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viernes, 16 de enero de 2015

OTRAS IMÁGENES SINCRETIZADAS DE NUESTRA SEÑORA CHAXIRAXI EN LAS ISLAS CANARIAS

 

 





T A R A




TARA: En la isla de Tamarant (Gran Canaria) existe una localidad que lleva la nomenclatura  Tara. En este lugar se encontró un figura antropomorfa de barro cocido de exuberantes caderas que los especialistas han catalogado como deidad representativa de la Diosa de la fecundidad, y le ha asignado el nombre de la localidad donde fue encontrada por lo que es popularmente conocida como el “Ídolo de Tara”. Pero veamos, Tara es una Diosa conocida y venerada universalmente, pero especialmente en Irlanda, la India, y es Diosa protectora del Tibet, es la versión asiática de la Diosa Astarté-Tanit. Tara es un nombre sánscrito cuya raíz Tri significa el causativo “hacer atravesar”, “hacer alcanzar la otra orilla”, tanto en sentido propio como figurado, de ahí el sentido general de “salvar, socorrer, liberar”. Tara es por lo tanto “aquella que hace atravesar (el Océno de la existencia)” o también “aquella que hace alcanzar (la otra orilla en la que cesan los estados condicionados de la existencia)”

Tara es principio femenino de liberación, perfección de la sabiduría, y  es madre de los Budas, protectora del Tibet, Tara la bodhisatva habría nacido bajo los rasgos de la princesa “Luna de sabiduría”, que decidió hacerse monja. Los monjes le aconsejaron orar para obtener un renacimiento más propicio en un cuerpo masculino. Ella les respondió que en la realidad última, no existen ya ni hombre ni mujer así como no existen el “yo” y el “mío”, e hizo voto de continuar manifestándose en un cuerpo de mujer para ayudar a todos lo seres, hasta que el Océano de la existencia samsárica se seque.

Arquetipo del principio femenino, Tara ha podido ser aceptada en tanto que buda femenino gracias a la aparición de trantrismo. Su culto se ha desarrollado en el Tibet en el siglo XI, bajo la influencia de Atisha, fundador del orden Kadam, precursor de los Gelugpas. Pero ya en el siglo VIII, Guru Padmasambhava afirmaba que “es necesario un cuerpo humano para alcanzar la iluminación. Hombre y mujer, no hay diferencia. Pero para quien está decidido a desarrollar el espíritu del despertar, un cuerpo de mujer es más favorable.”


Tiene cuatro formas pero las dos formas más conocidas de Tara son la verde y la blanca, así como 21 manifestaciones que son objeto de una bella plegaria. La Tara verde protege de los miedos, de los peligros y de los enemigos, que ella doma pacíficamente. La Tara blanca es invocada a menudo para obtener curación y longevidad.

Tara protege a sus fieles de ocho peligros específicos que son:

1.-El miedo del León de la arrogancia (o sobre estima de sí mismo)
El Rey de los animales está bajo la marca del orgullo, y los pequeños animales tienen miedo de él. De la misma manera nosotros debemos tener miedo del orgullo que nos hace despreciar a los otros y arriesga de hacernos renacer entre los dioses (Según creencia indú). Ciertamente los dioses (deva) gozan de una gran felicidad, pero esta felicidad no es la Liberación y el ciclo de la trasmigración no se ha terminado para ellos.

2.- El miedo de la serpiente de los celos
Lo mismo que las serpientes tienen su nido en los agujeros y no salen de ellos más que para picar, de la misma manera, los celos, que tienen su nido en la ignorancia, no soportan los bienes y las cualidades de los demás. Los celos hacen renacer en el lugar de los titanes o de los semi dioses: estos se envidian entre si y se baten sin cesar.

3.- El miedo del elefante de la ignorancia
Por lo mismo que hay que controlar al elefante para que se vuelva útil, así debemos ser vigilantes hacía nuestro mental que por ignorancia nos hace acumular numerosas negatividades y puede hacernos renacer entre los animales.

4.- El miedo del Océano del deseo-apego
Erramos en la existencia como náufragos en el Océano: estamos en las tormentas y sufrimos el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. Y sin embargo estamos firmemente atados a esta vida y a sus condiciones desastrosas. Este deseo-apego es característico de la condición humana: si no es superado, es el de renacer en este estado humano.

5.- El miedo de las cadenas de la avaricia
Estamos nosotros encerrados en el samsara como ladrones en prisión, y en lugar de buscar la Liberación, nuestras almas se apegan a todos los bienes de este mundo que son otros tantos obstáculos sobre el camino de la Budeidad. La avaricia hace renacer en los pretas o espíritus ávidos.

6.- El fuego del miedo del odio
El fuego del bosque destruye todo si el viento lo favorece; de la misma manera el odio tiene el poder de destruir en nosotros todos los potenciales positivos que nos han sido consagrados al bien de todos los seres. El odio hace renacer en el lugar de los demonios en los infiernos más profundos.

7.- El miedo del fantasma de la duda
Las dudas y los puntos de vista cambiantes nos vuelven irresolutos en el sendero de la Liberación: semejantes a fantasmas, estos puntos de vista nos provocan miedo y perturban a la vez nuestros cuerpos y nuestras almas.


8.- El miedo del ladrón de los puntos de vista falsos
Como los ladrones en la orilla de los caminos, los puntos de vista falsos, tales como el hecho de no creer en la ley de la casualidad o de creer en la existencia intrísica de los agregados, nos esperan para quitarnos los puntos de vista justos y perdernos en el camino del despertar.


TEROR: El origen de Teror puede buscarse con anterioridad a la conquista y colonización de Tamarant (Gran Canaria) por la Corona de Castilla, a finales del siglo XV, si bien su población debió de ser poco numerosa hasta comienzos del proceso de colonización, como así lo atestigua la escasez de restos arqueológicos hallados en el municipio, de los cuales destaca el poblado guanche de Guanchía. 
 
               De hecho, su nombre deriva del topónimo aborigen Therore o Terori, del cual, en la actualidad, desconocemos su significado aunque es posible que tenga relación con el santo o antepasado mítico a quien estaba dedicado el santuario que existía en el pino. La población de Teror –al igual que la de Candelaria en Tenerife- nació por y para la Diosa.

La génesis histórica de la villa de Teror está unida a la aparición de la imagen de la Virgen del Pino, convirtiéndose a partir del siglo XVI, con la creación de la Parroquia en el año 1514, en el centro de peregrinación de la isla de Gran Canaria.  Se desconoce con exactitud la fecha de la aparición de esta imagen, aunque, según algunas referencias, el obispo Juan de Frías la visitó el ocho de septiembre de 1481, fecha en la que actualmente se conmemoran las fiestas en honor a Nuestra Señora del Pino.

 En torno  al templo, erigido junto al Pino Sagrado donde se produjo la “aparición” mariana, surgió el núcleo urbano en el que se construyeron las casas señoriales y palacios de la burguesía terrateniente de la zona. A partir de entonces se configura uno de los núcleos de población más importantes de la Isla de Gran Canaria, contando con Alcalde Real desde esa centuria.

La importancia de Teror como centro de peregrinación  queda atestiguada en distintos episodios a lo largo de la historia insular. Lugar de protección ante catástrofes naturales, como las constantes sequías que azotan nuestro territorio, epidemias, crisis económicas o guerras.

               En este sentido cabe destacar como, en 1588, el Cabildo Catedral de Las Palmas acordó llevar el Tesoro de Santa Ana a Teror, ante la posibilidad de una invasión; la valerosa resistencia en este municipio de las milicias populares, ante el ataque de los corsarios holandeses comandados por Pedro Van der Does, en 1599; o cómo se refugian numerosas familias en dicho lugar, por el miedo ante un posible ataque norteamericano en 1898, que nunca llegó a producirse.

El desarrollo del municipio, además de ejercer como centro de atracción de peregrinos, está íntimamente relacionado con el impulso de las actividades agrícolas y ganaderas. Si bien

               Teror no fue un lugar elegido para la instalación de las grandes explotaciones agrícolas, destinadas a los cultivos de exportación que han marcado los ciclos históricos de la economía insular, tales como la caña de azucar en el siglo XVI, la vid en el XVII, la cochinilla en el XIX y el plátano y tomate en el XX, esta Villa de medianías pronto se convirtió en un centro de producción de productos agrícolas y ganaderos de subsistencia.

A partir de finales del siglo XVII, y principios del XVIII, se produce un impulso fundamental en la economía del municipio, como consecuencia de la introducción de nuevos cultivos de gran rendimiento, como son la papa y el millo. Este crecimiento económico  tiene su reflejo en la dinámica poblacional, pues en este momento se produce el aumento demográfico más importante que registra la localidad hasta ese entonces. Teror, sobre todo después de la creación del mercado en la plaza, que, junto al  de Telde, fue el primero de la isla, se convierte en el centro dinamizador de las explotaciones agrarias de la zona. El esplendor económico de la época tiene su reflejo en la arquitectura, puesto que es a partir de este momento cuando se construye la mayor parte de los edificios emblemáticos de la villa, auspiciados por la burguesía local.

El siglo XIX, tras el nuevo modelo administrativo implantado en España tiene su reflejo en las colonias, lo que supone el surgimiento de la villa de Teror como municipio, con su Ayuntamiento propio.  No obstante, ha de hacer frente a esta nueva situación asumiendo una importante pérdida, tanto de territorio como de población, pues en este momento se produce la segregación de Valleseco, que se conforma como municipio independiente de Teror. No fue el Novecientos un buen siglo para la villa, pues sus vecinos debieron de hacer frente no sólo a los conflictos sociales originados por la burguesía terrateniente por el acaparamiento de tierras y agua, sino también a  crisis económicas, hambrunas y epidemias que arrastraron al sector más débil de la población a la pobreza extrema y a  muchos de ellos a la emigración forzosa, sobre todo a Cuba. No obstante, a medida que nos aproximamos al siglo XX  debido a la implantación paulatina de los cultivos del tomate y plátano impulsado por el capital inglés, vamos asistiendo a una mejora de la situación economicosocial.
Por otra parte, unida al municipio de Teror hallamos la conflictividad social, fundamentalmente en el siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX. Se trata de un problema "de aguas", la asignación a la Heredad de Tenoya de la mayor parte de sus aguas. De esta forma se generan numerosos conflictos relacionados con la usurpación del agua a Tenoya, por parte de los vecinos de Teror y Valleseco, integrados en un mismo municipio hasta 1842-43, aunque la parroquia no se creará hasta 1846. (Suárez Grimón, V. J.: 1993: 129)
A estos conflictos sociales debemos unir las protestas de 1810 y 1823 por las roturaciones de las tierras de Doramas, por parte de los vecinos de Moya y Guía. Por tanto la propiedad de la tierra y el agua juegan un papel fundamental en la historia de Teror, puesto que se trata de la base económica y por tanto social del Antiguo Régimen y del siglo XIX. Pero estos conflictos han llegado hasta nuestros días. Un claro ejemplo lo vemos en el problema de la explotación comercial de la Fuente Agria.
Actualmente, Teror es un municipio en expansión, tanto por su cercanía a Las Palmas de Gran Canaria como por su dinamismo económico, y por ser uno de los centros de peregrinación más importantes del archipiélago. Por un lado, mantiene, aunque en los últimos años se asista a una disminución de estas actividades, un importante sector agrícola destinado a la producción de productos para abastecer el mercado local. Por otro lado, el municipio cuenta con una industria alimenticia  de amplio reconocimiento en la isla: repostería, embutidos y aguas minerales, además de seguir siendo el lugar más importante de peregrinación de Gran Canaria, al encontrarse la Virgen del Pino, patrona de la Diócesis Canariense, verdadero motor económico de este municipio de las medianías insulares.

Teror destaca también por poseer un importante legado artístico y cultural colonial, fruto de la rica historia que ha forjado sus gentes. En este sentido, el casco antiguo  de Teror ha sido declarado “Conjunto Histórico Artístico”, por Real Decreto en 1979. Destacamos del mismo la primitiva ermita y germen de la actual Basílica de Nuestra Señora  del Pino. Data posiblemente de 1481. Fue de una sola nave y albergó la imagen de la Virgen, aunque se desconoce si es la original, “aparecida” en el  pino, o una traída en el siglo XVI por el capitán Juan Pérez Villanueva. Esta ermita se  sustituiría por otra edificación, debido a su estado ruinoso, en 1600.  El segundo templo edificado, de  mayores dimensiones, contó con tres capillas, camarín, coro y reloj. A éste se le adosó en 1708 una torre octogonal, conocida como Torre Amarilla, (recordemos que la forma octogonal está íntimamente asociada a la Diosa) siendo el único elemento conservado en la actualidad de la antigua construcción.

La actual Basílica se erige en la década de 1760, bajo la dirección del coronel Antonio Lorenzo de la Rocha. El edificio posee tres naves: la Mayor, la del Evangelio y la de la Epístola, ejecutadas con arcos de medio punto y cubierta a dos aguas. Destaca en su fachada la Torre Amarilla, antes mencionada.  La riqueza artística del templo se manifiesta  también en los cinco retablos, vidrieras, mantos, etc. Diversas obras escultóricas pueden admirarse en  el interior del templo: la propia imagen de la Virgen, que puede atribuirse al escultor sevillano del siglo XVI Jorge Fernández, o las realizadas por José Luján Pérez (el Cristo de la  Columna y San Juan). Destacan, además, varios retablos ejecutados por José de San Guillermo, del que sobresale el de la Capilla Mayor, que fue donación de la familia Carvajal y Matos (familia de noble origen canario).

La Plaza del Pino, donde se eleva la Basílica, fue mandada a construir por el coronel Antonio Lorenzo de la Rocha, siendo reformada posteriormente en varias ocasiones, e incluso  ha sido modificado el monumento de la Cruz Verde, lugar que conmemora la ubicación del sagrario de la segunda ermita.

El Palacio Episcopal es uno de los edificios coloniales más representativos del casco histórico. Los gastos de construcción fueron sufragados por el pueblo, en agradecimiento a los obispos Morán y Delgado. Lo forman  dos casas comunicadas en el interior y rematadas con dos escudos, uno que acredita que las casas pertenecían a la diócesis y otro colocado por el obispo Lluch y Garriga, al mandar construir una nueva ala en el palacio. El edificio ha sido remodelado para sus nuevas funciones de Casa de la Cultura.

El Monasterio del Cister se comienza a edificar en 1882, en un solar en el “Cercado de los Castaños”, propiedad de Agustín de la Rocha, a partir de un proyecto del párroco Judas A. Dávila. Se trata de un edificio  amplio, distribuido en tres cuerpos principales, la iglesia, el convento y el noviciado, que también se ha usado como escuela femenina. A los lados de la puerta de la Iglesia se encuentran dos medallones con los escudos del benefactor, obispo Pozuelo, y de la propia Orden Cisterciense. En la construcción del monasterio de Teror participarían también los vecinos, con sus donaciones y mano de obra.

La Casa de los Patronos es una vivienda situada en la misma plaza de Teror. En ella nació el bisabuelo de la que sería esposa del libertador Simón Bolívar, Mª Teresa Rodríguez del Toro de Bolívar. En esta casa han vivido varios patronos de la Virgen, entre ellos el linaje Manrique de Lara. La casa tiene patio central, con una fuente de cantería. Destaca la capilla, donde se exhibe un conjunto de casullas y se reverencia a la Dolorosa. En esta casa-museo están expuestas las pinturas del artista alemán, afincado en la Villa, Georg Heindrich. Además, hay objetos antiguos (vajilla, muebles, tapices), entre otros elementos de gran valor artístico y etnográfico.

               ORIGEN DE LA DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PINO EN GRAN CANARIA: El médico teldense  D. Tomás Arias Marín de Cubas, nos ha trasmitido un documento sumamente interesante sobre los comienzos de la veneración de nuestra Diosa Chaxiraxi bajo la advocación cristiana de Virgen del Pino, por considerarlo de interés para una mejor compresión del tema que hemos venido tratando lo reproducimos a continuación: “Puesta en obediencia de los Reyes Católicos la isla de Canaria por el capitán Pedro de Vera en el año de mil cuatrocientos setenta y siete: puso quien adotrinase y enseñase la fe, en varios lugares y sitios, y en uno llamado Teror distante tres leguas del Real de Las Palmas, entre Arucas y Guía que es junto a Galdar, se fabricó iglesia bajo la advocación de San Matías, y cerca de allí está un grandioso pino que tiene de alto desde su raíz al pie, hasta su última rama mide cuarenta y dos varas, que hacen doscientos ocho palmos y de grueso poco más de doce taladradas en la parte de poniente hacia las faldas de unas sierras y montañas, el tronco o primer cañón hasta donde se divide en tres gruesas ramas, mide treinta varas, donde hay ciertas piedras y tierra, y plantados  tres árboles dragos, de una altura de tres varas el más alto y un poco menos otro y el último de dos varas, y todos ellos situados en una copa de la muchas que tiene el árbol. Este pino con ser tan grande da sus frutos unas piñas muy pequeñas; la de mayor tamaño es como un huevo y los menores son del tamaño de almendras grandes, nunca se abren ni dentro tienen piñones, ni en Canaria los dan estos árboles aunque otros pinos los dan como en España pero no se abren; al pie de este árbol, había un zarzal de donde salia unos manantiales de agua que era recogida en un pozuelo, la llevaban los canarios, para dar de beber a sus enfermos, y otros tullidos de diferentes achaque venían a lavarse la parte enferma y verdaderamente sanaban, los españoles preguntaban la causa, y unos la negaban, y otros decían que allí había luces de noche, y venidos a estar en aquella tierra de los dragos, la Madre de Dios, con dos luces encendidas y otras veces que una estrella estaba continuamente en aquel sitio;  no se les daba crédito y llamabánlos de  perros idolatras; y el cura de la Parroquia de S. Matías que era portugués, el licenciado, Tristán, por vía de limosna pedía a los canarios paga por el agua del pozuelo; que la llevaban trayéndole ganado, gofio y lo que aquellos míseros gentiles tenían, para no faltar a su devoción[1][1], faltando el agua del manantial, quitaron las lozas del pie del árbol, reconociéndose que el agua viajaba del corazón del pino y estaba a modo de hueco lleno de finísima y fresca agua, faltó y se secó, dieron luego en llevar ramas, cáscaras y piñas; para de sus polvos dar a los enfermos, acreditóse esto más, con ver a los cristianos en este mismo lugar de los dragos por tres noches continuas repetidas luces, sin saber la causa;  de esto se imprimió y hubo impreso; mucho a cerca de esto, que con el tiempo no se ha podido hallar. Otro libro hubo en esta catedral que lo dio el capitán Pedro de Vera que lo hubo en Galdar, manuscrito en latín faltábanles hojas a el principio y fin. Era de los mallorquines, intitulado el testamento de los hermanos frailes, era de cuartilla en papel grueso, tampoco se sabe el fin que tuvo, daba razón de todas las islas y de otra llamada Tilla que así llamaban la madera con que cubren los techos de la casas los canarios. Continúese la devoción de Nuestra

               Señora; en que se dixo que luego que salió de canaria nuestra Señora de Candelaria[2][2], la vieron en este lugar, todos los años por el tiempo de su fiesta, y los canarios no se olvidaban de celebrar su memoria. La catedral mandó que se edificase iglesia y se mudó a ella la parroquia de San Matías y al pie del árbol se hizo un muro cuadrado de pared y almenas con su puerta para que no subiesen al árbol: es fama muy común que la Reina de los Ángeles dijo por repetidas veces a ciertos devotos suyos que allí se hiciese iglesia; la primera fue de piedra sola arrimada a el árbol, con imagen pequeña que llevó un devoto y la que hoy tiene la iglesia es de hechura muy hermosa y de prefecta obra de escultura que cien años poco más después de la conquista con otras imágenes se hicieron traer de España; que fueron Señora Sancta Ana que hoy es Nuestra Señora de la Antigua en la catedral y la imagen de la Concepción de La Laguna que encajonadas desembarcaron en las isletas de Canaria.

Lo que piadosamente se tiene es que aquella  piedras y tierra donde estaban plantados los dragos, debía estar el cuerpo de algún varón santo que en la isla muriese de los que trajeron a esta Señora o antes, desde Barcelona o Marruecos, y en haber tierra se colige ser así y en los efectos de sanar los enfermos con el agua del árbol, hojas y frutos y en que el lugar fue visitado de esta soberana princesa dejando sus santísimas plantas señaladas en una de aquellas pizarras como es público por toda la isla[3][3].

Un señor obispo hizo subir a un mozo portugués porque no hallaba quien osase en tanta eminencia arriesgase la vida[4][4], y dejó puesta una pequeña cruz en lo alto del árbol por mandato del obispo y vio lo que ya otros tenían dicho; los pies señalados de huellas de personas clara y distintamente uno más que otro, arrojó hojas de los dragos que son muy semejantes a las de los lirios casi sin diferencia abriéndolas por su parte de el tronco en dos mitades, se veía en cada parte señalada la imagen de nuestra señora con un niño en los brazos  muy prefecta diose fe de esto que se halló instrumento[5][5] y de algunos milagros que aquí se han obrado con la devoción de las piñas de éste árbol; el cual con la antigüedad y la mucha inclinación que cada día iba teniendo y estando casi hueco de alto a bajo por donde destilaba el agua se vino al suelo en día sereno y quieto día de pascua de resurrección a la noche por la noche año de 1684, a dos de abril, el día antes viéndole muy inclinado dio lugar a que le quitase la campana de la parroquia que pendía de una rama cortada de las más bajas; causó a todos los devotos mucho desconsuelo porque acompañaba su sombra la plaza del lugar y desde el pie del barranco, esta ira, pintada su forma para que haya quedado su memoria; y también el árbol drago por ser particular y no haberlo en el orbe sino en cinco islas de estas de Canaria, y en las de Madera y Puerto Príncipe de Indias  traen cierta goma de drago blanquizca y el árbol es desemejante en mucho a este de las islas; tambien se pondrá otra estampa de las cruces halladas en el laurel de la isla de La Palma; que son en esta forma. 


               Otro milagro se continúa hasta el día de este año de 1687. En Canaria en la iglesia de Nuestra Señora del Pino, un pedazo del drago que está parte del extremo de sus hojas, se puso en la cornisa de un remate de un  pilar donde está cada día brotando nuevas hojas que todos las vemos y es público el milagro continuado; hubo tres dragos, el uno hace mucho tiempo que se secó, el otro, se partió por medio como consecuencia de un huracán habrá cosa de un año poco más o menos, antes que se cayese el pino, el tercero, pudo haber vivido muchos años si no se hubiera caído el pino por la flaqueza que tuvo en el pie, como consecuencia del agua que destilaba desde arriba por el interior de su tronco hueco. Las piedras que estaban arriba (en el santuario de la copa del pino) desaparecieron recogidas por los vecinos, el que escondió la que tenía señaladas las plantas de la Virgen padece hoy muchos trabajos y aflicciones, este vecino la dio a ciertos navegantes de Indias que halla han padecido graves calamidades.[6][6]>>(Tomas Arias Marín de Cubas, op.cit.)

Continua D. Tomás describiéndonos las fuentes sagradas de aguas medicinales utilizadas por los canarios, no olvidémos que D. Tomás era médico, y por tanto interesado en los efectos curativos de éstas fuentes, razón por la que se tomó tanto interés por las mismas:

<<Cerca de este sitio está una fuente de agua agria que vienen a llevarla para diversos enfermos que dicen se hallan bien con ella aunque a las mujeres no les es de tanto provecho, mezclada con vino hace purgar a los hidrópicos las superfluidades, es provechosa a los que padecen temblor, convulsiones de nervios, epilepsia o mal de ojo corazón, gota artrítica y dolores fríos, y en sufocación de útero mezclada con miel, y para hipocondríacos ir a aquel sitio a usar de ella aprovecha mucho, y vienen de otras islas a esta a beberla, fuera bueno si la usaran para baños por ser desecante alvuminosa más que sulfúreas para estómagos que padecen vómitos, ansias que son especie de convulsión, y los que escupen sangre y que frecuentemente la tienen de espaldas, y las que padecen los meses largos,[7][7] y a las que sin causa manifiesta, frecuentemente mal paren, y a los que demasiadamente tienen sudores, y tumores de piernas y varices si a tiempo oportuno se bañaran en ellas.

Otras más fuentes de esta agua luminosa, más o menos fuerte se hallan; en el barranco que llaman de Guadalupe, están junto a unas higueras de canarios dos fuentes admirables una cerca de otra (deben ser las que dice Pomponio Mela) arrojan dos buenos arrojos cada una del grueso de un brazo y más de agua muy clara y trasparente, una tiene el sabor tan agrio que imita el zumo de las Limas o al agrio de las sidras. La otra su vecina es dulcísima sobre manera de excelente agua y juzgándose como la primera se abtuvieron de probarla, el lugar ofrece además la posibilidad de refrescarse, especialmente durante el mes de agosto con buenos higos de aquellas higueras que son muy antiguas.

El agua que mana de esta fuente que es agria, las que he visto que serán cuatro o cinco en esta isla, mana de diverso modo que las demás dulces porque es hirviendo, a modo de una olla o caldero, con mucho fuego lleno de agua, y alguna produce alrededor un salitre muy blanco o leve y esponjoso, que resulta al  gusto muy acre. Críanse de esta agua en el barranco de Cazares y en el Ganeguin muchos juncos marinos que dice Plinio en estas islas es papiro; tiene en sí otros manantiales que no han tenido ocasión de descubrirlos por ser la isla abundante de buenas aguas como hemos dicho en otra parte.  (Tomas Arias Marín de Cubas, [1684] 1993)

Durante más de un siglo, los canarios continuaron practicado sus ritos en el Santuario del Pino sin que los curas católicos se injiriesen en exceso en los mismos excepto para esquilmar a los canarios a cambio de hacer la vista gorda ante las continuadas prácticas religiosas ancestrales, hasta que un obispo de carácter poco tolerante-posiblemente Cristóbal de la Cámara y Murga- decidiese cristianizar el santuario del Pino Santo de Aterure, mandando a implantar una cruz cristiana en el mismo[8][8].

Como es habitual en la iglesia católica, al sincretizar los lugares de culto y cristianizar las imágenes “paganas”   rodean este hecho con infantiles leyendas que la piedad de los fieles les induce a aceptar ciegamente, aún en aquellos con cierta preparación intelectual. La conversión de la Diosa Tanit o Chaxiraxi no se libró de este proceso culturizador y desposeedor de la propia identidad del verdadero culto de que era objeto.

Una de las leyendas menos fundadas pero sostenida por determinados sectores poco informados, atribuye la “aparición” de la Virgen del Pino nada menos que al Obispo Juan de Frías, sevillano, quien a su condición de Obispo cristiano unía la de sanguinario mercenario, este “santo varón” durante la conquista de Canaria, cortó más cabezas de canarios que el propio Juan Rejón, no en vano el historiador Rumeu de Armas, dice de él que fue “el primer conquistador de Canaria”. Es difícil de creer que la Diosa cristiana o no se apareciese a un individuo de tal calaña, el cual dirigió personalmente a las tropas mercenarias en varios ataques contra los canarios y además gustaba de portar personalmente el denominado pendón de la conquista durante los combates, aunque es posible que éste hubiera visitado el lugar.


Otra leyenda con más visos de aproximarse a la realidad histórica, nos la transmite el prebendado del siglo XVIII, Fernando Hernández Zumbado en los siguientes términos: <<Nuestros padres nos han dicho que, dirigidos por un resplandor maravilloso, la encontraron (a la Virgen) en la eminencia de un pino, rodeada de tres hermosos dragos, de cuyas ramas se formaba una especie de nicho; que una lápida tersa le servía de peana y que del tronco de aquel árbol nacía una fuente perenne de aguas medicinales (finales del siglo XV).>>

La primera reseña escrita en castellano en torno a Nuestra Señora de Teror (del Pino) no aparece hasta 1634.

El que este santuario natural escapara durante tanto tiempo al férreo control de la iglesia católica, se explica por el hecho de que al ser la zona bastante fría y desapacible, era poco atractiva para los europeos, siendo los habitantes de los alrededores básicamente canarios los cuales debido precisamente a este aislamiento pudieron continuar practicando sus antiguos ritos, como hemos dicho, sin más molestias que la de los párrocos de San Matías, hasta que el mencionado Obispo Cristóbal de la Cámara y Murga, tomó cartas en el tema del santuario debido a la importante afluencia de fieles que asistían al mismo, los cuales debían ser debidamente canalizados hacía unas prácticas más profundas del cristianismo, creándose la leyenda de la “aparición” de la Virgen a este Obispo.

Esta leyenda está ampliamente recogida en diversos autores, entre ellos: Francisco López de Ulloa (1646), Juan Núñez de la Peña (1676), Fray José de Sosa (1678), y el tantas veces citado Tomás Arias Marín de Cubas (1687) Fray Diego Henríquez (1714).

En abril de 1684 se hace una investigación sobre el suceso de la “aparición” por el cura de Teror Juan Rodríguez Quintana, en la cual como era de esperar se aceptó la tradición cristiana de los colonizadores.

Como la iglesia católica gusta de mantener sus tradiciones como base de su sustento, en 1693, se investiga otra vez los supuestos hechos a instancia de Bartolomé Sánchez Ortega y, ante el escribano Lucas de Bethencourt Cabrera, varios testigos declaran que la imagen fue traída de España por el capitán Juan Pérez de Villanueva y su mujer María Sánchez de Ortega. Aún posteriormente, se volverá sobre el tema sin añadir nada nuevo.

Tras la caída del pino, la piedra, con grabados podomorfos que había servido de peana a la imagen de la Virgen, es buscada afanosamente, no aparece por parte alguna.

Se le atribuye al vecino Fernando Pérez Quevedo, que aprovechando la confusión que se produjo con la caída del pino, consiguió hacerse con ella y llevarla a Las Palmas de Gran Canaria; y que más tarde fue embarcada en el navío de Baltasar Padilla, el cual se hundió en la travesía hacia España.

A la “Santa Inquisición” le preocupaba el hecho de que el culto rendido a la imagen del pino no era todo lo ortodoxo que la iglesia católica acostumbraba. Hay constancia documental de que en 1788, el Tribunal de la Inquisición en Canarias dirigió a la Suprema de Sevilla una extensa exposición en la que detallaba cual era el complicado ceremonial seguido cada vez que la Virgen salía de su santuario y bajaba a la ciudad para implorar remedio contra el hambre, epidemia o la falta de lluvias, Así se manifestaban: “El pueblo ignorante que ve todo este aparato, cree que el remedio a todas las necesidades es la Virgen del Pino, que puede más que Dios, y que no trayéndola, no hay remedio para su miseria; y si el Cabildo tarda en determinar la venida, después que se pide, claman contra los canónigos”. Como se puede deducir, a pesar de la aparente cristianización del pueblo canario, éste deposita su confianza celestial en la Diosa y no en el Dios cristiano. Ya siglos antes, el Obispo Cámara y Murga, en las Sinodales de 1629, en la constitución 31 prohíbe que, se hagan votos de dejar sin mamar a los niños, o sin comer o beber a los animales, en fiestas de algunos santos, hasta después de las procesiones. Como se puede deducir, hasta esas fechas los canarios continuaban practicado su ancestral manera de rogar a las divinidades, en este caso, está latente el rito de la petición de lluvias.

Esta resistencia popular a abandonar el culto a la Diosa-Madre, se mantiene en la sensibilidad espiritual del pueblo canario actual, ello lo podemos constatar en las múltiples romerías que dedicadas a nuestras vírgenes tienen lugar en los diferentes pueblos de las islas durante todo el año, además de las frecuentes manifestaciones públicas mediante los medios de comunicación con que frecuentemente los ciudadanos exponen su malestar o desacuerdo con las directrices que la iglesia colonial católica trata de continuar dirigiendo la vida espiritual de los canarios.

(Tomado de:

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