Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
En varios grupos de Facebook
en los que acostumbro participar he leído con asombro y desagrado un lamentable
comentario que me ha producido vergüenza ajena, atribuido al criollo José M.
Espinel Cejas, coautor del libros “Juegos guanches inéditos”, el comentario en
cuestión desde mi punto de vista no tiene desperdicio como fuente para valorar el
hecho de que la cretinidad no esta
reñida con las titulaciones académicas.
El comentario en cuestión es el siguiente:
“HA DICHO José M. Espinel Cejas: ¿De donde coño se sacaron
eso de la diosa madre Chaxiraxi? Siempre la misma mierda de religiones, si ya
es una mierda el cristianismo, o el islam o cualquier otra, ahora resulta que
en lugar de una figura geométrica con valor y significado aritmético y sobre
todo con simbolismo concreto... ahora van y le añaden otro conceptual,
abstracto y de putiferio berbenero-místico.... Hay que joderse, antes los que
iban de hippies y se pasaban con la griffa no se metían a elucubraciones
archeologicques, ahora van de guanchafaris en plan Bór´Marley... no te jode,
descubriendo la pólvora y hasta se les aparece la virgen... que ya quisiera yo,
pero "pa echarle un polvo"....José M. Espinel Cejas: Formación y
Empleo-- Empresas--Dirección General de Protección del Menor y la Familia: Técnico A.T.A.R. - Educador (?) de
junio de 1991 a la actualidad--Centro de Estudios de Posgrado:
-Hortofruticultura---Universidad- E. Universitaria del Profesorado de E.G.B./
Universidad de La
Laguna--Promoción del 2000. Magisterio Ciencias
Humanas.---Universidad de La Laguna-San Cristóbal de La Laguna-- -Escuela
Secundaria I.N.B. Teobaldo Power........*Viendo su perfil señor Cejas y leyendo
este comentario está perfectamente claro que ha utilizado usted ésta página
para decirnos que es "USTED" el Perfecto TÉCNICO" -
"EDUCADOR" (?) que muchas culturas quisieran tener*.
No
puedo resistirme a dar repuesta conforme a mi modesto saber y entender a esta
serie exabruptos vertidos por el Sr. Espinel en su irrespetuoso e insolente
comentario desglosándolo:
¿De donde coño se
sacaron eso de la diosa madre Chaxiraxi?
Mire
usted Sr. Espinel, de un coño similar al de donde salió usted, pero más digno,
sabio y selectivo, incapaz de dar a luz a tarados mentales.
En
cuanto a la Diosa Madre
Chaxiraxi permítame documentarle un poco sobre el particular, apoyándome en la
incuestionable autoridad académica del Dr. Ignacio Reyes García, Filólogo e
historiador. La cita es extensa todo un capitulo de su obra “La Madre del Cielo”, que si
tiene la paciencia y humildad necesaria para leerlo, posiblemente disipe sus
dudas en torno a de donde coño sacaron
eso de la Diosa
madre Chaxiraxi:
”Tradición Amazighe
Hasta donde descubre el análisis filológico, la
antigua cosmogonía insuloamazighe sigue la más atávica tradición norteafricana.
En concreto, como ya argumentó hace una década el
matemático e historiador José Barrios García (1996, 1997), la concepción isleña
del mundo se habría organizado también en torno a una estrella colosal, Canopo,
obligada referencia astronómica y calendárica en el hemisferio austral,
solapada por la transculturación colonial con la advocación mariana de la Candelaria.
El magnífico estudio entológico realizado por la
profesora Viviana Pâques (1964) en el Fezzan, Túnez, Argelia, Sahara y
Malí verifica la profundidad histórica y la dispersión étnica de este
pensamiento cosmogónico en toda la mitad septentrional del continente africano.
En resumen, dicha interpretación emplaza la creación del cosmos en la explosión
de una estrella primordial.
Este «huevo del Mundo» habría estado compuesto en su
origen por una mitad superior, blanca y seca, y una mitad inferior, roja y
húmeda, separadas por una especie de germen negro, representado por una
serpiente. Su estallido habría lanzado al espacio cuatro unidades diferentes:
un huevo blanco, al Este, emblema del cielo y del elemento fuego; un huevo
rojo, al Oeste, representación de la tierra y del elemento agua; un tridente
negro, al Norte, manifestación de la fecundidad y del elemento tierra,
simbolizado por la Serpiente
triple o árbol cósmico; y la misma figura, pero sin el trazo central (),
al Sur, signo del elemento aire. Un conjunto, entendido también como arquetipo
del ser humano, cuyos componentes devienen personajes de historias y rituales
que forman parte de las tradiciones básicas transmitidas a los niños desde
edades muy tempranas (Pâques 1995: 47-49).
Con algunas diferencias locales, en general el proceso
se explica y se representa a través de la inmolación anual de un morueco o
carnero, momento asimilado a esa explosión de la estrella matriz que generó el
primer cielo. Del sacrificio de Canopo habrían nacido cuatro constelaciones de
seis estrellas, que surgen en el cielo conforme a un orden específico, abierto
por la aparición de las Pléyades en primer lugar:
Selon les données astronomiques, Canopus se lève avec
le soleil à 20º de latitude (Tibesti), le 1er août et sa hauteur maxima au
méridien est 17º 20’ au-dessus de l’horizon. A la latitude de Murzuk,
elle se lève le 11 août avec hauteur maxima 11º 25’ et à la latitude
de 30º (Ghadamès, Le Caire), elle se lève le 23 août avec hauteur maxima
7º 20’ . Mais à l’oeil nu, on ne perçoit le lever que quelques
jours plus tard. Ces dates correspondent donc à celle que la tradition
nord-africaine a fixée à trois mois après le début de l’été, fixé, lui, au 17
mai de notre calendrier, d’après le lever héliaque des Pléiades [Pâques
(1964) 1995: 36].
El orto y la puesta helíacos de Canopo, cualesquiera
que sean los acontecimientos de la vida social y económica con los que cada
comunidad los asocie, marcan sin duda las principales referencias calendáricas.
Sólo menos brillante que Sirio (Alpha Canis Majoris, de magnitud -1.58), aunque
ubicada a mayor distancia, Alpha Carinae (magnitud -0.86), la «Estrella de
Osiris», nuclea un mito genésico absolutamente integrado en unas culturas
siempre muy ligadas al medio natural. Pero su influencia impregna otras muchas
parcelas de la existencia cotidiana: desde el diseño de una casa hasta la
organización de la sociedad, toda creación humana importante, sea cual fuere el
plano de la realidad en el que se exprese, reproduce el esquema cualitativo y
cuantitativo de esta dispersión estelar primigenia.
Tal concepción, que opera a su vez como principio de
equilibrio e indemnidad, suministra cohesión y garantías simbólicas de
continuidad a unas comunidades que, a pesar de haber podido introducir
alteraciones en el relato mítico, siempre han buscado en el cielo una pauta
positiva para comprender y controlar las condiciones históricas de su
reproducción. No obstante, las noticias relativas a épocas antiguas, por lo
general inciertas y difusas, despuntan con mucha dificultad entre una
abigarrada constelación de dioses y creencias.
A menudo se acude a una cita ya clásica del
historiador y geógrafo Heródoto de Halicarnaso (484 a .n.e. -425
a .n.e.) para dar cuenta del contenido cosmológico de la religión líbica,
mientras que se presta menos atención a la certera referencia que añade
relativa a una deidad femenina:
YÊousi d¢ ÑHl¤ƒ ka‹ SelÆn˙ moÊnoisi: toÊtoisi m°n nun
pãntew L¤buew yÊousi, étår ofl per‹ tØn Tritvn¤da l¤mnhn n°montew tª 'Ayhna¤˙
mãlista, metå d¢ t“ Tr¤tv ni ka‹ t“ Poseid°vni [Heródoto, Hist. IV,
188 (1993: 200)]2.
Se escondan o no divinidades de origen líbico tras los
cultos griegos, Heródoto habla aquí de la diosa que fue conocida en Egipto por
el nombre Tehenut, es decir, ‘la Libia ’ o ‘la Tehenu ’, denominación de
una de las dos grandes agrupaciones líbicas de la Antigüedad , junto con
los temehu, bien atestiguadas en el segundo milenio a.n.e.
Como la Atenea
griega o la Neith
(Net) egipcia, esta Tehenut se relacionó con la guerra, pero parece no haber
perdido nunca su prístino valor fecundante. Con seguridad, en el Imperio Nuevo,
durante la segunda mitad de ese II milenio a.n.e., Neith, la vieja deidad
predinástica, se identificaba en el país del Nilo con la diosa madre o numen
primordial, que habría generado, además del universo, tanto a los dioses como a
los seres humanos. En concreto, el imaginario egipcio le confirió la maternidad
de Sobek, el dios ‘cocodrilo’, representación de la fertilidad, equiparado por
los griegos a Helios, el Sol.
Principios astrales y naturalistas substancian, pues,
los antecedentes religiosos más remotos de la culturaamazighe, que
en adelante adoptará así mismo figuraciones antropomorfas. Se trata, en todo
caso, de nociones, elementos y valores cuya impronta se detecta también en
Canarias.
Las primeras fuentes europeas sólo dejaron constancia,
un tanto genérica, del contenido astral que alentaba en la religión isleña:
[...] quod in
Canaria et aliis ei adiacentibus insulis, quae Insulae Fortunatae numcupantur,
sunt personae utriusque sexus nullam legem tenentes nec aliquam sectam
sequentes, sed dumtaxat solem et lunam adorantes [...] [Urbano V (1369), Ad
hoc]3.
Un siglo más tarde, apenas aparece una leve precisión
en la memoria del viaje protagonizado por un comerciante veneciano, donde
señala que los habitantes de Tenerife: «Non hanno fede, ma adorano alcuni il
sole, altri la luna e altri pianeti, e hanno nuove fantasie di idolatria [...]»
[Ca da Mosto (1455), apud Ramusio (1550)]4.
Aunque el enfoque misional trató siempre de acomodar
las creencias isleñas al imaginario cristiano, monoteísta y patriarcal, para
potenciar sobre los intereses civiles y militares la autoridad del ejercicio
evangélico en el proceso de conquista y colonización. Un reduccionismo
ideológico que, en fechas tardías, aún depone negaciones significativas, acaso
inspiradas por una cierta e interesada valorización del aporte
nativo al mestizaje que fluye en la nueva sociedad:
Los naturales destas Islas no tuuieron Idolos, ni
adoraron al Sol, Luna, ni Estrellas, ni piedras, ni otras figuras ni tuuieron
ritos, ni ceremonias, à vn solo Dios adorauan, que dezian estaua en lo alto, y
que este Dios los sustentaua, y daua la vida; en cada Isla le nombrauan con
diferentes nombres, conforme su lenguage, y segun su modo de hablar [Núñez de la Peña 1676: 26].
Pero, si bien no hay pruebas que garanticen la
naturaleza cosmológica del culto a la divinidad femenina, las caracterizaciones
que se brindan a propósito de la devoción isleña a la Virgen de Candelaria apenas
admiten otra lectura. Cabe pensar, por descontado, en figuraciones literarias,
pero ya constituye un indicio el tenor de esas descripciones. La más explícita
de ellas alega que:
Otros demas deuotos coraçones, / Dezian que las bozes
y armonia / Muſicas, cantos, lumbres proceſsiones, / Con aplauſo y acorde
melodia, / Eran a cauſa ſuya, y los varones / En quien mas parte de
prudencia auia, / Dixeron ſer del cielo alguna eſtrella / En traxe de
muger hermoſa y bella [Viana 1604, VI: 124v].
Quizá simple retórica debida al ingenio poético del
médico lagunero, aunque antes ha dedicado dos estrofas más a exponer otros
argumentos volcados para explicar la aparición de la Virgen.
Cómo no evocar, entonces, la tradición que recogieron
los franciscanos en cuanto a la nítida calificación nativa de esta imagen:
Sabido esto por los moradores de las dichas islas, la
comenzaron a tener en muy grandísima veneración, llamándola Madre del Sol, la
cual devoción ha quedado y está viva el día de hoy entre todos los naturales, a
quien los españoles llaman guanchas [sic], y la adoran tanto como al
mismo Dios [González de Mendoza (1585) 1944: 301].
Una ‘Madre del Sol’, congruente con la dimensión
norteafricana de Canopo, que retiene una divinización isleña persistente y algo
incómoda para lo que postula el dogma cristiano: [...] y es tanta, la que los
naturales con esta santa reliquia tienen; que si la Fe no les enseñara la Candelaria ser madre de
Dios, y no Dios: la confessaran a ella y tuuieran por tal, según la Fe que con ella tienen
[Espinosa (1594, II, 1: 31v) 1980: 50].
Aunque, en opinión del dominico, esta singular
devoción viene motivada «por haberles en su infidelidad aparecido y a la ley
evangélica por su medio atraído» (Espinosa 1980: 50); un requiebro doctrinal
quizá inevitable para rematar una realidad sociorreligiosa difícil de digerir.
Pero la interpretación menos temeraria revela aquí un
culto ancestral a la diosa madre, que, no sin muchas reservas todavía, quizá
tendríamos que empezar a tomar en su dimensión primordial (¢rc»).
Sin embargo, toda cautela resulta insuficiente: los
informes que hemos reunido para recomponer los trazos insulares de esa
tradición, además de padecer un ineludible sesgo ideológico, recubren un lapso
de doscientos años de historia, donde evoluciones endógenas e influencias
externas debieron dejar una huella que aún no estamos en condiciones de
rastrear con exactitud.
1. Fuentes
escritas
Si sólo consideramos la proposición nativa que designa
a la ‘madre de Dios’ (núm. 2), aceptar algo más que la mera traducción amazighe del
concepto cristiano sería bastante aventurado. Pero las fuentes coloniales
transmiten una voz, Chaxiraxi, cuyo estatuto semántico posee
un rango propio. Esa Virgen María, tenida por la ‘Madre del Sol’ y concebida
así como ‘la que sostiene el universo’, trasciende sin duda la caracterización
cristiana. Pretender que esta noción y su plasmación léxica se debieron a dicha
in fluencia religiosa, presupone aceptar un cierre categorial y discursivo
inconsistente y mutilador.
Tan mecánica e inocente no debió de ser esta
asociación de ideas, por cuanto el término nunca entró a formar parte de los
recursos literarios y votivos de las instituciones eclesiásticas, que se
habrían limitado a representar esa condición astral a través de la vela que
porta la imagen (símbolo traducible sin mayor inconveniente a su noción de luz
espiritual que ilumina el mundo).
NÚM. 1 [chaxiraxi]
§ «[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban
Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban
Chaxíraxí. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decír, el que tíene al mundo.
Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo»
[Abreu (ca. 1590, III, 13) d.
1676: 90].
§ «[...] il nomauano Achuhuran
Achahucanac, cioè il grande, il sublime; et alla Nra. // Donna Chaxiraxi, et
anco la chiamauano Armaxes guaiaxiraxi, che uuol dire la madre di colui che
sostenta il mondo» [Torriani (1590: 70v-71r) 1940: 166]5.
§ «[...] adoraban por cosa Celestial, y suprema
Deidad a la Virgen
de Candelaria, y a el Niño en su mano derecha llamaban Chijoragi hasta el tiempo
de la Conquista
contaban haver cien años solares que tenian à esta Señora en su
tierra, mui pocos mas ò menos y hacia en ellos admirables prodigios en medio de
ser paganos, y ydolatras» [Marín 1694, II, 20: 82]. — Ta aγir aγi, comp.
f. sing. = ‘Ésta (la que) carga el firmamento’. *ta (> ča), pron.
dem. f. sing. ‘ésta’. V. [T]. *aγir, s.
m. sing. ‘firmamento, bóveda celeste’.V. [H·Γ·R].*aγi, n. vb. m. sing. ‘hecho de sostener o
cargar’. V. [Γ].
N. B. La
ausencia de una preceptiva marca personal en el lexema [Γ], único que podía
asumir una función verbal, mueve a considerar la expresión aγi como
una forma deverbativa. Esto nos deja con una versión literal del sintagma
semejante a: ‘ésta es el soporte (o sostén) del universo’, la madre cósmica de
ese Guayaxiraxi o Wayya-aγir-aγi, ‘el espíritu
que es sustento del universo’, conocido más allá de eventuales influencias
cristianas, tanto en Tenerife como en Gran Canaria, por el adjetivo Acorán
o Aqqoran, ‘el Celestial’.
5 En traducción de A. Cioranescu
(Torriani 1978: 179), el fragmento dice: «También lo llamabanAchuhuran
Achahucanac, es decir, ‘el grande, el sublime’; y a Nuestra
Señora, Chaxiraxi, y también la llamaban Armaxes
Guaiaxiraxi, que significa ‘la Madre de aquél que sustenta el mundo’».
Cf. 1. Álvarez Delgado (1945: 21) cita: «chaxerax (nominativo)
como ‘gran dama’ o ‘Gran Señora’, o ‘Señora Universal’; y chaxiraxi (con
genitivo) como ‘señora del mundo’, ‘señora del universo’, o ‘reina de
todo’». 2. Bethencourt et al. (1996: 112)
citan: «Podría descomponerse: TA-GER-AK = ‘la que está cerca de todos’».
NÚM. 2 [achmayex...]
§ «[...] il nomauano Achuhuran Achahucanac, cioè il
grande, il sublime; et alla Nra. // Donna Chaxiraxi, et anco la chiamauano
Armaxes guaiaxiraxi, che uuol dire la madre di colui che sostenta il mondo»
[Torriani (1590: 70v-71r) 1940: 166]6.
§ «[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban
Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban
Chaxíraxí. Y es de notar, que Guayaxíraxí, quiere decír, el que tíene al mundo.
Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo. Y por
otro nombre llamaron a Santa María Atmayceguayaxíraxí, que
quíere decír, La madre del que carga al mundo» [Abreu (ca. 1590, III,
13) d. 1676: 90].
6 Ver nota 5.
§ «[...] porque esta es (diziendolo en su propio
lenguaje) Achmayex, guayaxerax, achoron, achaman. La madre del sustentador del
cielo y tierra y por tanto es Reyna de uno y otro»
[Espinosa 1594, II, 7: 42v].
— At may-əs
wayya aγir aγi, prop. =
‘He aquí la madre del espíritu que sostiene el firmamento’. *at, part. presentativa,
‘he aquí’. V. [T]. *may, s. f. sing. ‘madre’. V. [M]. *-əs, pron.
suf. pos. 3ª pers. com. sing.‘suyo/a’. V. [S]. *wayya, n.
vb. m. sing. ‘espíritu (origen,
esencia)’. V. [Y]. *aγir, s. m. sing. ‘firmamento, bóveda celeste’. V. [H·Γ·R]. *aγi, n. vb. m. sing. ‘hecho de
sostener o cargar’. V. [Γ].
N. B. El
sentido de la frase permite salvar las dudas que inspira la confusa
representación gráfica del sufijo pronominal: may-əs se
refiere a la ‘madre de él’, es decir, de esa divinidad masculina que se
prefigura como el ‘espíritu sustentador del mundo’, connotada por Alonso de
Espinosa con otros dos de sus títulos principales, Achoron (Aqqoran, ‘el
Celestial’) y Achaman (Aššaman, ‘Relampagueante’).
Tal ideación acepta el correlato cristiano sólo desde
una óptica muy estrecha, pues esa noción de Dios o de un poder supremo se
conoce también en la iconografía amazighe continental, aunque
con un alcance quizá tan terrenal como espiritual.
Sin embargo, ya con apariencia de varón y en un
contexto religioso fehaciente, la mejor cristalización material de una
figuración simbólica de este tipo fue documentada en la isla de Gran Canaria
por la expedición ítalo-portuguesa de 1341 (aunque la pieza no ha llegado hasta
nosotros):
Inuenerunt et insuper
oratorium unum seu templum . in quo
penitus nulla erat pictura nec aliud adornatum. praeter statuam unam ex
lapide sculptam imaginem hominis habentem manuque pilam tenentem nudamfemoralibus
palmeis more suo obscena tegentem [Recco (1341) < Boccaccio
ca. 1342: 123v]7.
Cf. 1. Abercromby [(1917) 1990: 55] cita: «En achmayex
(achmayce), que ha de leerse mayeš, maise, podemos
encontrar el sufijo -s, ‘su’. La palabra para ‘madre’ es aquí y en
(Tam.) ma. El sufijo puede haber sido en Tenerife -is con
la inserción de una -y- entre las dos vocales. Pero el signo del
genitivo n se ha omitido después de -mayex, -mayce».
Por lo que restituye [p. 75]: «Las palabras se corresponden muy de cerca con la
forma (Tait.) ma-s n wa ieγerahen, ‘su madre de él que guarda’».
2. Wölfel
(1940:257) cita: «ar-may-es wa-ya-xiraxi ‘die Mutter-seine
jenes-des-Alls’».
Pero la recomposición que postula para la
secuencia wa-ya, cargada de valores genitivos en su traducción,
carece de fundamento gramatical.
3. Álvarez
(1945: 19) cita: «Teniendo en cuenta cuanto dijimos del nombre de Dios, antes
estudiado y que engloba esta frase, y del valor genitivo de la forma guayaxiraxi,
habrá que dar como auténtica, transcribir y traducir esta frase así: ach-
mayex guaya(xi) xiraxi achoron achaman. La madre del sustentador grande de
tierras y cielos».
4. Wölfel
(1965: 366) cita: «*at_- may-es wa-ya-xe/irax(i) ‘diese-Mutter-seine
(von) dem-welcher-erhält’.at_-may-es wa-ya-xerax akoran-at_aman ‘Die
Mutter-seine welche-sieerhält den-Großen-des Himmels’».
5. Muñoz (1994: 300) cita: «achmayex
guayaxerax, es, en realidad, ata ma yuš wa yuš ur uš, que significa
‘he aquí la madre de Dios; del que es Dios sin igual’».
6. Bethencourt et
al. (1996: 113) citan: «[...] que sería: A-TA-MAY-GH N WA-Y-A-GER-AK AT-GUR-UN
AT-AMAN = ‘¡oh! esta nuestra Madre de este (que está) hacia (cerca de)
todos, el que les tiene (sostiene) a Uds. el (lugar del) agua (el cielo) o
vuestro sostén del cielo’».
Alguna otra mención nítida de una divinidad femenina
sólo se localiza en la isla de El Hierro, la más pequeña y meridional del
Archipiélago.
NÚM. 3 [moneiba]
§ «Adoraban los naturales de esta ysla del
Híerro dos Ydolos, quelos fíngían macho, y hembra: al macho llamaban
Eraoranzan, y a la
Hembra Moneiba » [Abreu (ca. 1590, I, 18) d. 1676: 24v].
§ «Gli huomini adorauano un Idolo maschio et le donne
uno femina, il maschio chiamauano Eraoranhan, et la femina Moneiba, à iquali
faceuano orationi senza scrificio et credeuano ch’essi habitassero l’altissime
rupi» [Torriani (1590: 86r) 1940: 188]8.
§ «Adoraban los Herreños, dos idolos fingidos en la
mente, comprendidos a la mente, devotos de hombres, y ganados machos Oronjan,
de mugeres, y hombres; Mon[t]iba; a quien pedìan agua, y buenos temporales, y
hazian sus juramentos; no les hacian sacrificios, ni otra ofrenda,
ideabanlos: en dos riscos ò peñascos sercano uno de otro mui altos delgados, y
peinados como torreones, en el termino de bentaigas, y oi llaman los
Santillos de los antiguos» [Marín 1694, I, 20: 39r]9. — Munəy_ibba, comp.
f. sing. = ‘Brilla el humo’.*munəy, n. vb. m. sing.
‘brillo’. V. [M·N·Y]. *(ib)ba, s. m. col.
‘humo’. V. [B·B].
N. B. No
hay referencias contextuales seguras que garanticen una lectura etimológica
solvente.
La hipótesis propuesta, que contempla una imagen
cualitativa de género indiferenciado, trata de mantener cierta congruencia
semántica con la otra designación divina, Eraoranhan, esto es, Era-uraγan ‘quien
es o está en lo ardiente o brillante’10.
Cf. 1. Giese (1952: 423) cita: «Un buen hallazgo de Zyhlarz
es moneaba ‘nombre de una peña donde había un demonio
femenino’, que —en vista de que la i puede
representar una r originaria— deriva esta palabra de*maûn
'e-re'bbát cananeo: ‘mansión de Rabbát’. Rabbát era una diosa muy
popular de los cananeos».
2. De
Wolf (1990: 82) sugiere una vía de comparación a través de «Mnarva
o Meneruva. Su función original fue la de cuidar a los niños,
aunque más tarde parece haber asumido las funciones de la Atenea griega. En
líbico, men-araua significa ‘madre de las
criaturas’».
3. Bethencourt et
al. (1996: 114) proponen: «MUN IBBA = ‘la que
acompaña a mi padre (al Padre o Dios), al Dios protector de los hombres’».
Hasta aquí las alusiones directas que suministran las
fuentes etnohistóricas en torno a una deidad femenina. Por descontado, nada que
deba movernos a sellar de modo inconcuso la investigación en este capítulo de
las creencias. De hecho, la trascendencia de este culto tuvo que dejar en el
habla alguna prueba más específica de su dimensión astral. Pero sólo hemos
encontrado un ingrediente léxico que parece responder a esa vinculación con la
estrella más brillante del firmamento después de Sirio, ‘el Perro’ que domina
la constelación del Can mayor (inmortalizada en el topónimo canario Facaracas
o Farakrak).
NÚM. 4 [guayarmina]
§ «[...] y que Arminda unica heredera de
la Ysla su
Sobrina [de Fernando Guanarteme] muchacha de 18 años hija de Guanache Semidan,
que fue Guadartheme llamado el bueno esta ìa estabacasada con un
muchacho hijo del Guadartheme de Telde, aquien los Españoles llamaron Tazartico
[...]» [Marín 1694, II, 10: 57v].
§ «Quando sucedío la príssíon de Guadartheme, se
hallava la Corte
de Galdar con solo la gente palacíega al seruícío, y guarda del, y de las dos
Ynfantas Mas[...]quera11 Híja del difunto Guadartheme Guayasen llamado el
bueno, y Guayarmína híja de Thenezort Guadartheme» [Castillo 1737: 74].
§ «Avía conferido sobre negarle a Thenezort el merecer
el título que tenía por la sospecha que tuvíeron (no sín alguna fragrancía) los
canaríos de que auía sído su príssíon voluntaría, y que por consequencía perdía
el derecho de immediacíon Guayarmína su híja, y por ello devíera
volver el Reíno â Macequera12 como híja de Guayasen Guadartheme el bueno»
[Castillo 1737: 74V].
§ «Se asegura que Bentejuí estaba para desposarse un
día de aquellos con la joven Guayarmina, hija de don Fernando [y heredera de
los estados de Gáldar]. // Luego que se fue serenando la conmoción, volvió este
príncipe a nuestro campo, seguido de los suyos, y, trayendo del brazo a su hija
Guayarmina y a su sobrina Masequera, las presentó al general [...]» [Viera
(1772)
1982, I: 535].
§ «Infanta hija del rey Thenesor Semidan,
llamada después de bautizada Dª Margarita, que casó con Miguel de Trexo
Carvajal» [Bethencourt (1880) 1991: 334; Serra Moratín 1897].
§ «Desde muy temprano comenzaron à enlazarse los
conquistadores con los conquistados. El gobernador Maciot de Bethencourt casó
con la infanta Teguise, hija del reyezuelo de Lanzarote.
Los hidalgos Fernando de Guzman y Miguel de Trejo
Carvajal casaron con las dos infantas de Gran-Canaria llamadas Guayarmina y
Masequera» [Anónimo RCI s. f. ( 1881 a .): 4-5].
En nota a pie de página, puntualiza lo siguiente:
§ «La voz guayarmina significa estrella, segun un
manuscrito antiguo que he visto y hoy le posee el Prebº Don Domº Brito y
Salazar, Benefdo del Pto. de Orotava» [ibídem].
§ «En la Gran-Canaria casó la hija de Guayasen el Bueno,
de quien fué tutor el Guanarteme D. Fernando, con Hernando de Guzman, uno de
los conquistadores, hijo de Alonso Perez de Guzman, natural de Toledo, señor de
Batres y Alenvillet, habiendo trocado en el bautismo su nombre de Arminda por
el de Catalina (2); y la hija legítima del Guanarteme, la infanta Guayarmina,
(3) que llevó luego el nombre de Margarita, casó con Miguel de Trexo Carvajal,
hijo de Alonso Perez Carvajal, señor de Grimaldo y de la Corchuela y de Elvira
Fernandez Trexo. (4)» [Millares 1881: 258]. Y en la nota (3), añade:
§ «Guayarmina ó Guan-ar-mina significaba en el
dialecto canario Estrella ó, á la letra, hija del cielo. / Mss. antiguo» [ibídem].
Aunque en notación muy tardía, también para Tenerife
se indica la presencia de este antropónimo femenino:
§ «Infanta, hija del rey [de Güímar] Añaterve»
[Bethencourt (1880) 1991: 347]. — Wayya ar minna, antr. f.
comp. = ‘(Estrella)’, lit. ‘espíritu
hasta la sequía prolongada’. *wayya, n. vb. m. sing.
‘espíritu’. V. [Y].*ar, prep. ‘hasta’. V. [R]. *mənna, p.
p. f. sing. ‘sequía prolongada’. V. [M·N].
N. B. Como
expusimos en otro estudio (Reyes 2004: 162), una parte de la experiencia
continental sitúa laaparición de Canopo en el inicio de la estación
seca. Así lo ilustra el siguiente proverbio tuareg: «ettəāmăd_ Haghhagh
/ tăsahăqq wărăt tohegh, / war d-əs ilkem
ahhagh. Traduction libre: Quand Canopus paraît, les mares qui ne sont pas
encore pleines, ne se rempliront plus» (Bernus y Ag-Sidiyene 1989: 149). Con
esta referencia, se podría ceder a la tentación de ver en la preposición ar otra
acepción distinta de ‘hasta’, pero la estructura morfosintáctica del enunciado
no respalda esas posibles lecturas. Por tanto, sólo restaría admitir una
apreciación insular del fenómeno...
En este punto, entre las principales estrellas que
puede percibir un observador medio situado en la latitud del Archipiélago13, la
que responde mejor a la descripción que incluye nuestra traducción es la
‘Estrella del Sur’, como se conoce a Conopo (magnitud: -0.8) en las más antiguas
comunidades africanas. Durante los últimos tres mil años, su aparición en el
cielo ha tenido lugar en torno al veintitrés (23) de agosto (± 5 días),
permaneciendo visible hasta el diecisiete (17) de abril (± 5 días)14. Es decir,
su desaparición coincide con el comienzo de los meses más
secos en el registro climático de Canarias.
Pero la pauta isleña no parece una excepción
inopinada. En otras comunidades del ámbito tuareg, tan
relacionado con la composición dialectal de las hablas isleñas, (WE) Ghuššăt, (Y) Wăγšăt, (D) Haγhaγ o
(WW, H) Wadăt, que tales nombres recibe la estrella
Alfa Carinae o Canopo, también se asocia con la abundancia de precipitaciones:
Quand Canopus est bien visible à l’est, il annonce
l’apogée de l’hivernage (el) où les pluies seront les plus abondantes.
Quand Canopus est ancore tout juste visible à
l’ouest après le coucher du soleil, la fin des grandes pluies s’annonce
[Prasse et al. 2003, I: 309-310].
Por si fuera poco, los habitantes de Tenerife
celebraban a finales del mes de abril una festividad de ámbito insular, difícil
de substraer al hecho de ser el período en el que se produce la puesta helíaca
de varias estrellas representativas, entre ellas Canopo, para la vida
socioeconómica de las diferentes comunidades isleñas:
Pero guardauan por coſtumbre antigua
Por dias feſtiuales de cada año
Del mes de Abril, los nueue poſtrimeros,
Porque les dieſſe Dios coſecha proſpera,
De frutos, y ganados, y aunque vuieſſe
Guerras entre ellos, auia entõces treguas,
Con paz tranquila, en tanto que durauan
Las fieſtas, regozijos, y plazeres [Viana 1604, III:
42v].
Pero también en los primeros días de febrero acontece
una coincidencia cuando menos curiosa.
Hacia el día 2 de ese mes, la iglesia cristiana rinde
culto oficial a la
Purificación de la Virgen María ,
junto a la bendición de unas candelas que quieren recordar la presentación de
Cristo, su hijo primogénito, ante el templo, conforme dictaba la ley mosaica.
Sin embargo, no existe ningún fundamento histórico para la elección de esta fecha,
lo cual lleva la elucidación más probable hasta otra eventual usurpación de una
veneración pagana. En todo caso, la población amazighe de
Tenerife parece que esos días celebraba la aparición vespertina de Alfa Carinae
(Espinosa (1594, II, 10) 1980: 68). Esto explicaría que el jefe principal de
Güímar, el bando donde había sido depositada la imagen, hubiera propuesto una
tenencia compartida de ésta por seis meses al jefe principal de Taoro, el otro
gran bando hegemónico de la
Isla : «De esta manera, la división del año propuesta
por el mencey de Güímar puede interpretarse como una partición del año sideral
de Canopo, en base a los ortos helíaco y acrónico de la estrella» (Barrios
2004: 188).
En cuanto a la variante documental Arminda, produce
extrañeza lo que puede tenerse por una amputación del primer ingrediente (wayya)
del sintagma completo. Una economía de lenguaje tan abrupta se compadece mal
con la formulación propia de un nombre personal como éste.
Cierto que no hay margen para penetrar con claridad en
los hábitos sociolingüísticos, pero hablamos del núcleo conceptual del
enunciado, de un «guaia que significa espiritu» [Marín de Cubas 1694,
II, 20: 82] y remite, en su acepción primaria, a la ‘causa u origen’ de algo.
Sin embargo, sea o no una errata, esa otra dicción
para la noción de ‘sequía’, minda, diríase que procura la
forma original del vocablo, esto es, sin asimilación de la dental (n + d > nn),
lo cual pone en relación los verbos (WE) m_ănnu, ‘estar
desértica (región), no haber recibido lluvias desde hace más de un año’, y (WE,
Y) măndu, ‘estar agotado, consumido, usado por
completo’.
Las dos interpretaciones etimológicas que admite el
nombre de la otra joven noble, Masequera, también abonarían esa especie de
conexión astral que habría buscado el linaje guanartémico, dominante en Gran
Canaria cuando se produce la colonización europea.
Una primera opción evoca el compuesto massa-ahγär o massaaqqər, que
equivale a ‘señora del cielo o firmamento’. Pero la segunda, menos
cosmológica en apariencia, acepta un complemento adecuado de
Guayarmina: la realización massa-aγăra o massaaqqăra asume
en español el sentido ‘señora de lo árido o seco’. Y, aunque el historiador
Abreu Galindo (ca. 1590, I, 29: 36r) señala Aquerata como una de las diez
demarcaciones tradicionales de la Isla, lo cual obliga a tener
presente una denominación con perfil socioterritorial, también habría que
contemplar las evoluciones de estrellas y estaciones para concretar una
eventual dilucidación.
Por último, acaso convenga indicar que algunos autores
ya muy tardíos mencionan otro antropónimo femenino, Collarampa, que adjudican a
una hija de Benytomo (Wenytum), el jefe principal de la comarca de
Taoro, en el norte de Tenerife, cabeza de la resistencia insular frente a la
conquista castellana (Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 344). Aunque el dato más
revelador lo suministra Francisco Montes de Oca (1924: 61), al afirmar que
«Juan Doramas tuvo por esposa a la
Infanta Collarampa, (D.ª María Ana Hernández
de Bencomo), llamada Estrella en lengua guanche», circunstancia que corrobora
el análisis lingüístico: el compuesto kuyya ar affaw (o kuyyaranfa, con
disimilación del radical geminado (*ff > nf) y
elisión de la semiconsonante (*-w > -ø) en final
absoluto después de vocal larga plena), nos presenta un ‘vértice o elemento
saliente hasta el amanecer’, lo que puede tenerse por una buena descripción del
planeta Venus.
2. Fuentes
orales
La memoria popular en la zona sur de Tenerife ha salvado,
cuando menos, un par de antiguos testimonios devocionales dedicados a una
Virgen de Candelaria cargada de connotaciones nativas.
Según el informe que en el año 2001 hizo público
nuestro amigo Eduardo P. García Rodríguez, este valioso material ha llegado más
o menos intacto hasta el siglo XXI, conservando incluso ciertos fonetismos bien
atestiguados en el habla amazighe de esta isla.
Sobre todo en el primer caso (núm. 5), la informante,
Sita Chico, hija del maestro y poeta Domingo Chico González, distinguido en su
día con la condición de Hijo Adoptivo de Güímar, señala con claridad que se
trata de una oración dirigida a esta advocación de la Virgen. El cielo y
también la prosperidad social se situarían aquí bajo su protección.
En cambio, menos categórica resulta esta conexión en
la segunda muestra (núm. 6), una poética plegaria de acción de gracias,
recogida en Chío (Guía de Isora) por Francisco Chico en la voz de un anciano
pastor de la comarca. Los rasgos morfológicos no terminan de garantizar, como cabría
esperar, el carácter femenino de su referencia al Sol (M-aγeq),
tal y como sucede en la cultura amazighe continental, algo
que, aun así, tampoco probaría su vinculación directa con la Candelaria.
Sin embargo, nos ha parecido oportuno incluir este
pequeño poema en el estudio por dos razones principales. De una parte, ilustra
muy bien la trascendencia otorgada a una luz poderosa y benefactora,
sacralizada bajo diversas acepciones en la cosmogonía ínsuloamazighe (aunque
con formulaciones expresamente masculinas, como Achaman o Atguayafanataman).
Y, de otro lado, porque el empleo de ese morfema nasal (m) en posición
inicial, que admite desde luego una lectura femenina, en el caso de no
destacar género alguno mostraría el alcance singulativo del adjetivo verbal
correspondiente, lo cual indica un énfasis en la magnitud del
significante. Registrado también en el conjunto de la tradición norteafricana
(o camita), el recurso, portador de esa ambigüedad insoslayable, no
parece casual en la ideación isleña de esteconcepto solar, que de nuevo
reflejaría un valor primordial y asexuado de la divinidad superior.
NÚM. 5 [magné...]
§ «¡¡Uh!! Magné Mastáy // Achen tumba Manéy. ¡¡Oh!!
Madre del cielo / Madre de la tierra» [Sita Chico (Güímar, Tenerife) >
Eduardo P. García (2001)]. — Ûh! Ma gənni, Ma stay / aše-n
tunwa, Ma ney. = ‘¡Oh! Madre del cielo, Madre del crecimiento // de la
hermandad, Madre de lo nuevo’. *ûh!, excl. ‘¡oh!’. V.[H]. *ma, s.
f. sing. ‘madre’. V. [M]. *agənnāw (ə), s.
m. sing. ‘cielo’. V. [G·N]. *astăy (ə), n.
vb. caus. m. sing. ‘aumento,
crecimiento’. V. [T·Y]. *aše, part. expletiva (no
se traduce). V. [Š]. *n, prep. ‘de’. V.[N]. *tənwat, s.
f. sing. ‘hermandad’. V. [N·W]. *ney, n. vb. m.
sing. ‘nuevo’. V. [N·Y].
N. B. Desde
el punto de vista sintáctico, el sintagma encadena una yuxtaposición de tres
frases substantivas o compuestos genitivos, que representan otras tantas
advocaciones de la divinidad, donde es posible observar las dos modalidades
típicas de esta composición nominal:
(a) primaria o sintética: ma_əgənne,
ma_əstăy y ma_əney;
(b) preposicional (n) o analítica: ma_əstăy
n tənwat.
Además, la comparecencia de la partícula
expletiva aše, con representación todavía en algún habla tuareg,aporta
un elemento de validación muy pertinente: su exclusivo uso poético y su
específica (y oportuna) adscripción dialectal parecen excluir una manipulación
torticera del texto.
NÚM. 6 [tanemir...]
§ «Tanemir uhana gek magék / Enehana benijime harba /
Enaguapa acha abezan. Gracias poderoso Sol / por salir un día más / para alumbrar
la noche» [Francisco Chico (Chío, Guía de Isora, Tenerife) > Eduardo P.
García (2001)].
— Tanəmmirt uγan aγeq Maγeq
/ n eγenna benn iγimme h_arwa // n wafa aša
abezzan. = ‘Gracias, joya que eres fulgor, Sol del comienzo del alba,
que tiñe siempre // de luz toda la obscuridad’. *tanəmmirt, s.
f. sing. ‘gracias’. V. [N·M·R]. *uγan, s. m. sing. ‘joya’. V. [Γ·N]. *aγeq, n. vb. m. sing.
‘resplandor, fulgor’.V. [Γ·Γ]. *maγeq, adj. vb. ¿f.? sing. ‘Sol’, lit. ‘la/lo que
posee resplandor’. V. [M+Γ·Γ]. *n, prep. ‘de’. V.[N].
*eγenna, n. vb. m. sing. ‘comienzo’. V. [Γ·N]. *benn, s.
m. sing. ‘alba’. V. [B·N]. *iγimme, 3ª pers. m. sing. aor. intens.
‘tiñe’. V. [Γ·M]. *harwa, adv. ‘siempre’. V. [H ·R·W]. *n, prep.
‘de’. V. [N]. *afa (wa),s. m. sing. ‘luz,
claridad’. V. [F]. *aša, adj. invar.
‘todo(s)/a(s)’. V. [K > Š]. *abezzan, adj. ‘negrura’, fig.‘mal’. V. [B·R·K·(N)].
N. B. Como
indica el obligado afijo personal del verbo (i-γimme), el
sujeto léxico de la oración apunta hacia el sintagma masculino singular uγan
aγeq (‘la joya que brilla’), completado por la aposición
especificativaMaγeq n eγenna benn (‘Sol naciente’),
quizá la adoración más antigua de la humanidad.
Aunque, como ya advertimos en la introducción de este
epígrafe, el género morfológico de un sujeto no responde necesariamente a su
cualidad natural o social.
Pese a quedar bien documentado en las fuentes isleñas
(Reyes 2004: 155), de momento no hay pruebas definitivas que aseguren la
condición femenina del vocablo Magheq, cuya pertenencia al panteón religioso
goza sin embargo de plenas garantías.
No menos llamativa e interesante resulta la presencia
del concepto abezzan (‘oscuridad’), versión masculina de una
voz muy conocida y perfectamente atestiguada en la isla de Gran Canaria en su
forma de femenino plural, tibizzena (‘apariencias malignas’),
que destaca el ingrediente pernicioso y maléfico atribuido al color negro.
Por último, tampoco debe pasar inadvertida otra
asociación semántica muy sugerente. A menudo, tanto en el ámbito continental
como insular, la luz (afa, f. tafat) se ha empleado
como sinónimo de ‘justicia’.
Con estos datos, no sería demasiado imprudente
extender el sentido literario de la pieza hasta la traducción: ‘gracias, tesoro
luminoso, Sol naciente, que siempre irradia justicia frente a todo mal’. “ (Dr.
Ignacio Reyes García, 2007)
Octubre
de 2012.
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