar.
   Masca (Buenavista del norte)
   Realizado sobre la roca y en posición horizontal, representa un motivo circular con radios, técnica de picado y surco en “U”. En un panel vertical un pez en relieve curiosamente asociado a cazoletas y canales, al pie de los mismos está una poceta escavada que recoge agua de lluvias.
 
“Niemeyer (1995) señala como fruto de sus excavaciones en Cartago un templo dedicado a Tanit. Erigido sobre un piso de tierra roja, se reparte en dos niveles, en el superior un canalillo que después de discurrir por el piso desciende por la pared hasta el nivel más bajo de la estancia para concluir en una gran poceta circular de fondo semiesférico. En este nivel, se sitúan, además, dos representaciones en mosaico de Tanit o Astarté, en su modalidad de triángulo y por una “roseta”.” (M. del Arco Aguilar)
   Matoso (Buenavista)
   Inscripción esquemática  figurativa de la Diosa Tanit asociado a un grabado cruciforme
   El Fustín (Guía de Isora)
   Grabados esquemáticos geométricos, radiales y cruciformes triangulares y antropomorfos.
   Roque de Jama (Arona)
   Grabados esquemáticos geométricos constituidos por figuras cuadrangulares con aspas (cuatro triángulos).
   Punta del Hidalgo (La Laguna)
   Yacimiento de Dos Hermanos, conjunto de inscripciones rupestres labrados en la toba roja, son símbolos representativos de Tanit, Cruz con Peana y “Botella”.
 
   La pequeña estación de grabados de la Verdellada (La Laguna) ofrece un motivo de cruces con peana triangular engarzadas a modo de árbol genealógico que está acompañado de signos alfabéticos líbico-bereberes y que recuerda en cierta manera a las denominadas de forma cerebroespinal por Dubal y Larrrey (1995.
   Los Baldíos  (La Laguna)
   Proliferan los grabados antropomorfos, cruciformes, de “botella” y triangulares, todos ellos representativos de la Diosa Tanit.
   Ifara (Granadilla)
   Representaciones de palmas, mano abierta y rombos.-
   San Miguel
   En una amplia zona que abarca La Centinela, El Cabuquero, Cambados y El Roque de La Aldea, encontramos  un excelente grabado de “Cruz con Peana” asociado a rombos y dameros.
   Cruciformes son abundantes en: Morro Grueso, Roque Bisechi y Aripe.
   En Igueste de Candelaria en el Barranco de Chacorche existe una estacion de grabados rupestres en la que destaca la figura de un pez de 180 por 45 cm. Asociado a cruciformes pocetas y canalillos.
   Como hemos visto, son patentes e irrefutables los vestigios arqueológicos y epigraficos que atestiguan la presencia de la Diosa Madre en su aspecto como Tanit en todo el archipiélago.
El Triangulo símbolo por excelencia de La Diosa Tanit.-
El Símbolo.-
Muchas veces nos encontramos frente a símbolos que nos llaman la atención y que portamos, incluso, los llevamos a casa porque nos gustan, nos sentimos atraídos o simplemente porque “están de moda”. ¿De qué símbolos hablamos? ¿Cuál es la importancia de conocerlos? Los símbolos son formas de comunicación que va más allá del idioma, se trata lenguaje subliminal que va directamente al inconsciente personal y al inconsciente colectivo.
Estos símbolos han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, algunos de forma solapada y otros de forma tan abiertamente y pública que pasaron y continúan pasando desapercibidos.
Es cuando menos curioso la cantidad de símbolos pertenecientes a la ancestral cultura canaria que actualmente  están de moda, siendo usados por artesanos, escultores y arquitectos en sus obras, e incluso asumidos por organismos oficiales u oficialistas y usados como signos distintivos. También son usados en algunos casos  como adornos personales, pero con un total desconocimiento de su significado religioso, en la mayoría de los casos. (Guayre Adarguma, 2008)
   El símbolo nombra a las cosas y es uno con ellas, no las interpreta ni las define.
En verdad, la definición es un elemento occidental y moderno, aunque ya procedente de la Grecia clásica. Aun cuando no se lo considere solamente un elemento visual —ya que puede ser plástico o auditivo— hoy en día suele asociársele a ese concepto, porque la vista fija y cristaliza imágenes en relación con momentos históricos relacionados en mayor medida con lo espacial más que con lo temporal. En otras palabras, cada cosa debe verse como una metáfora en la que este lenguaje codificado sólo es accesible para quienes se adentran en algún camino iniciático.
   Tradicionalmente, el símbolo ha sido un intermediario entre dos realidades: una perceptible, conocida; y otra desconocida, menos perceptible que la primera, por lo cual esa relación se transforma en el vehículo que posibilita la búsqueda de la esencia, por medio del conocimiento; esencia que será de variada naturaleza: espiritual, cognitiva o de algún otro tipo. (Andrew Prescott).
  Al respecto dice Vâlsan (1969:25) que:
   el símbolo no expresa ni explica, solo sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades metafísicas. Su ambigüedad vela y revela la realidad y su carácter polisémico posibilita su interpretación en diversos órdenes o planos de la realidad. Por eso, cada ser humano penetra según sus aptitudes (calificación intelectual) en la intimidad del símbolo. La polisemia es el reflejo sensible universal de la unidad esencial del símbolo.”
   La pluralidad de sentidos incluida en cada símbolo se basa en la ley de correspondencia (analogía): una imagen sirve para representar realidades de diversos órdenes o niveles, desde las verdades metafísicas hasta las que son como “causas segundas” con respecto a aquéllas. Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la síntesis total.
   Podemos, entonces, suponer que nuestra capacidad de comprensión de un símbolo aumentará en la medida en que nuestro "conocimiento previo" posea mayor cantidad de definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión, a la internalización de dicho símbolo. Este conocimiento previo que los individuos traen a una situación de aprendizaje, influye sobre cómo y cuánto se comprende, se aprende y se retiene. El activar este tipo de conocimiento permite ofrecer un marco semántico para interpretar y asimilar la información nueva.
   La generación de esquemas de interpretación incrementa las probabilidades de que el contenido de los materiales sea codificado con éxito.
   Dicha realidad metafísica se manifiesta, justamente, en el mundo sensible a través del símbolo. Gracias a esta intermediación se hace posible para el ser humano adquirir
   En algunas representaciones La Diosa se simboliza como un triángulo con un ojo dentro -el ojo que todo lo ve-, significando así esa síntesis trina que supone la unión de lo material con lo espiritual, arrojando un tercer aspecto que nace de la unión de los dos anteriores, y que le da el Poder. Ello le hace capaz de expresarse como ser espiritual dentro de un marco material.
   Con la punta hacia arriba es un símbolo solar y representa la vida, y el sexo masculino, la potencia genésica, el “lingam” del Hinduismo. El triángulo con la punta hacia abajo es lunar y simboliza el principio femenino, la matriz, la Diosa, la Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico del agua y del sexo femenino, el “yoni” (significa matriz) del Hinduismo. (Diana et al).



EL TRIANGULO: SIMBOLO SAGRADO Y REPRESENTATIVO DE LA DIOSA TANIT

   Para Plutarco: “el triangulo inscrito en un circulo simboliza los arquetipos o modelos de las formas que han sido, que son y que serán. La eternidad reside alrededor de ellas, y desde ellas, el tiempo fluye como un arroyo, inundando los mundos”.
   La representación de las denominadas Venus o Diosas–Madres y de otras Diosas derivadas de ellas ha sido generalmente un triángulo o trapecio, colocando en el vértice superior una barra horizontal a modo de brazos y cuyos miembros aparecen, en algunas representaciones, algo elevados, y un círculo encima de este, el disco solar. Este es el signo con el que se representa a la Diosa Tanit, que se repite en Cartago, en el Mediterráneo, en la costa occidental africana y en las islas Canarias. (José Ferrer, 2007).
   La religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa Tanit.
   La Diosa  Tanit fue imitada por posteriores Diosas griegas y romanas, que debido al colapso de la civilización cartaginesa-púnica, la suplantaron en todos sus templos y ciudades. Sólo gentes sencillas del campo persistieron en su recuerdo y veneración. Su culto perduró a partir de entonces tan sólo en secretas oquedades y cavernas. Y en los lejanos siglos posteriores se la conoció como la Diosa de las Cuevas. (Guillermo Llerena Cano, 2010).


Atributos de la Diosa Tanit.-
   La Diosa Tanit es Señora del Cielo y el Infierno, Diosa del Amor, de la Fortuna, de la Felicidad, de la Fecundidad y hasta de la guerra y de la muerte, del Luna, y de la fertilidad. Es adorada como Diosa astral que unía el cielo con la tierra.
   También fue conocida como Diosa de la lluvia y para obtener sus favores sacrificaban ovejas y palomas. Su antecesora era Astarté, la diosa del amor, cuyos orígenes se remontan a Ishtar en los tiempos de Babilonia. Más tarde y bajo la influencia romana, como queda dicho Tanit se convertiría en la diosa Juno.
   También muchos eruditos equiparan a Tanit con la Diosa griega Demeter o con Hera. Tanit entroniza rodeada por Leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Lejana, turbadora. y Cálida.
   Tanit, en sus representaciones como Istar, Ishtar, Astoret, Astarté, Tara,  Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona, Diosa de Tajao, Abora, Chaxiraxi, que como hemos dicho son diferentes nombres para la única Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco Solar, el octágono y una estrella de ocho puntas que la simboliza universalmente también es representada por Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba, estrella Canopo, Venus etc. En su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna   y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal judeo-cristiana era llamada por los profetas judíos como hemos dicho “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del Universo, la Diosa naturaleza. Así pues, de lo  que no queda ninguna duda es  que Tanit, Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté  crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos, anteriores a las modernas religiones monoteístas, y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún). (Eduardo P. García; 2002).
   A lo largo de la historia de la civilización, La Diosa Tanit y sus paredros o aspectos han tenido un protagonismo vital, hasta que lentamente les fue usurpada su adoración por la idea de un único dios masculino y guerrero vengativo, inmirisicordioso.
De todas formas, sincretismo mediante, en historia de la cristiandad se ha visto como muchas Diosas fueron asimiladas al panteón oficial del catolicismo convertidas en santas. Incluso, la virgen María, madre de Jesús de Nazaret, aún sin tener estatus de divinidad en el dogma oficial, recibe un culto tan relevante en determinados sectores del catolicismo que sin duda la convierte en una deidad central.
   En el 432 e.d.a.., en el concilio de Éfeso (causalmente ciudad famosa por su devoción a Artemisa o Diana como la llamaban los romanos), se proclamó a María “Madre de Dios”. En 1854 el Papa Pío IX definió el dogma que sostiene que la “Santísima virgen María” fue protegida de toda mácula de pecado original al primer instante que fue concebida.  

   La Diosa Tanit en nuestro continente África.-

   La Diosa se cubría con una esclavina de alas de buitre (sarcófago de Cartago)
   Estaba asociada al León como Diosa de la Guerra. Es la gran donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos perduraron su culto junto a Baal con la Diosa Caela Caelesti y los cristianos con San Agustín de Hipona quien introdujo el culto a la Diosa en el cristianismo mediante las vírgenes negras. También se cree que son representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su belleza hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de Tanit que  se repite en Cartago como en  las Islas Canarias es un triángulo o trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas extremidades a veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste (La Sol). Es el símbolo más antiguo de la Diosa y que se usa como protector contra las malas influencias, para proteger las aguas y las cosechas. Tanit entroniza rodeada por leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana, turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo.


    Según parece, la vasta región que se extiende de oeste a este entre el cabo Espartel y el cabo Bon, con una extensión de unos 1.550 kilómetros , que se presenta fraccionada en diversos macizos de difícil acceso, se hallaría a la sazón habitada por tres elementos étnicos: proto-mazigios (protoberéberes) de elevada estatura, también denominados íbero-mauritanos, que a mediados del I milenio, tras asentarse en algunas sierras, pudieron llegar voluntariamente o ser forzados -en lo que se refiere a alguna fracción- a su asentamiento en el Archipiélago Canario, ante la presión de otras gentes llegadas desde el ámbito tripolitano y que vienen siendo conocidas, ya como capsienses, ya como libios. (África del Norte en la Antigüedad, Arte Historia). La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África, está contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas rupestres referentes a la Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, fue el lugar donde se inició el culto a la divinidad. Como hemos dicho hasta hace unos 8000 años una extensa sabána ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida. (Arnay et al. 2002)
   Así pues, todo parece indicar que el norte de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se ha denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de "Protobereber" (J. Desanges, 1982).
Tras éste concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí, etc. (Camps, 1980) (Guillermo Alonso Meneses, 2007).
   Como hemos visto anteriormente la iconografía egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los “Temehu” o “Tehennu”, que se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en dos grupos básicos: los “Libu” (que portan taparrabo) y los “Meswes” (que portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o “protobereber”). 
Por otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar. Las primeras fuentes históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos: Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii (guanches), Libyophenices, etc. (Muñoz, 1994). (Guillermo Alonso Meneses, 2007)
   Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta Diosa.
   Como queda dicho la Diosa TNT es de origen oriental. Primero aparece asociada a Astarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.
   […] En todo el Mediterráneo fenicio, desde Tiro hasta Gadir, encontramos el culto  ya en cumbres o  en “lugares altos”, así como a o en elementos naturales como piedras, manantiales, estanques, árboles o cuevas. Entre los ritos desarrollados en estos lugares tenemos, a su vez, la realización de libaciones de agua, leche, vino, aceite o manteca, tradi­cionales símbolos bíblicos de la prosperidad y la riqueza. Además, el rezo y la plegaria se realizaban elevando las manos al cielo. También puede observarse entre estos grupos semitas el uso de representaciones zoomorfas como expresión de prosperidad y fertilidad, tal es el caso del pez o el toro. En cuanto a las prácticas funerarias, ya hemos citado los enterramientos en decúbito supino sobre armazón de madera, o sarcófago, en fosas individuales o colectivas, cistas o hipogeos a los que se accede mediante pozo o plano inclinado -con o sin gradas-; a ello habría que unir la costumbre (no generalizada en todas las capas sociales ni en todas las regiones afectadas por el influjo próximo-oriental, pero sí presente entre los fenicios por contacto con sus vecinos egipcios) de tratar los cadáveres con productos aromáticos y conservantes, así como su posterior cubrición con bandas de diversos tejidos fuertemente apretados (Ribichini, S. eíxella P., 1994: 36).
   Independientemente de su cosmopolitismo, la milenaria civilización egipcia presenta rasgos que ponen de manifiesto sus raíces africanas y que se entrevén -pese a la actual investigación aún hoy ardua e incompleta- en ciertas relaciones. Así, es sabido que numerosos soberanos africanos, siguiendo las pautas impuestas por la institución faraónica, habrán de ser considerados por sus vasallos como portadores o vicarios de Lo Sagrado, lo que les hace poseedores de un poder en cierto modo omnipotente que se suponía extensivo al clima, ritmo estacional y diversos meteoros, hasta el punto de lograr la lluvia a su antojo.
   La africanidad del Egipto faraónico se pone asimismo en evidencia en el terreno religioso, donde indudablemente se aprecia un origen autóctono de cultos, mitos y ritos. Ahí están los nombres dados al Dios-Carnero y su culto como Amon, cuyo origen libio parece hoy incontrovertible.
  En el terreno ergológico podrían asimismo aducirse diversos ejemplos no sólo de la vida cotidiana, sino también de la vida colectiva y del ceremonial. El empleo de concretos productos vegetales aromáticos, que se queman en rituales particulares. Es notable también que el soberano egipcio asuma concretos tocados que pudieron ser imitados por otros pueblos africanos; el uso de cetros y fustas por ciertas jerarquías; la difusión alcanzada por algunas armas arrojadizas (desde proyectiles lanzados por propulsor, a multipuntas y el mismo boomerang y armas asimiladas, de estos boomerang o bastones de caza fueron encontrados dos en la Isla Benahuare (La Palma).


  
Es más que probable el que algunas de las expediciones marítimas organizadas por los faraones egipcios para circunvalar el continente africano y dirigidas por pilotos fenicios, recalaran en su periplo en algunas de las Islas Canarias especialmente en las de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, éstas estancias no debieron ser lo suficientemente dilatadas en el tiempo como para dejar una gran impronta cultural, pero sí dejaron huellas de su paso y estas han perdurado durante un largo periodo de tiempo. Por ello, creemos que, los vestigios existentes en las islas y que son de indudable adcrisción egipcia, pudieron ser aportados por las poblaciones líbico-beréberes, las que en adelante denominaremos más acertadamente como líbico-mazigias, o por propios contingentes egipcios establecidos durante el periplo de Nekao, tal como hemos apuntado. Estas poblaciones líbico-mazigias, mantuvieron durante largos periodos de tiempo profundos contactos con los egipcios y consiguientemente asumieron parte de su cultura, (época en que los awaritas (Palmeros) estuvieron instalados en Hawara, como he expuesto en mi trabajo La Diosa Madre en Canarias). Los Libios gobernaron el país de los faraones en el transcurso del llamado tercer periodo intermedio, conformando la XXII Dinastía (950-730 a.d.n.e.) conocida como Dinastía Libia, la cual tuvo como capitales a Bubastis y Tanis, nombre éste último que es una trascripción griega de Yani (para la Biblia es la ciudad de Soan) bajo Egipto, fundada en 1730 a.e.a., en la XII Dinastía, y alcanzó su máximo apogeo bajo la dirección de los reyes pastores, posiblemente esta ciudad dio el nombre de Tinnit aplicado por los imazighen a la Diosa-Madre, práctica habitual en la época en que las deidades daban nombre a las ciudades donde era veneradas y viceversa.

La Diosa Tanit en Canarias.-

      Tanit, en sus atributos como Istar, Ishtar, Astoret, Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa Abona, Diosa de Tajao o de La Luz, Abora, Moneiba, que como hemos dicho son diferentes nombres para una misma Diosa, entre cuyos símbolos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco solar, el triangulo, el  octogono y una estrella de ocho puntas que además de ser el símbolo universal de la Diosa-Madre, simboliza también a Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba.
   Como hemos indicado Tanit en su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal era llamada por los profetas judíos como “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa naturaleza. Así pues, de lo  que no queda ninguna duda es de que Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté  crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos, anteriores a las grandes religiones monoteístas patriarcales, y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún) (Gitanita. 2001).
    Es probable que la casta sacerdotal de la isla de Chinech (Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que siempre estuvieron rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto de la Diosa y al estudio e interpretación de los astros, así como la medicina.
   Así pues, la Diosa-Madre llegó a las Islas Canarias con las primeras arribadas exploradoras egipcios-púnicos, y posteriormente con los mazigios. Estos últimos abordaron las islas directamente desde el continente en una primera etapa y, como pueblos transportados posteriormente por gaditanos y cartagineses, en todo caso, ambos contingentes poblacionales eran portadores de un amplio substrato cultural de origen egipcio del cual quedaron en las islas huellas fehacientes como hemos visto. En las Islas, la Diosa tomó varios nombres como hemos visto, incluso los romanos de Here o Hera, o Juno, aplicado por éstos a Tanit después de que destruyeron  Cartago y asumieron su imperio como resultado de la tercera guerra púnica.
   Ahora bien, la pregunta que durante centurias se ha venido planteando por los historiadores e investigadores sobre nuestros ancestros ha sido: ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las islas? Como hemos anotado, durante las últimas décadas uno reducidos grupos  de intelectuales de mentes abiertas y con verdaderos deseos de investigar objetiva y honestamente, han venido formulando hipótesis cada vez más acertadas a la luz de los últimos descubrimientos arqueológicos y mediante un estudio en profundidad de las antiguas fuentes bibliográficas. Uno de estos documentadísimos trabajos es un extenso artículo desarrollado por D. José A. Delgado Delgado, de la Universidad de La Laguna, al cual vamos a seguir en las páginas siguientes, en las que trataremos de aproximarnos a la ruta marítima seguida por la Diosa-Madre hasta su arribo a las islas en tiempos arcaicos.
   Uno de los vestigios arqueológicos mediante los cuales se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las costas y puertos son aparte de los pecios, las ánforas que durante las operaciones de carga y descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las que como es lógico suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De estas vasijas anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos abundan en las islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde se localizan una buena muestra de ellas  así como en Tenerife.
   Una porción de estas ánforas de Tenerife de clara adscripción púnica son los cuatros ejemplares encontrados en el yacimiento de Montaña Reventada por la Dra. Arnay, así como otras dos localizadas por la misma doctora. Se trata de una cerámica nunca valorada ni ambientada de modo adecuado hasta el momento. Michel Ponsich (1970) nos proporciona una serie de noticias de vasos provistos de cuello y sin apéndices, encontrados en sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura bereber hechos a mano, y de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha relación con nuestros vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro lugar de este trabajo abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado Delgado).
   En la isla de Tenerife, y según comunicado personal de un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de posible adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño; Icod, proximidades del puerto de la Cruz, Punta de Guadamojete, costas de Arico y costas de Arona (Los Cristianos y Playa de Las Américas). (Rafael Molina Tejera, 2001).
 “Desde el hallazgo, excavación y publicación de la piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de la colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la prospección de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de documentar y ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado el sitio de la Cañada de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela, en Diciembre de 1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995:16).
   Este yacimiento, está compuesto de un conjunto de grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de Tomás Seche, lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante extracción de pez  debido a la abundancia de pinos canariensis muchos de ellos centenarios que cubren no sólo la montaña, sino todo el entorno, muchos de los cuales aún conservan huellas de las incisiones que se les hacían para extraerles la savia con la que se elaboraba la pez producto profusamente empleado entre otras aplicaciones, para calafatear barcos.
 “...Tenemos un último monumento muy llamativo, que son los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de Gran Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico, sino parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario. 1984.) Su expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su excavador publique al fin la memoria de estas excavaciones que nos pone de nuevo en relación con el mundo de las ideas feno-púnicas y de los Tophes característicos de esta cultura. En una zona de ladera se localizaron tres inhumaciones de neonatos contenidas en recipientes cerámicos y otras trece mezcladas en el sedimento con diversidad de detritus cerámicos, fauna terrestre y marina, considerándose por sus excavadores como resultado del vaciamiento de cuevas de habitación.” (Rodrigo de Balbin Berhmann et al, 1995: 18).
   El hallazgo de ánforas o vasijas con esqueletos de niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el Doctor Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico, dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una. (Juan Bethencourt Alfonso, 1991:T.: 239).
   El punto de partida y núcleo del estudio que se desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno de esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la Cádiz de la época arcaica y sus empresas marítimas en el Atlántico africano.
    Entre las noticias geográficas que Plinio el Viejo ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se encuentra referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba. Según el texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se encontraban Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis y Planasia (nat. VI, 202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo el relato pliniano, incluía entre las Fortunatae las siguientes islas (las cito en el orden en el que se enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor), Capraria, Ninguaria y Canaria (nat. VI, 203-205).
    ...La notable excepción la constituyen “Islas de Juno”, es decir, las islas que en el pasaje de Plinio reciben el nombre de Iunonia. Su excepcionalidad proviene del hecho de que se trata de un topónimo teóforo. Los topónimos de esta índole no son demasiado frecuentes en la geografía antigua, aunque hay un ámbito en el que aparecen especialmente documentados: en puntos concretos de las costas e islas. Muchos de estos topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos, promontorios, montes y otros accidentes geográficos que jalonaban las costas y las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a aras, altares, templetes o templos.
   Las características y funciones de los promontorios vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch. Semple hace ya más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no exhaustivo)  y que todavía hoy es el único que ha tratado monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para entender la naturaleza de las “islas de Juno”.
   Semple constató la existencia de 175 de estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo, desde la  Península del Sinaí en oriente hasta la Península Ibérica en occidente. Descubría esta autora dos principios básicos que recogían su distribución: a) jalonan las principales rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos) en las proximidades de puertos. El primer principio se explica por la importancia de estos promontorios como puntos de referencia para los navegantes, y el segundo por su función de señalizadores de los puntos de partida y llegada de los viajes por mar, indicando a los marineros que ya se encontraban en aguas familiares. (...) Explicaba también que las divinidades que presidían estos lugares fueron muy diversas, aunque de una forma u otra se vinculaban al mar y a las empresas marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o Juno), Posidón o  dioses de origen semita como Baal, Melkart o Astarté. Apreciaba también una sucesión o superposición de diferentes dioses en ciertos promontorios, consecuencia de prácticas coloniales, empresas militares u otras de control de territorio.
...Queda ahora por determinar la adscripción de las “Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta. Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anteriores a Juba, como se verá más adelante) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por la que el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya dicha suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de Plinio, que escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el nombre de “islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica está perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde la presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.
    ...En cualquier caso, el abandono de Mogador en la segunda mitad del siglo VI a.e.a., que coincide con el fin de un determinado modelo económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el fin de toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en dichas latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los grecos latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de ellas quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás también en Lixus y despues en la Cartago púnica) y tal vez también a algunas vagas referencias en las tradiciones orales que pudieron circular en el entorno marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001: 1 y ss).
   Es evidente que los contactos de pueblos libio-púnicos con las islas contribuyeron a la expansión del culto a la Diosa Tanit, pero es más que probable que este culto ya se practicara en las islas en épocas anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda refrendado por el hecho de que la simbología representativa de la Diosa difundida en las islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la época en que ésta promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones libica-mazigias. Ello nos autoriza a creer que la población que habitaba el territorio antes de la llegada de estas nuevas expediciones, no sólo tenía un origen claramente norteafricano, sino que eran portadores de una cultura religiosa feno-púnica anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más arriba, con un gran substrato cultural de origen egipcio.
   En este contexto es en el que hay que insertar la noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro Sículo (5.19-20) del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por “naves fenicias” (gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos que se debe identificar con el Archipiélago Canario, muy posiblemente con Gran Canaria, donde se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento dio lugar a un asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a ser conocido y codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por temor a que se estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que los textos se escriben en   torno al 300 a.d.n.e., los hechos que se cuentan se remontan a la época de la expansión etrusca, anterior al último tercio del siglo VI o comienzos del V a.C., entre la batalla de Alalia (540 a.d.n.e.) y las Cumas (474 ad.n.e.) en las que los etruscos ganan y pierden, respectivamente, su poder marítimo. El relato refleja, pues, el enfrentamiento entre Gadir y Cartago, el intento del cierre del Estrecho a las navegaciones no cartaginesas y muestra el cambio de orientación de las bases económicas de Gadir originado por la crisis del comercio de metales hacía la explotación de los recursos piscícolas, para cuyo propósito crea una amplia red de factorías de pescado en cuyo contexto, según demuestra R. González Antón et al. (1995), debe comenzar a insertarse la protohistoria de Canarias. Esto es lo que decididamente indican con claridad, además de lo mencionado para Gran Canaria, los datos: “piedra Zanata” (González Antón R., 1995) y anforoides en Tenerife; hipogeos en Gran Canaria (Balbín Behrman, R. et al., 1999): González Antón, R. et al. 19995); Representaciones de Tueris y Tanit (Atoche Peña, P. 1997); pozo de cámara púnico con representación de Tanit (Atoche Peña, P. et al. 1999) y escarabeos (Atoche Peña, P. Et al.1999) en Lanzarote; presencia de palmeras datileras (Santana Santana, A. y Rodríguez Toledo, J.M., 1997) en varias islas, y un largo etcétera que es difícil resumir aquí.” (Enrique Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48) Son varios los lugares en nuestras islas que desde nuestro punto de vista tienen connotaciones feno-púnicas y que veremos en su lugar, y que están íntimamente ligados a la Diosa Tanit, Tara o Chaxiraxi.
   Es probable que la religión  de la Diosa-Madre, tal cual la practicaban los feno-púnicos se  sobrepusiera a otras formas de adoración practicada por los primitivos moradores de las islas antes de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin grandes traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de iguales o similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente formales de las prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas religiosas al ser parte esencial de la comunidad, van evolucionando externamente es decir en sus ritos, conforme lo hace la sociedad que los practica.

   En Cartago, la epigrafía y los templos primitivos documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios  Baal Shamem, pero es posible que, a comienzos del siglo V a.e.a., se produjera allí una cierta reforma religiosa, en la que obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón. Ellos son objeto de la mayoría de las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago como en su área de influencia en el Mediterráneo central. Tanit, identificada a veces con Astarté, es el nombre de una Diosa fenicia de escaso relieve en su país de origen, al igual que Baal Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro, quizás como el Baal de una pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor del altar de los perfumes,  que sería el significado del vocablo Hmn. Ambos adquieren una gran importancia como objeto de las más famosas actividades del culto cartaginés: los sacrificios infantiles, uno de los temas más controvertidos hoy por los investigadores (para Tenerife hay una cita como veremos más adelante), pero desde luego el acto ceremonial más destacado de la religión y la vida pública en Cartago.
   En Cádiz, junto al famoso y citado santuario de Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus Marina, que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable antecedente del templo de Cronos citado por Estrabón.
    Panteones similares, y más o menos completos los había en las restantes colonias occidentales, siendo factible determinar por ellos la importancia de la presencia cartaginesa y el origen de sus primeros fundadores. (Ramón Corzo, 1994: 54)
   Otro de los aspectos culturales guanches capaces de acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamiento de las islas, lo son  sin duda los petroglifos, este arte  ampliamente difundido en todo el orbe desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso nos puede servir de guía para ubicarnos en el tiempo. Estos petroglifos, (grabados que son realizados en la piedra)  una práctica artística realizada por todas las culturas, posiblemente desde épocas anteriores al neolítico, en el Archipiélago Canario los encontramos en todas las islas, su temática es múltiple y compleja expresando los artistas mediante ellos, diversos aspectos de la religión, mitos, mensajes sobre conocimientos de los astros o señalan lugares sacros. Generalmente, en Canarias los yacimientos de grabados rupestres suelen estar asociados a abundantes restos de cerámica. Es de notar que la mayoría de estos grabados rupestres suelen estar orientados Este a Oeste, especialmente los cruciformes que frecuentemente van asociados a espirales sencillas o complicadas y con giros hacia la izquierda o derecha, símbolos éstos que desde la antigüedad  son tenidos como representaciones de la fecundidad, del nacimiento y de la vida después de la muerte.
   En cuanto a la cronología de los grabados rupestres de Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo, siendo dispares las interpretaciones conforme a los intereses que defienden cada grupo en función del grado de compromiso contraído con una u otra postura, es decir, quienes practican la investigación por la investigación y quienes investigan partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos algunos planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el profesor de la Universidad de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “...En este periodo sólo hemos registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita, Tajodeque y El Calvario, los tres en La Palma (Jiménez de Cisneros, 1923), y, en el análisis teórico, la reiteración de las opiniones de R. Veneau (Hooton, 1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez Barradas (1939) en su propuesta de cronología y migraciones en la que los grabados no alfabetiformes corresponderían a los contactos de la primera población canaria, los protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica hacia el 2000-1800 a.C., mientras las inscripciones alfabéticas, que denomina siguiendo a G. Marcy inscriptiones tifinagh, se relacionan con una segunda invasión camita situada hacía el siglo VIII-IX a.C. La aportación más significativa de este periodo es, sin lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios sobre las inscripciones líbicas (Marcy, 1937 y 1938) ejercen una notable influencia en los investigadores canarios. Para G. Marcy los grabados alfabéticos canarios eran análogos a los saharianos del borde atlántico, desde el Draa al Senegal, siendo sus autores los propios habitantes de Canarias que como sus parientes los bereberes de Mauritania conocían el alfabeto líbico.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31).
   “...La etapa que se inicia en 1970 coincide con la creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna. Directamente implicado, no puedo ser objetivo en la valoración de aquel periodo, que ha sido considerado de “anquilosamiento” en la investigación, cuando no con otros términos más duros.”
 “En el campo de las manifestaciones rupestres se produce una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el registro de yacimientos aumentó considerablemente,  si bien los dos corpus elaborados en aquellos años permanecerían inéditos.   
   Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el otro por nosotros.
   Beltrán realizó en 1971 una monografía sobre el Barranco de Balos al que considera un santuario, cuyos grabados, que responden a un culto a la fecundidad y al sol, tienen una antigüedad de unos cuatro mil años –desde el Eneolítico o bronce Medio europeo hasta nuestros días.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996: 35).
    “...Ese aislamiento se entiende porque no hubo navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los aborígenes contaban historias sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El Hierro, usando balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas hechas en Gran Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes,  entre otras causas porque en el Archipiélago no existían condiciones optimas para la navegación ni materiale adecuados para fabricar embarcaciones. Tampoco existen pruebas arqueológicas. En La Palma descubrimos un grabado que recuerda determinadas embarcaciones de la antigüedad, pero como es el único caso hasta el momento, no estamos seguros de que sea realmente un barco y no sólo lo parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001).
   En cuanto al tan debatido tema de la navegación en las islas, dos de los  autores que nos hablan de navegaciones entre éstas, son el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuya obra sobre la historia de Canarias, aunque era citada por algunos autores como Núñez de La Peña, no  fue conocida hasta que el investigador austriaco Dominik Josef Wölfel la tradujera y publicara en Leipzig, en 1940,  y el Ilustre Sabio Canario, D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla de navegaciones entre las islas usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda de la época mítica. “Pescaban con cuerdas de cuero y con anzuelos de huesos de cabras; y hacían las redes de yerbas y de palmas, parecidas a las que se usan en los ríos de Lombardía, que son cuadradas y cuelgan de una percha larga. También hacían barcos del árbol drago, que cavaban enteros, y después le ponían lastre de piedra, y navegaban con remos y con vela de palma alrededor de las costas de la isla; y también tenían por costumbre  pasar a la isla de Tenerife y a Fuerteventura y robar. Por esta navegación llegaron a parecerse con los demás isleños, tanto en el leguaje  como en algunas costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los cuales imitaron a los canarios en su modo de hacer justicia.” (Leonardo Torriani, 1959: 113-14) Estas navegaciones entre islas, puede justificar la presencia en la isla de Tamarán (Gran Canaria), de las hachas de piedra pulimentadas descritas por el Doctor Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad de Arucas, (2) Galdar (1)  más otra procedente de La Gomera y que actualmente forman parte de los fondos del Museo Canario. Es posible que estas hachas estén elaboradas con piedras procedentes de Fuerteventura, “...aunque tampoco falte la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria, sino en la de Fuerteventura, donde hemos extraído muestras de esta durísima roca, en el poblado de Toto, próximo al pueblo de Pájara, y que en rigor debe denominarse microdiorita por la finura de su grano...”(Simón Benítez Padilla, 1965: 150). La pregunta es simple ¿Cómo llegaban las piedras de Furteventura a Gran Canaria y La Gomera?  Por otra parte, la tamusni (historia oral) recoge que, por la punta de la rasca, en Arona (Tenerife) acostumbraban a desembarcar los canarios y Palmeros que venían a comerciar y en ocasiones a robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo atestiguar que hace años recogí en el poblado de la Rasca, algunos fragmentos de una cerámica de hechura fina y color negro que algunos entendidos adscribieron a la cerámica pre-colonial de la isla de La Palma.
   En cuanto a la navegación con foles, existen varias narraciones que  atestiguan navegaciones entre islas  en épocas pre-coloniales y míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de Tenerife conservaban la reminiscencia de una pavorosa catástrofe... referida de dos maneras por sus descendientes: “Según unos, cierto día infausto, en medio de terremotos,  erupciones volcánicas, y temblores se abismó “la isla anegada que no volverá a aparecer hasta que no se hunda otra de las siete que habitamos”; pero según otros, los cataclismos fueron sucesivos en un lapso de tiempo más o menos largo, quedando las islas como en la  actualidad menos Tenerife y Gran Canaria que siguieron unidas por  un arrecife entre Naga y la Isleta en Gran Canaria que al fin desapareció también.”
   Relacionadas con estos trastornos geológicos circulan algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:
   “Cuentan que una joven de la nobleza del tagoro Archaha, reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió repentinamente su prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era madre. Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a un siervo pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era ganar la isla de La Gomera sobre una balsa de foles o zurrones. Todo preparado, una noche de tiempo favorable embarcó con gran sigilo por la playa de Troya, no sin ofrecer a su cómplice que haría una gran hoguera si lograba escapar, pues creían que La Gomera, Palma y Hierro estaban deshabitadas desde la catástrofe, porque nunca vieron fuego en ellas.
   Pero lo más curioso de dicha tradición tinerfeña es que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en esta isla cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha, porque en tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada sobre zurrones. El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó sus desventuras y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no esperaba encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas ignoraban el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue tal el entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que llevaba en las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife, saltando por la aguja de Teno.
   Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino Tauco, primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a Tenerife para comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto le habían dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la demanda, Guajara alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de varios viajes de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival oculto y favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el guerrero más acreditado de su tiempo.
   Tauco juró venganza; y como se enteró que Guajara acompañada de dos siervas iba con alguna frecuencia a recrearse de los retamales de Afonche, le preparó una celada con algunos de sus vasallos y consiguió sorprenderla y forzarla, huyendo seguidamente para Canaria temeroso a las consecuencias. No retornó Guajara a la corte, sino que se encaminó al gobierno de su amante, para revelarle lo sucedido; y Ucanca lleno de ira, después de ocultar a su prometida en la cueva del mal país al amparo de sus hombres de guerra, marchó en persecución de Tauco. Cuando llegó a Naga ya su enemigo había partido para Canaria; a cuyo punto se dirigió salvando la distancia, “por foles y por otras andando sobre los arrecifes”.
   Después de matar Ucanca a Tauco en singular combate, se casó con su prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por haber patrocinado a Tauco, se revelaron levantando pendones contra el soberano hasta que lograron enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de los Guajara tan celebrada en las tradiciones.
   Pasadas algunas generaciones, un poderoso monarca de la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan orgulloso  que no teniendo hermanas y no encontrando entre la nobleza de la nación mujer diga de elevarla al trono, puso los ojos en una princesa hija del rey de Canaria; a la que iba a galantear “recorriendo el camino partes andando y parte sobre foles”. Creemos que estos mitos ocultan sucesos positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife entre Tenerife y Canaria vislumbramos trastornos geológicos mas o menos grandes, [...] Claro que estas interpretaciones no pasan de meras hipótesis, pero ya se ha convenido en que la Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de las generaciones sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991, tomo I:62-64).
   Nos hemos permitido esta digresión, para dejar patente que si bien en el Archipiélago Canario no se practicaba una navegación continuada y digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la desconocían. Siendo como eran las sociedades isleñas mayoritariamente ganaderas, que no practicaban el comercio especulativo y que además eran sociedades desarrolladas hacia dentro, es decir, “encerradas” en sus islas, poco interés pusieron en desarrollar la navegación máxime cuando la mayoría de los grandes males que les afligían, siempre provenían de la mar. Por otra parte, es plausible que en alguna época sí practicaron la navegación a gran escala, la propia fragilidad de los materiales han hecho que no llegara hasta nosotros pruebas materiales de su existencia. No compartimos el planteamiento de algún autor que afirma que en las islas no existía materiales idóneos para la construcción naval, debemos admitir que si se refiera a elementos metálicos lleva razón, pues en las islas no existen metales factibles de ser transformados con medios artesanales, pero en cuanto a las maderas que eran los materiales básicos en la construcción de buques, las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y Gran Canaria, eran abundantes en pinos, cedros, tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos alcanzaban grandes proporciones, no siendo imposible construir con ellos embarcaciones de considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente impermeabilizadas con pez o resina de pino podían transportar a diez o doce navegantes.
   En el Barranco de Balos, en Agüímes, isla de Gran Canaria existe un yacimiento de grabados rupestres entre cuyos motivos hay uno que consta de tres caballos con jinetes en un primer plano y unos dibujos en segundo plano que sugieren árboles más concretamente unos pinos.
   El dibujo, por sí sólo es una pieza extrañísima pues hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía noticias de que los antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de éstos equinos. La curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a  indagar en busca de manifestaciones paralelas en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se vieron recompensados por el hallazgo de otro grabado similar localizado en un yacimiento de la antigua Nuvia egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y que igualmente representa a tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos son guerreros que portan armas y escudos y además forma parte del conjunto un elefante. Pero, siendo extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados no es menos extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada menos que en el 3.800 a.e.a.
   Creo que esta datación nos puede aproximar la época en que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a una  de las primeras arribadas a la isla Tamaránt (Gran Canaria).











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