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lunes, 31 de agosto de 2015

LAS DIOSAS MADRE



Las imágenes más antiguas a través de las cuales los seres humanos dieron forma a una idea son las denominadas venus o Diosas-Madre. Su presencia se extiende por toda Europa, Asia, África, Australia, América… bueno, podría decirse que estas imágenes llegaron a todas partes, como la coca-cola. Esto es realmente significativo, manifiesta una idea con gran arraigo entre las personas de todo el mundo hace más 30.000 años (probablemente es muchos miles de años más antigua), una idea que se fue diversificando y adaptando a las necesidades del momento, pero manteniendo sus signos distintivos comunes. 

¿A qué idea me estoy refiriendo?... pues a la de la creación y regeneración de la vida, algo materializado por nuestros antepasados en  las mujeres y las hembras de los demás animales. Eran ellas las que traían la vida al mundo, la alimentaban y cuidaban hasta que pudiera valerse por sí misma. La supervivencia del grupo dependía de ellas.   Hasta hoy nos han llegado historias de tribus actuales, como los aborígenes australianos, que evocan en sus pinturas a su “vieja” o “madre de la tribu” que llegó al norte de su continente con forma de serpiente y parió a sus antepasados.
La forma de representación más común de estas venus ha sido la de pequeñas figuras femeninas de unos 5 a 25 cm. de hueso, barro cocido, piedra… pero es probable que existieran muchas de madera, pero por su escasa durabilidad no nos han llegado hasta hoy. Pero también en las paredes de las cuevas se han grabado o pintado formas que no son una mujer en sí misma, pero la representan por medio de vulvas o triángulos púbicos. Así, el nivel de abstracción de estas figuras es muy diverso, a veces bastaba únicamente con remarcar las vulvas para que todos supieran a qué se referían: la puerta hacia la vida, fertilidad. Por ejemplo, hoy en día el símbolo    es reconocible por muchas personas, para otras no significa más que una moda o un dibujo para llevar en una camiseta. Realmente este símbolo representa el Ying y el Yang, y tras el mismo hay toda una filosofía, de igual manera cualquier otro símbolo en la pared de una cueva representaba muchas cosas para aquellas personas del pasado.
 Así mismo, se asociaba con otros símbolos de feminidad dependiendo de la época o el lugar, como pájaros, serpientes, lechuzas, toros… aunque suene un poco raro son muchas las asociaciones encontradas y por eso se llega a estas conclusiones. Sería como la asociación que nosotros realizamos entre un animal real como una paloma y un concepto abstracto como la paz. Para otras culturas puede resultar absurdo, pero para nosotros significa mucho ver una paloma con una ramita en el pico, aunque no sea un animal tan pacífico como parece.
He de decir que este es uno de mis temas preferidos, no solo por este simbolismo sino porque estas figuras o representaciones se han mantenido durante milenios desde los orígenes más remotos de nuestra especie hasta hoy en día.
Con la llegada de la escritura muchos de estos cultos quedaron registrados en libros y nos dan una idea del significado global de los mismos haciendo de hilo conductor de ritos mucho más antiguos. Pero no hay que irse lejos para ver la gran importancia de esta idea de vida, regeneración, poder fecundador o como se le quiera llamar. Entre nosotros continúan cultos que tienen una antigüedad mucho mayor de la que la religión actual ha querido pretender, como el culto a santa Brígida o a la mismísima María, por citar algunos ejemplos. Las distintas religiones han batallado duramente para eliminar este tipo de creencias, algunas han optado por absorber esos cultos disfrazándolos de cristianos, otras lo han eliminado casi por completo, como el Islam y el judaísmo. Es bastante curioso adentrarse en profundidad en esta adaptación a los nuevos tiempos de cultos antiguos. En la actualidad podemos ver como en Brasil se funde el catolicismo con ritos africanos y el Islam también tiene algún rasgo heredado de una creencia distinta y anterior, como la adoración al meteorito de la Kaaba, en La Meca. 
Me imagino que muchos de vosotros profesaréis algunas de estas religiones, las más influyentes en la actualidad sin contar con las orientales. En su nacimiento y afianzamiento tuvieron sus encontronazos con las religiones anteriores hasta hacerse un hueco en la historia. Así, la divinidad femenina que desde nuestros orígenes ha representado a la idea espiritual más universal y antigua, fue siendo poco a poco desplazada. Espero que esto no suponga un disgusto para vosotros, simplemetne es la la evolución que han tenido hasta hoy.
Por todo esto que he explicado, cada vez hay más gente que muestra interés en saber más pues ahora las investigaciones tienen vía libre. Novelistas (como José Luís Sanpedro, Lorenzo Mediano, Jean M. Auel…), periodistas, prehistoriadores, científicos… y es que se vuelve a hablar de uno de los cultos más populares de nuestros antepasados, un culto que había sido muy importante hasta hace tan solo unos cuantos siglos (las grandes religiones monoteístas existen hacen menos de tres mil años). El escritor Pepe Rodríguez dedicó su libro “Dios nació mujer” a este tema, al igual que el cirujano y neurólogo Leonard Shlain en “El alfabeto contra la Diosa” (ver sección "Librería prehistórica")
El número de estatuillas encontradas, sólo en Europa y Oriente Medio, pertenecientes al paleolítico y neolítico es tan numeroso que me resultaría difícil hacer una lista. 
La mayoría se caracteriza por estar desnudas o semi-desnudas y sin apenas adornos. Se trata en su mayoría de mujeres maduras, madres, con rasgos sexuales muy pronunciados. Sus caderas, vientre y pechos son grandes, por eso también se las llama venus esteatopígicas (del griego: esteato es grasa y pigos es nalgas). La cara no tiene rasgos (salvo alguna rara excepción) y sus brazos son casi inexistentes. También sus piernas y pies están menos elaborados, presentando una forma puntiaguda para poder ser hincados en el suelo u otra base blanda. Algunas tienen restos de color, reflejan algo de vestimenta o tocados, pero lo que realmente es común a todas es su acentuada sexualidad. 
Todo esto hizo que muchos de los primeros prehistoriadotes las calificaran como juguetes sexuales y obscenos de aquellos lejanos antepasados (los hombres siempre pensando en lo mismo…), pero esta hipótesis está descartada desde hace mucho tiempo.
La desmesurada acumulación de grasa que muestran estas figuras hace pensar si también era un signo de salud y por lo tanto belleza. Desde luego, la supervivencia durante la última glaciación, con un frío cada vez más intenso, fue muy dura. Una mujer bien alimentada tenía más posibilidades de parir hijos sanos y alimentarlos. De hecho, las adolescentes no tienen su primera regla hasta que su cuerpo no ha acumulado la mínima cantidad de grasa necesaria que las permita ser fértiles con seguridad. 
Así, todos estos símbolos sexuales vienen a reflejar la fuerza de la vida gracias a la cual se aseguraba la existencia de la tribu. Engendrar y dar a luz debía conferir a la mujer la materialización de este hecho tan trascendente. La Magna Mater representa el misterio y el milagro de la vida frente a la muerte, pero también cuidaba de sus hijos tras la misma, acogiéndolos en su seno, en la tierra, porque la Madre Tierra es la que sustenta la vida y la regenera en un ciclo sin fin.
Sibylle von Reden lo entiende de la  siguiente manera:
 “En la fase más antigua, en la que todavía no se reconocía una relación entre el hecho de engendrar y el de dar a luz, la mujer, la engendradora, aparecía como la fuerza creadora todopoderosa, que dominaba sobre el hombre y el animal, sobre la vida y la muerte. Como Gran Madre encarnaba el deseo humano de fertilidad así como la esperanza de superación de la muerte, a la que el hombre de la Edad de Piedra, que pocas veces alcanzaba una edad superior a los 25 ó 30 años, se enfrentaba mucho más directamente que el hombre de hoy. Su signo mágico, la vulva, la puerta hacia la vida, se grababa en la roca en los lugares de culto o se esculpía en relieve desde los más antiguos tiempos auriñacienses. En forma de cauríes acompañaba a los difuntos a la tumba, como amuleto, quizá para asegurarles la resurrección”.
 Con la llegada de la agricultura el culto a esta idea permaneció, la Madre Tierra sustentaba los frutos y los animales. Se construyeron templos megalíticos como morada de los muertos en el seno de la tierra de donde nacieron, los de Malta son muy significativos, pero también en el sur de España, por toda la costa atlántica hasta Irlanda, Gran Bretaña, Francia… se encuentran los mismos modelos.
  Como podéis ver, el tema es extensísimo y aquí solo pretendo dar una idea muy general de lo más básico. Con tan solo escarbar un poquito en cualquier cultura encontraréis referentes lejanos a estos cultos tan antiguos de la humanidad. Sin duda, en los tiempos en los que vivimos resulta interesante escuchar la voz de nuestros antepasados al respecto porque estamos convirtiendo a la Madre Naturaleza en hija nuestra, tal y como dicen E. Carbonell y R.Sala en su libro “Aún no somos humanos” y eso “nos conduce a la pérdida de su tutela, nos puede transformar en huérfanos o en creadores dependiendo de nuestros planteamientos y de la capacidad de los humanos para responsabilizarse de nuestro destino”.
Para terminar, me gustaría poner aquí las palabras de Pepe Rodríguez que resumen perfectamente la esencia de estas representaciones prehistóricas, una esencia que ha sobrevivido hasta nuestros días en que vuelven a la luz con más fuerza:
En tiempos ya históricos muchas divinidades femeninas adoptaron diferentes aspectos de esta diosa ancestral generadora de todo lo creado, la antigua madre de la tribu era ahora la madre patria. Estas formas son distintas pero confluyen en el mismo concepto: las diosas de los animales, de los campos, de los cereales, de los árboles, de la salud y la curación, del amor y la sexualidad, de la guerra y la victoria, de la sabiduría, del cielo, el sol y la luna, de los muertos… en fin, sus títulos son muchos y hasta nosotros han llegado como Afrodita, Pachamama, Astarté, Artemisa, Isis, Anapurna, Amaterasu, Cibeles, Diana, Istar, Hator, Europa, Kali, Hera, Sarasvati, Tara, Satene, Venus…
“El hallazgo fundamental de la ideación de la Diosa fue concebir  un concepto totalizador capaz de integrar sin fisuras el macrocosmos y el microcosmos. Como ente asimilado a la fisiología femenina y a su rol maternal, la Diosa no sólo tenía la capacidad partenogenética y nutricia que la señalaban como causa y sostén del universo, sino que ofrecía un cuerpo cósmico, cual útero, en cuyo interior se gestaban todos los estados del ser como un continuum. La muerte y la vida se sucedían como la noche al día, eran complementarias e inevitables, dando lugar a una existencia sin fin. Ninguna formulación religiosa posterior ha sido tan holística, inteligente y tranquilizadora como la Diosa. Ningún dios varón, por muy Dios Padre que se haya erigido, ha tenido ni tendrá jamás la capacidad de integración y de evocación mítica de la Diosa”.
(“Dios nació mujer”- Página web de Pepe Rodríguez: www.pepe-rodriguez.com



domingo, 30 de agosto de 2015

La evolución del culto a la Diosa madre


Casi todo el mundo conoce las famosas “Venus paleolíticas”, talladas hace más de 20.000 años que representan mujeres con los rasgos sexuales hipertrofiados; senos, vulva, nalgas o caderas aparecen mucho mayores en relación al resto de la anatomía de la escultura. Poco sabemos de su significado ni, realmente, cuando el ser humano empezó a crear estas figuras, las primeras tallas probablemente fueran en madera y de ellas no quedan rastro después de tanto tiempo.

¿Qué significaban para los hombres paleolíticos que aún vivían en una sociedad nómada, estas esculturas? Nada se sabe con seguridad pero algunos elementos de las figuras nos permiten inferir que tendrían un valor mágico religioso, ya fuera como amuleto, totem o figura propiciatoria. Los rasgos femeninos sobre desarrollados apuntan a que estamos ante unos símbolos de la maternidad o la fecundidad (algunas Venus parecen estar dando a luz o representar a mujeres en cinta).
El culto a lo femenino o a la Gran Diosa nos ha acompañado desde entonces y se ha ido concretando de diversas maneras en las diferentes religiones históricas que conocemos.
La Tierra ha sido el modo más frecuente en como se ha manifestado este culto a la Diosa Madre que ha sido, en muchas ocasiones, identificada como la Madre Tierra. La tierra tiene innumerables valencias simbólicas, es el sitio sobre el que se pisa y se está. En los pueblos primitivos la tierra es algo inmediato y sólido, asiento de toda vida, por ello consideran que la tierra es una unidad cósmica creadora y activa: todo lo que en la tierra es, es una gran unidad. Por esta razón muchos pueblos se consideran “hijos de la Tierra” en un sentido más profundo de lo que nuestra conciencia profana puede entender.
“Lo que prueba que la hierofanía de la tierra ha tenido antes forma cósmica que propiamente telúrica (esta no se impone de manera definitiva hasta la aparición de la agricultura) es la historia de las creencias sobre el origen de los niños. Antes de conocer las causas fisiológicas de la concepción, los hombres han creído que la maternidad era debida a la inserción directa del niño en el vientre de la madre. […] Lo importante es la idea de que los hijos no son engendrados por el padre, sino que, en un momento más o menos avanzado de su desarrollo, vienen a ocupar su lugar dentro del claustro materno a consecuencia de un contacto de la mujer con un objeto o con un animal del medio cósmico circundante.
[…] El padre humano no hace sino legitimar esos hijos, por un ritual que tiene todos los caracteres de una adopción. Los hijos pertenecen ante todo al “lugar”, es decir, al microcosmos circundante.”
Mircea Eliade; Tratado de Historia de las Religiones; Editorial Cristiandad, primera reimpresión 2011, pp. 367-368.
Esta visión cósmica de la Tierra, de la que todos los miembros del clan se sentían literalmente hijos, fue sustituida por una visión más telúrica con la llegada de la agricultura. Efectivamente, una vez que el hombre descubre la agricultura la tierra para a ser algo sobre lo que trabajar y, por lo tanto, transformar. La Tierra en la mentalidad agrícola manifiesta su sacralidad como sustento del cosmos, mientras que en las sociedades neoliticas la Tierra se sacraliza con el esfuerzo y cuidado de los hombres hacia ella, nace el rito agrario. Ejemplo del enfrentamiento entre estas dos sensibilidades sobre el valor sagrado de la Tierra es el ejemplo que cita Mircea Eliade (ELIADE; op. cit.; p 370) de James Mooney:
“Un profeta indio, Smohalla, de la tribu umatilla, aconsejaba a sus discípulos que no trabajaran la tierra porque `es un pecado -decía- herir o cortar, desgarrar o arañar a nuestra madre común con los trabajos agrícolas ‘. `Me pedís que labre la tierra. ¿Cogería yo un cuchillo para hundirlo en las entrañas de mi madre…’ “.
Otro ejemplo de esta evolución de la sacralidad de la Tierra es la sustitución, en Grecia, de Gea por Demeter. La Madre de Todo se transforma paulatinamente en una divinidad agrícola. En las primeras sociedades agrícolas, el culto a la Diosa Madre en la forma de Diosa de las cosechas ha estado muy implantado. En ocasiones esta Diosa Madre exigía un matrimonio sagrado con un sacerdote del culto que era, o no, sacrificado para asegurar la nueva cosecha. Las           Diosas Madres de las sociedades agrícolas aparecen frecuentemente con un compañero más pequeño que suele ser su hijo aunque en la evolución patriarcal de ciertas culturas ese acompañante se convierte en su esposo.
El hijo de la Diosa adquiere en este contexto un enorme valor simbólico: representa la cosecha que nace y muere todos los años pues, del mismo modo, el hijo de la Diosa muere, o es sacrificado, en la narración mitológica o en el ritual para resucitar más lleno de vida. Las similitudes entre esta estructura religiosa y el culto del cristianismo católico a la Virgen María son evidentes incluso en la imaginería.
En estas sociedades agrarias, en asociación al culto telúrico a la Tierra, surge con fuerza un modo de pensamiento enormemente influyente en la historia de la humanidad: el optimismo soteriológico. Según esta mentalidad, la muerte no es solo el final sino también el principio de una nueva vida. Ciertamente, las sociedades agrarias están acostumbradas a observar la transformación cíclica de la tierra, de fértil a yerma y de nuevo a fértil. La planta que muere hoy, resurgirá la próxima primavera; este hecho inspira en los pueblos agrícolas la idea de que vida y muerte son un ciclo incesante.
Todo no acaba con la muerte. Del mismo modo que el campesino puede dar nueva vida a la tierra con su esfuerzo, es posible que gracias a nuestro esfuerzo espiritual revivamos tras la muerte en otra forma.
La fijación por la virginidad es un rasgo típico de las sociedades patriarcales que pretenden negar o controlar en la mujer su capacidad para engendrar hijos. Las diosas se van transformando en meros receptáculos de la semilla divina, perdiendo su importancia frente a los dioses padres. Así la diosa madre queda transformada en tempestuosa esposa, como Hera, en monstruo abatible por el héroe de turno, como Gorgona, en ninfa, en sirena…
En cualquier caso, es evidente que el culto a la diosa no ha muerto, solo se ha transformado. Es llamativo como el simbolismo y el culto a la Diosa Madre se ha manifestado en ubicaciones geográficas muy dispares y sin aparente contacto. Pachamama, Virgen María, Isthar o Maya son formas de aparecerse lo sagrado que es su diversidad ocultan un mismo arquetipo tan relegado espiritualmente por algunos.
Hoy en día la Asamblea General de Naciones Unidas considera la “Madre Tierra” como una expresión utilizada en diversas culturas para referirse a nuestro planeta y que ejemplifica la interrelación profunda entre todos los seres del globo. La hipótesis Gaia, del químico James Lovelock, que plantea que nuestro planeta se comporta como un sistema autorregulado para posibilitar la vida, es una reactualización científica de ese sentimiento o esa necesidad de unión entre la Tierra y el hombre y todos los seres que viven en ella.
Fuentes para la redacción del artículo:
- Mircea Eliade; Tratado de Historia de las Religiones; Editorial Cristiandad, primera reimpresión 2011.


sábado, 29 de agosto de 2015

RASGOS CRONOLÓGICOS GENERALES


1.      Este capitulo parte de una incógnita que nos remonta al inicio de los tiempos, donde existía sólo el vacío del cual se produce la vida, el origen del mundo y su evolucion.
Desde el nacimiento de la historia , cada cultura ha encontrado una respuesta al misterio de la existencia, y en muchas de ellas el principio femenino es la fuente de la creación de todas las formas de vida sobre nuestro planeta, evidentemente la posición de los científicos reconoce que en el principio existía el gran vacío, y lo que desde una cosmovisión ancestral era el momento inicial del amor cósmico, los físicos lo llamaron el "Big Bang" y desde una perspectiva que entrelaza la teoría creacionista y evolucionista se establece que hace unos cuatro y medio billones de años el planeta Tierra se puso en órbita como el tercer planeta en torno al sol.
En el transcurso de millones de años de evolución apareció la vida bajo complejos sistemas que requerían diversidad y cooperación con el fin de garantizar la supervivencia.
Las ancestras y ancestros totémicos y tribales pertenecían a grupos específicos. Así existe el "pueblo serpiente", "el clan del oso", etc... Cada grupo desciende de una serpiente original universal o de una osa universal, etc. El clan al que hemos pertenecido en nuestra primera encarnación en la Tierra. Las ancestras y ancestros primordiales son seres sobrenaturales que pertenecen a los distintos mito de creación en el mundo, quienes crearon la Tierra y las estrellas e influencian y sostienen todas las formas de vida a través de las eras. Hay tantos mitos de creación como culturas en el mundo, pero también hay algunos que son universales.

La Gran Madre promete abundancia, nacimiento, crecimiento, armonía, comunidad y relación. Fue la proveedora original, la socializadora, la madre ?amante- maestra significa el desarrollo de la agricultura y las primeras civilizaciones surgidas durante el Neolítico.
La estatua que se muestra a la izquierda fue esculpida en la arcaica ciudad de Catal Hüyuk (actualmente, Turquía), unos 20.000 años más tarde que la Venus de Laussel. Como Marija Gimbutas observa, "la temprana agricultura debe haber crecido alrededor del altar de la Diosa Madre, el que así se convirtió en centro social y económico, al mismo tiempo que lugar sagrado, germen de las futuras ciudades.
En el período de la historia cuando se produce la retirada de los hielos y aparecen nuevas tierras, los grupos humanos existentes empezaron a emigrar y entremezclarse. En el mundo antiguo se concebía a la Tierra como un cuerpo vivo, un ser vivo, reconocido desde el comienzo de los tiempos como la Madre Tierra. El poder de la vida tiene su origen en el contenido de la naturaleza.
Hace cincuenta mil años nuestros antepasados comenzaron a dejar huellas de su linaje, de sus creencias, costumbres, de su forma de relacionarse en el entorno natural de esa época en el que se extendían valles cubiertos por plantas comestibles y variedad de frutos, rebaños grandes y aves migratorias, ríos, arroyos puros, llenos de una variedad de peces. Pequeños grupos se asentaron en gigantescas cavernas de Francia, Suiza, España, Palestina, en las que se protegían de las adversidades del tiempo y posibles amenazas de animales.
Lo que se puede observar en el Paleolítico es la existencia de una cultura que se prolongó al menos durante 50.000 años con una figura central, la Gran Madre, que instituyo una cultura artística, el amor a la vida, la creencia en el más allá, una relación simbiótica con los animales, las plantas, un profundo respeto por los ciclos naturales de la Tierra y la mujer que aseguraba la continuidad del grupo, garantizaba y protegía la fecundidad y la abundancia.
Las primeras comunidades primitivas llamados clanes se asentaron, en medio de la naturaleza la cual les proveía de todo alimento, las que en gran parte del mundo no tenían grupos elite, ni propiedad privada, compartían por igual la tierra, los alimentos, las mujeres, los hombres e hijos. No tenían la idea de protegerse contra la violencia o el ataque de otros grupos, en este tiempo se podía tomar libremente los frutos, y la caza era abundante, estas culturas muestran signos de una convivencia pacifica, sin armas, no se conocía la guerra, la violación, la invasión, el robo y en todos estos grupos la concepción de la Diosa era fundamental.
Así el ser primitivo tenía una conciencia sobre su alma, su cuerpo, sobre los árboles, las estrellas, el trueno, y todos los fenómenos del mundo exterior, tenían una participación mística, en la que la fertilidad era imperativa en la vida, era sinónimo de poder y esto pesó en la importancia de los misterios de una época en la que la magia de las mujeres dominaba el plano temporal y también el espiritual.
La relación de respeto que se establecía entre el hombre primitivo con la mujer era por el símbolo que representaba, igualmente como la tierra era fecunda, la mujer tenía este don de dar frutos, y ella era la encargada de la supervivencia de la especie.
Martín-Cano tiene dice al respecto: "En este proceso evolutivo se puede comprender que el ser humano es un ser social, con capacidad de  organización para enfrentar desafío, es en este momento donde el poder erótico de la mujer fue uno de los motores de socializacion de los clanes humanos, por el hecho de estar en contacto con su desarrollo emocional y sexual, daba cohesión y fortaleza al grupo. Los vínculos sociales estaban ligados al instinto natural, y se observa una gran organización de las mujeres para solucionar las dificultades que se les presentaba en el parto, el cuidado, la crianza, lo que pone de manifiesto una especie de hermandad de las mujeres".

FAMILIAS MATRICÉNTRICAS

Los primeros grupos humanos serían familias matricéntricas, grupos estables que se compondrían de madre y sus bebés, igual que las familias de los primates.
Las madres son las que les han procurado la mayor parte de los alimentos diarios y han creado fuertes vínculos de manera permanente. En los grupos prehistóricos humanos, la madre sería de mucha importancia, ya que tenía la capacidad de crear vida, de sustentar la vida, de perpetuar la especie humana.
La agricultura primitiva se inicia con las mujeres, debido a su conocimiento y relación intima con los ritmos de la naturaleza, y las plantas, esta actividad marca un avance radical en la relación con el entorno y los miembros de las tribus.
  1. Primeros Indicios de organización social en los pueblos del mundo.
  2. El Matriarcado como primera coyuntura de la mujer en la sociedad.- Concepciones religiosas, esotéricas y místicas.
En estas culturas tempranas tanto en el paleolítico y el neolítico las mujeres ejercían una importante posición en la estructura social comunitaria y constituían el elemento primordial en la familia. Además el arte y el modo de subsistencia que se desarrollaba nos muestran un profundo respeto por la vida, por la deidad femenina que manifestaba abundancia, fertilidad y prosperidad en todo cuanto tocaba. La estructura social de estas culturas al parecer igualitarias y no jerárquicas, un modelo armonioso de coexistencia, sin impulsos agresivos ni de competencia se ligan a las características esenciales de un sistema matriarcal.
"La era matriarcal, un período en el que nuestros antepasados femeninos influyeron de modo importante sobre la sociedad y sobre las mujeres mismas. Los valores predominantes eran por entonces los valores de las mujeres, un tiempo en el que se concebía la armonía a partir de la naturaleza cíclica interior, un tiempo en el que se valoraban las intuiciones y los sueños. Era una de las religiones más viejas del género humano en donde los valores femeninos y masculinos no estaban polarizados."
En la imagen de la Madre Paz, la Emperatriz como Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron pequeñas figurinas de "Venus" embarazadas, que pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y Rusia (alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su vientre abultado.
La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la antigua domesticación de animales protectores, como el signo astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es "el signo de las madres" y está vinculado con las Pléyades y Venus, el planeta regente de la Emperatriz.
La fusion entre espíritu y materia, la Diosa dentro del cuerpo. En las civilizaciones primitivas, el ritual estaba integrado al ciclo de plantación y cosecha, nacimiento y muerte, un homenaje ofrecido a la Gran Madre por su regalo de fertilidad. Como en el caso de Catal Hüyuk, las ciudades fueron construidas sin fortalezas, sugiriendo que la gente había encontrado caminos pacíficos para compartir el espacio. La propiedad era de posesión común y transmitida por línea femenina representada en la sacerdotisa y el templo, exactamente como hoy día la descendencia matrilineal es reconocida entre algunas culturas africanas y nativas americanas.
CONCEPCIÓN ESOTÉRICA
Las mujeres, no aceptan la muerte como un fin, al no concebir un cielo o un infierno en el sentido cristiano, aceptan como tantas otras religiones de la antigüedad, el proceso de la reencarnación.
La autora Mariechild dice: "... Creen en la magia porque admiten al mundo como algo más que una realidad física. La magia no actúa contra la naturaleza, la magia de las mujeres era el resultado de una profunda comprensión de cómo trabajar y actuar conforme a ella, la relación con la misma naturaleza permitía la unión con sus ciclos, tenían la visión y sus facultades abiertas, los cinco sentidos completamente descongestionados y aperturados hacia dentro y fuera, además del sexto sentido, el psíquico, el que les permitía la conexión con el mundo más allá de lo físico. Cuando estas facultades son desplegadas, se tiene acceso a la energía y a la información espiritual y síquica, la sensibilidad síquica por si sola".
La magia, por aquella época no era sólo un medio de adivinación del futuro, ni la comunicación con los espíritus o hacer que la propia voluntad trabaje siguiendo varios fines, era un arte, llamada el arte de los sabios, y requería de una mente integra, de pensamientos, sentimientos e intuición capaz de proporcionar una conexión significativa entre el mundo material y el mundo espiritual. Las civilizaciones anteriores a los dioses eran al mismo tiempo matriarcales y pacifistas, estaban estructuradas de forma muy distinta al mundo de hoy.
Sin limitarse al Oriente Medio, la llamada "cuna de la civilización", la Edad de Oro de la tríada de devoción a la diosa, matriarcado y paz se extendió por Egipto, el mundo greco romano, Creta, Persia, Islas Británicas, Irlanda y norte de África. En estas culturas y en docenas de otras más mandaba la diosa y las mujeres. Las familias estaban compuestas por madres e hijas que vivían en grupos comunales sedentarios dedicándose a la agricultura y el cuidado de los hijos, participando en los ciclos de la luna y de las estaciones.
Corroborando el criterio que sostiene este tema la autora Diane Stein dice que "La herencia y los niveles de familia se seguían por orden de nacimiento según la línea materna. No había paternidad en estas sociedades, ya que las mujeres no eran monógamas. Un niño pertenecía a su madre y al conjunto de la comunidad".
El pensamiento se ese momento como deidad suprema era la propia tierra en la forma de una mujer que da vida a todo, las mujeres que guardaban en sus propios cuerpos el misterio y el conocimiento del nacimiento eran las madres y dirigentes de la civilización. Entre las mujeres había una progresión joven-madre-anciana a la que se adaptaban las enseñanzas y las funciones sociales.
Al principio todas las sociedades habrían pasado por una primera etapa de matrilinealidad. Al respecto afirma MORGAN, Lewis H "Allá donde la descendencia se sigue por la línea femenina como lo era universalmente el período arcaico y continuó subsistiendo instituciones matriarcales a principios del nacimiento de los Estados, entre ellos la herencia al trono por vía matrilineal, lo que pone de relieve la presencia del matriarcado arcaico".
El clan totémico la concepción de lo matriarcal se conocía en que la vida de cachorro salía del vientre de la madre, de ella se alimenta y con ella se identifica, lo que marcó una diferencia a favor de la mujer y generó una exclusión del hombre del poder.
Han sobrevivido huellas de descendencia matrilineal y hasta de matriarcado en las civilizaciones egipcia y cretense, inclusive las primeras civilizaciones neolíticas otorgaron la mujer la mas alta condición. La influencia femenina en la sociedad era principal ya que de las mujeres dependía el desenvolvimiento en todos los campos, en lo económico, la estructura social y el poder que ejercían, la familia matricéntrica estaba compuesta por la madre y los hijos que formaban una unidad económica autosuficiente.
En la Prehistoria durante miles de años los núcleos de población se agrupaban ante todo alrededor de las mujeres, pues las mujeres por su condición ocupaban un lugar importante en la familia, la sucesión de los bienes y posesiones valiosos que heredaban sólo las hijas, las mujeres cazaban, recolectaban, araban y recogían los frutos para proveer de alimentos a sus hijos, ellas eran las que los cuidaban cuando estaban enfermos, celebraban cultos para pedir a la Madre Naturaleza que los protegiera.
Se puede mencionar el criterio de Pirenne: "En estos grupos humanos es la madre la que aparece esencialmente como fuente de toda la vida, de un modo particular en esa época en que la unión conyugal no existía de modo estable".
Así en la Prehistoria y en algunas regiones todavía a principios de los tiempos históricos, estuvo vigente una sociedad matriarcal pacífica virginal, entendida como una mujer que es virgen, es completa-en-si-misma, en la que lo femenino jugaba el papel principal en el mundo social, las mujeres ejercían su autoridad sobre sus descendientes matrilineales reunidos en tribus independientes, este poder era el político, económico, religioso.
Para la historiadora PÍA LABIOSA ZAMBOTTI, en las más antiguas culturas agrícolas, mandaban las mujeres, la Gran Madre tenía a su servicio una corte de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc. constituye una familia natural similar a la que el mundo de las abejas , en la que la abeja reina dominaba rodeada de una corte de obreras". Vivian en comunidades sin guerras porque la autoridad era ejercida legítimamente por descendientes matrilineales de la madre Ancestral, la Diosa que había dado origen al pueblo, de este modo se aceptaba de igual manera la legalidad del poder de la mujer.
El rol femenino era concebido como un poder mágico, elevándola a lo divino, la mujer fértil, la de grandes pechos, de vientre robusto paso a ser sacerdotisa y reflejo de la Gran Madre Tierra.
Concepciones místicas
Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron pequeñas figurinas de "Venus" embarazadas, que pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y Rusia (alrededor de 30.000 años a. e.a.). Estas pequeñas figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su vientre abultado.
La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la antigua domesticación de animales protectores, como el signo astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es "el signo de las madres" y está vinculado con las Pléyades y Venus.
Hay numerosos ejemplos de soberanas que ejercieron solas el poder y la soberanía en todos los continentes, reinas que también realizaban el sacerdocio, esto se demuestra en representaciones iconográficas en las que aparecen mujeres con los atributos de sus funciones politicas, religiosas y judiciales, así se manifiesta en objetos como coronas, collares, tronos, cetros, símbolos de poder legítimos, recibidos por vía matrilineal y emanado del cielo, ya que se asociaba el reino de la tierra con el reino de los cielos por el vinculo que sostenían con las estrellas y el más allá.
Concepciones religiosas
La espiritualidad traspasa las creencias limitantes de la religión, y aparece en los humanos desde los primeros tiempos. Algunos científicos incluso llaman a nuestra especie animales religiosos. Como dice la autora Busapest: "Surge la religión en el proceso que formalizó en el que parece ser de la comunicación espontánea con los espíritus que rodean".
A la vez las mujeres se constituían reinas, sacerdotisas que ejercían un poder teocrático como encarnación viviente de a Diosa, además de realizar la labor de juezas castigando a los delincuentes en defensa de sus territorios, administraron sus riquezas y desempeñaron un papel muy determinante en aquella época en que sus súbditos las admiraban. Fueron llamadas en diferentes regiones por nombre que se derivaban de nombres de la Diosa.
La mujer aporta a la evolución de la humanidad como inventora de numerosos hechos culturales: la agricultura, diversas técnicas de transformaciones de productos alimenticios, farmacológicos, mionerales, cerámica, curtido de pieles, artesanías del tejido, herramientas,... Y el gran papel jugado por la mujer en los inicios de la cultura humana: como maestra-nodriza, curandera, sacerdotisa, poetisa, escribana, jueza,... lo que patentizaría la existencia del matriarcado en la Prehistoria. Los estudios se apoyan en las nuevas teorías antropológicas, en estudios de primates y se complementan con estudios de las creencias y de la sociedad de diversas regiones y hallazgos arqueológicos.
En las familias el más importante papel lo jugarían las mujeres, en las primeras sociedades la mujer sería más importante que el varón. Y las jerarquías se establecerían entre las hembras emparentadas, al igual que ocurre entre las primates. Las hijas permanecerían en el grupo femenino y los hijos varones abandonarían el hogar estable femenino, y los adultos entrarían de manera transitoria.
La madre seria la jefe de las bandas y tribus que se desplazaban en la fase recolectora, depredadora-parasitaria de la Naturaleza; la cabeza de familia, tendría el papel principal. Era la que protegería a sus hijos cuando enfermaban; sería el centro.
En el régimen social matriarcal predominaba la madre e importaban los lazos de sangre. Y en las familias el más importante papel lo jugarían las mujeres. Ellas tendrían el mayor status social, ostentarían el poder político, regirían la sociedad: serían reinas. "En las más antiguas culturas agrícolas, mandan sin ninguna traba las mujeres: la gran madre incluso tiene a sus servicio una corte de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc." (Laviosa, 1959: 67).
Sin duda, en las primeras edades de la historia humana el milagro y la fuerza mágica de la mujer fue una maravilla no menor que el universo mismo, y esto dio a la mujer un poder prodigioso, y una de las preocupaciones principales de la parte masculina de la población ha sido destruirlo, controlarlo y emplearlo para sus propios fines." (Campbell, 1991: 358).El varón en los primeros grupos ocuparía una posición subsidiaria. Precisamente esta posición sería la que les llevó a rebelarse. "
LA MADRE ENSEÑABA EL CONOCIMIENTO
La madre, al igual que la hembra primate, sería la que enseñaba a sus descendientes: el conocimiento para la sobrevivencia; a recoger los alimentos adecuados, a cazar; la que les enseñaban los comportamientos y tradiciones sociales que ella inventaba. (Pervive el conocimiento de la madre que enseñaba a sus descendientes en el régimen matriarcal la idea de "Alma Mater" con que se denomina a la universidad).
El lenguaje requiere una forma de cohesión social y sería la mujer la que como jefa del grupo matricéntrico, con su necesidad de comunicarse, con su capacidad de crear vínculos con sus hijos, la que posibilitaría el desarrollo del lenguaje.
Ella debido a que había de cargar con los hijos y los había de alimentar, habría desarrollado un lenguaje verbal que le dejara las manos libres, mientras que en la caza se desarrollaría el lenguaje gestual para evitar con los ruidos alertar a la presa (se sabe que los cazadores bosquimanos sudafricanos hoy día tienen un lenguaje gestual mientras cazan en grupos).
En el milagro del alumbramiento era y debería seguir siendo un momento de adquisición de autoridad para todas las mujeres, pues está estrechamente relacionado con el misterio de la transformación. El caracter transformativo de lo femenino como principio creativo abarca el mundo entero, la totalidad de la naturaleza en su unidad original , a partir de la cual surge y se despliega la vida, asumiendo en su transformación más elevada, la forma del espíritu. (Eric Neumann)".
La autora Guetty dice al respecto: "Al igual el acto de exprimir la leche de los pechos representa la continuación de los misterios de la transformación y un recuerdo de la generosidad de la diosa, su capacidad para nutrir, proveer, contener y proteger, así como para hacer que todos vuelvan a su vientre".
Ellas serían las depositarias de la cultura. Las creadoras de un código de comunicación verbal que implicaba la existencia de una serie de relaciones sociales. Así que en el proceso de hominización las mujeres tendrían un protagonismo principal. Por consiguiente es lícito afirmar que la mujer sería la responsable del proceso de hominización.
LA MUJER INVENTÓ LA AGRICULTURA
Tras la etapa de la economía recolectora y depredadora se pasó a otra productiva con la agricultura y la siembra de los terrenos de cultivo (Neolítico). La mujer conocedora de los ciclos regulares de las estaciones y su efecto sobre los vegetales fue la causante del descubrimiento y la aparición de la agricultura. "Se admite por lo general que, como derivación de su antigua función de recolectora de alimentos vegetales, fue la mujer quién inventó y desarrolló la agricultura"(Hawkes y Woolley, 1977: 227).
Invento femenino de la agricultura reconocido por muchos historiadores: "el mérito del descubrimiento de la agricultura recaería enteramente sobre las mujeres." (Eliade, 1990: 140). "Los antropólogos atribuyen, generalmente, el cultivo de las raíces alimentarias a la mujer, que, de recolectora pasó a ser cultivadora." (Girard, 1978: 730). "Los mitos atribuyen el hallazgo del cultivo original de la yuca a una mujer, sublimada a categoría divina." "... el matriarcado se debe a la iniciación de la agricultura por parte de la mujer... El huerto es propiedad de la mujer, ésta lo transmite a sus hijos, y de ahí debió derivar el predominio social femenino." palabras de W. Schmidt, según refiere (Bagué Garriga, 1958: 50). "Sí, y ahora el poder pasa a la mujer. Como su magia es la de dar a luz y alimentar, lo mismo que hace la tierra, su magia da base a la magia de la tierra. En la tradición primitiva, la mujer es la primera cultivadora." (Campbell, 1991a: 151). "Sobre el origen del matriarcado en las sociedades humanas se ha discutido y se discutirá mucho. Hay quién ve en él el signo de la posesión de la tierra por las mujeres, que inventaron la agricultura; otros piensan que la idea que de la generación se hacían muchas sociedades primitivas atribuye, en la fecundidad humana, un papel despreciable al varón." (Fouquer, 1979: 22). "Cunow opina que el matriarcado se desarrolla cuando se convierte en importante el trabajo agrícola de la mujer, lo cual aumenta considerablemente el valor de ésta." según los enciclopedistas (Espasa, Tomo 33,1988: 1003).
Asimismo la mujer inventaría las técnicas para fabricar los cestos para la recolección de los vegetales, etc. En palabras de Eisler "las tecnologías básicas de la civilización". (Todos trabajos de mujeres según algunos estudios de los huesos llevados a cabo por Theya Molleson en algunas culturas neolíticas).
MUJER INVENTARÍA EL CALENDARIO
Además, al necesitar las recolectoras y las agricultoras, conocer los alimentos característicos de cada época del año, así como el momento adecuado para sembrar y realizar las diferentes labores agrícolas, empezarían a fijarse en las estrellas que sobresalían en el cielo en diferentes épocas. Y así descubrirían que la desaparición de ciertos grupos estelares por el cielo vespertino eran coincidentes con la lluvia o el tiempo adecuado para la siembra o recolección: inventaron el calendario.
1.3 Definiciones conceptuales sobre el culto a la Diosa y a la mujer estereotipo.
La historia de la Diosa tal y como ha llegado con el transcurso del tiempo determina que los antepasados más remotos y el desarrollo de las grandes civilizaciones, enseñan el papel supremo de lo femenino en calidad de lo divino.
Desde la perspectiva de Vicki Noble se puede entender: "La perspectiva mitológica supone un hilo de toda la historia; las repercusiones políticas para las mujeres y nuestras actitudes cambiantes hacia la vida y la naturaleza también se encuentran inextricablemente unidas al destino de la Diosa".
Y antes de la era patriarcal, los pueblos de todo el mundo consideraban los principios del universo como propios de la diosa y de sus símbolos, la hembra que produce el nacimiento y la vida. Desde la Gracia pre-helenística hasta los Hopi nativos americanos, África, Oriente Medio y Sudamérica se repiten leyendas parecidas como las olas de un mar, un mar tan profundo como el propio nacimiento. En principio era la nada que se convierte en el caos: todas las cosas formando un potencial infinito, pero sin forma ni orden, el húmedo abismo del universo. El caos es un concepto de fertilidad femenina, relacionado con la luna, mientras que el mar, que evoluciona en la tierra o en el seno gestante de la mujer, constituye sus paralelos.
"La creadora de este vertiginoso abismo es Gea, Yemaya, La Mujer Araña, Ishtar o Astoret, Demeter, la Pacha Mama y tiene otros mil nombres. Surge del caos y lo ordena para darle forma. Pone las cosas en su lugar y hace que nazcan los planetas, las personas y todo tipo de vida como compañeros para su soledad."
El nacimiento es un acto femenino y las narraciones de la creación de las culturas anteriores a los dioses masculinos son, actos de diosas que dan a luz, aunque su nombre cambia de una cultura a otra, sigue siendo la gran madre, la que todo lo da, la que produce la vida y alimenta de su propio cuerpo.
La Diosa pre-helénica más antigua es Gea (la tierra), la babilónia Tiamat (el mar), Yemaya, la sirena Diosa de los yorubas, se la conoce en toda África occidental y por toda America Central y del Sur, La mujer Araña, la que teje la vida, gran madre de los indios Hopi en la zona sud-oeste de Norte América, la diosa Ishtar o Astoret tiene sus orígenes en Babilonia pero su culto se extendió por todo oriente medio y llegó a convertirse en el prototipo de Isis la Diosa egipcia, Kwan Yin y Nu Kwa en China, Aido Hwedo y Mawu en África, Inanna la Diosa Sumeria, Démeter, lo mismo Hera surgen de si mismas, del caos. Girando como un torbellino en la oscuridad, se convirtió en una galaxia de resplandeciente luz y creó la Sol y el Luna, el espejo del cielo. Fundiéndose con los cielos, ella misma en el espejo, dio vida los mares y al enfriarse se formó el planeta.
Cada una de estas y otras Diosas de la creación dan forma a la tierra por nacimiento o por modelado, crean toda la vida. Son al mismo tiempo, la tierra y la luna. Sus símbolos y leyendas son ejemplos de historias que se encuentran por todo el mundo y en cualquier época, estableciendo a una diosa como fuerza creadora del universo. Son la base de la espiritualidad de las mujeres, de la magia y como en el culto de la diosa cada mujer es una parte de la madre creadora, resulta que cada mujer participa en la creación por sus propios actos de nacimiento y modelado. DIANE STAIN P64.
La mujer que crea tiene este aspecto del ser de la Diosa, la Diosa estaba al principio, lo mismo que estará en el futuro. La gran Diosa madre del universo, es la creadora del mundo, de todo lo que existe y forma parte del ser de las vidas de todas las mujeres. DIANE STEIN EL DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P64
La Diosa es la madre, la hembra, la tierra fértil. Sus abultados pechos son montañas y sus oscuras aperturas de son los océanos, su es el del que crecen todas las plantas y todo alimento. Su interior es nacimiento, muerte y el mundo subterráneo del, el lugar donde se forman los cristales y los, donde empieza y termina la vida.
Del mar de su vientre salieron el huevo y la serpiente de toda vida, los peces y los crustáceos, las serpientes y criaturas marinas que evolucionaron después en tierra firme.
De su vientre salieron las aves y los animales, los insectos que vuelan, caminan y reptan por su cuerpo. Ella es la Diosa que todo lo da, y que todo lo quita. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P 54 CREACION Y DIOSAS DE LA CREACION
El ónfalos u ombligo de la Diosa es el oráculo de Delfos, el delfos significa útero, vigilado por la hija-serpiente de la Diosa, la Pitia y sus sacerdotisas. Sus grutas y santuarios son los lugares de sabiduría interior, entre la superficie y el mundo subterráneo, los lugares de la Diosa donde se escuchaba la sabiduría de la Diosa por medio de su sacerdotisa y ella garantiza el don de la profecía. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P54,55 CREACION Y DIOSAS DE LA CREACIÓN
"Lasi de la Diosa Madre, principio femenino del Universo y fuente de toda vida, abundan. Están en arcilla, en piedra, en herramientas, en pinturas modernas.
"La Diosa tiene diez mil nombre, compartidos por las mujeres alrededor del mundo. Se llama Diana, madre sagrada; se llama Tiamat, Hécate, Isis, Inanna, Belili, la Gran Madre del Maíz, Artemis, Brigid, Morrigan Cerridwen; su nombre es el de todas las mujeres ? Ana, Susana, Luly, Catalina, Mariana -. Todos los nombre propios de mujeres derivan de nombres de la Diosa y todas nosotras sin excepción somos expresiones de la Madre, manifestaciones de la Diosa en la Tierra." ZSUZSANA BUDAPEST EL PODER MÁGICO DE LAS MUJERES P 314-319
"Y lo mismo que hace la diosa arriba, en el universo, las mujeres abajo, en la tierra, continúan el misterio de dar y alimentar la vida, el de la menstruación, el del nacimiento y el de amamantar". DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD DELAS MUJERES P25
"Hallazgos arqueológicos de todo el mundo representan ala diosa mujer del nacimiento, con los senos, el vientre abultados y las piernas abiertas en posición de parto. La veneración por la fuerza vital pasó a ser veneración por la mujer".DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMEININA
Se la honra en calidad de dadora y mantenedora de la vida: de su vientre surge el gran misterio y todo vuelve a ella. Toda la vida se mantiene mediante su cuerpo geano, en equilibrio homeostático, Tanto si fue la Gran Diosa Madre quien sirvió de guía a nuestros antepasados a la hora de convertirse en seres concientes como si no, es una mujer la que. Como madre, nos vigila a todos y a cada uno de nosotros desde los primeros momentos de nuestra existencia.
Los mitos de la creación de innumerables culturas dan testimonio, de este fenómeno y del papel que ha desempeñado el principio femenino en la conformación del mundo en el que habitamos.
La Diosa es universal y permanente en la imaginación humana y la fabuladora más importante: su historia se encuentra entretejida en el mundo entero con las vidas y las leyendas de los hombres.
Desde siempre se ha reconocido a la Diosa bajo diversas formas. Es la Madre del mundo, la dadora de vida, la gran nutridora, sustentadora y sanadora; pero también la que porta la muerte, la que garantiza la inmortalidad y la liberación. La Diosa da Y la Diosa quita. Es capaz de compasión infinita y de total aniquilación.
En definitiva, es la encarnación de lo que conocemos como vida y su historia, antigua como la vida misma, porque ella es la vida. Es el tiempo pasado, presente y futuro, la forma y la amorfia.
La Diosa aparece en una cultura tras otra con multitud de denominaciones; su panteón es enorme y sus dominios amplios. Nuestros antepasados eran politeístas y panteístas: no existía una deidad todopoderosa que rigiese la vida de la humanidad, sino una Diosa polifacética a la que se podía invocar pronunciando su nombre para que satisficiera las necesidades de las gentes.
Sus santuarios se encontraban por todas partes, pues en todas partes moraba: junto al hogar, en el pozo o el manantial sagrado que forma la catedral de la naturaleza, en la cueva más profunda, en la montaña más alta.
Las plantas y los animales, la Luna, el Sol las estrellas, el río que fluye hasta el mar y el océano mismo: todo eran sus dominios. Todos ellos estaban consagrados a la Diosa. Todo formaba parte de la Gran Madre y por consiguiente, de la misma familia. Todas las Diosas son autoridad para traer sexualidad (fuego) y lenguaje (alfabeto) a sus pueblos como en el caso de Saraswati en la India; Brigit en Irlanda e Isis en Egipto.
Donde se rinde culto a la Diosa, ya sea en Europa o en la india, en la antigüedad, La Diosa proporcionaba la forma de la iniciación masculina o femenina. Las sociedades de hombre participaban activa y necesariamente en su culto, la sabiduría de las culturas en las que se rendía culto a la Diosa consistía en presentar la necesidad como un misterio y representarlo como purgación individual y festividad universal.
Los primeros ritos iniciáticos se basa en lo femenino, los ritos de las mujeres giran en torno a sus ciclos y la iniciación sacraliza los momentos fundamentales de la pubertad la menstruación, el amor sexual, el alumbramiento y la maternidad. También incluyen los ciclos, más amplios, de la Naturaleza y el retorno de las estaciones, que honran el lugar que ocupa la Diosa en el ciclo cósmico.
Los misterios primordiales de lo femenino siempre se han asociado con la vegetación, a través de la intimidad de las mujeres con el mundo de las plantas. Las flores, las frutas, el maíz y el trigo no eran únicamente fuentes de alimento, sino símbolos de fertilidad.
Ha sido virgen, amante, madre y vieja. Tiene diez mil nombres y la han llamado Reina de los Cielos, ama de la Oscuridad, Señora de las Cosa Salvajes, Tejedora de la Tela.
Uno de los múltiples dones de la Diosa es el poder de transformación, la capacidad para adoptar la forma de animales, sobre todo de aves y serpientes.
En todo el mundo antiguo se rendía culto al yoni como objeto del gran misterio: la entrada a las cuevas y a los recintos con puertas y columnas representa el santuario uterino de lo divino femenino. En la tradición tántrica de la Iindia, el yoni aparece en los templos, para que todos lo honren y respeten como fuente de la vida, la belleza y el placer, es otro ejemplo del fluir de la fuerza vital a través de lo femenino.
"Esta misma tradición reconoce que toda mujer representa el principio divino conocido con el nombre de Sákti. Mediante la existencia de la fuerza Kundalini, la mujer puede alcanzar mayor potencial creativo, pues la inseminación cósmica del poder de la serpiente despierta en ella la conciencia definitiva de la realidad. Tal despertar y la proyección de esta fuerza en el mundo suele manifestarse en el proceso de dar a luz." ADELE GUETTY LA DIOSA MADRE DE LA NATURALEZA VIVIENTE.
En Egipto, la Diosa constituyó siempre un aspecto fundamental del panteón. En la época dinástica se dividió a la diosa buitre Nekbet en Nut, el cielo (una de las predecesoras de la griega atenea), la que existía desde la eternidad, la que creó el mundo y situó a Ra, el dios sol, en los cielos. Bajo la más conocida de sus múltiples formas, era la alada Isis, conmemorada como la Más Vieja entre las Viejas, que fundó las artes de la curación, la agricultura, el derecho y la justicia, también la monarquía.
En el arte del mundo entero se nos presenta como energía omnipotente de la Fuerza Vital. Sin ella no somos nada; con ella, nuestra capacidad se llena de una energía vital que nos encamina hacia el futuro.
Representa a corporizada en los arquetipos de Ishtar y Afrodita, diosas babilónica y griega del amor. También es Deméter, la Diosa griega del trigo, adorada en los Misterios Eleusinos y más tarde reflejada en Ceres, la Diosa romana.
Esta Diosa entronizada, sentada entre dos leopardos, las bestias de Afrodita, amplía la imagen encinta a una de poder administrativo. Ella sostiene a la raza humana en su amplio regazo y está en cuclillas, lista para dar a luz. Más tarde, el nombre egipcio "Isis" significó "trono" o "asiento". Como dice Erich Neumann, "La Gran Madre es el trono, puro y simple". De alguna manera, esta imagen cambia entre el Paleolítico y el Neolítico, pero tal como lo había hecho mucho antes, aparece ahora entre nosotros dispuesta a dar impulso la Diosa dentro del cuerpo, la fusión entre espíritu y materia.
En la imagen de la Madre Paz, reclinada en el pasto silvestre parece esperar a un amante o al oficiante de los misterios, rememorando figuras encontradas a la entrada de la Magdaleine, en la Edad del Hielo en Francia. A ambos lados, la entrada representa una figura femenina reclinada, grabada en la roca. "Lo que parece tan extraño en estas figuras es su pose inusual que nada tiene que ver con la de un ídolo. Ambas figuras yacen tendidas hacia fuera en completo reposo, con un brazo doblado sosteniendo la cabeza. Se elevan desde la roca como Afrodita, nacida de la espuma, surgió del mar". Más tarde, Giedion sugiere que estas esculturas en relieve anticipan las figuras posteriores de Artemisa reclinada, que "expresaban los múltiples atributos de la deidad: Diosa Madre, Diosa Luna, Regente del mundo animal, Diosa del Amor". También menciona pequeños desnudos similares en Babilonia del siglo III y II a. e.a.. que, como las figuras de la Magdaleine, acentúan marcadamente el triángulo púbico.
Al frente, en la parte baja de la imagen de la Madrepaz, la placa de Deméter está tomada de una escultura en relieve de la pintura griega clásica que reproduce los Misterios Eleusinos. Marija Gimbutas señala que desde el Paleolítico hasta la Antigüedad clásica, la imagen de la Diosa comenzó a fragmentarse desde su unidad original. Los misterios conducidos finalmente por un hierofante o sacerdote, no pudieron retener la mayor parte de lo que habían sido en el comienzo los misterios estrictamente femeninos. De todas maneras, estos antiguos ritos de iniciación celebraban la reunión de madre e hija, tanto como la cosecha de los granos sagrados, los que probablemente incluían algún conocimiento arcaico y tradición oral perdida hoy.
En su mano, la Deméter griega (o posterior Ceres romana) sostiene la serpiente de la regeneración y las espigas de trigo que simbolizan abundancia. Estas imágenes, aunque esotéricas y sacadas de contexto, todavía aportaban algún poder a los iniciados, aunque a menudo solo en el plano simbólico. Hoy día, por supuesto, los misterios femeninos que alguna vez expresaron una forma de vida y más tarde un ritual esotérico, los conocemos a través de pálidas versiones ofrecidas por los eruditos. Sin embargo, las bases de estos misterios permanecen en nuestros cuerpos. Nuestras iniciaciones modernas tienen lugar en un nivel inconsciente, durante nuestros sueños y visiones.
La Diosa, en su seductora pose contemporánea simboliza este conocimiento inconsciente que las mujeres modernas comparten de los antiguos misterios de sanación y transformación que aún viven en nuestra atenuada sexualidad y en nuestro siempre presente deseo de vivir.
El alma de mujer siente su conexión a la Tierra. Ella huele la rosa, roja como pasión o sangre menstrual, y conoce los misterios de la procreación, el potencial de la vida creciendo y nutriéndose en su útero, seguido por el acto sagrado del nacimiento. Ella presenta la vida comunitaria cercana al suelo, un tiempo cuando la gente no hacía guerras sino que ocupaban su tiempo libre haciendo arte y amor, concepto desvalorizado por nosotros, en los slogans de los años 60.
Cuando la agricultura se convirtió en negocio, se perdieron las cualidades de dar vida de la emperatriz y el trabajo llegó a ser el tedio que es hoy para la mayoría de la gente, sacado de su contexto significativo. La desconexión de la humanidad de la verde energía de sanación de la Diosa, de su tierra fértil fue la caída desde la gracia. El día que dejamos de amar la Tierra como nuestra Madre y a la mujer como su representante sagrada, fue el día que abandonamos el Jardín.
La Madre nos hace señas de que regresemos a ella antes de que nos destruyamos. Como la energía de la diosa Kundalini durmiente, ella pide ser redespertada en nosotras, de tal manera que podamos conocer una vez más la alegría y el propósito de la vida en el planeta.
Las antiguas culturas de la Diosa pueden despertar en las mujeres el deseo por una vida comunitaria donde se comparten las cosas materiales o por una vida sin guerra. Un mundo deseado donde todos los niños sean queridos, o donde se exprese con libertad la sexualidad, enterrando modelos o ideas culturales acerca del amor.
"En las culturas en que se reverenciaba a la Diosa, las sacerdotisas y mujeres mantenían el poder, el poder del nacimiento y la vida, del conocimiento, la curación y del culto. El culto a la Diosa mantenía una posición en que todo marchara bien en la tierra, tenían alegría de vivir, a la ley natural y a las mujeres, sus aspiraciones eran pacificas y populares, el poder era fortalecido desde adentro". DIANE STEIN EL LIBRO DELA ESPIRITUALIDAD FEMENINA
En esta cultura se encontraban sumas sacerdotisas y templos dedicados a la Triple Diosa (Isis, Diana, Hécate), altares sagrados y poder femenino.
"La mujeres en este tiempo toman conciencia de sus ciclos y sus energías inherentes a él, también aprenden a percibir un nivel de vida que más allá de lo visible; mantiene un vínculo intuitivo con las energías de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad dentro de la misma tierra y de sí misma.
A partir de este conocimiento las mujeres se relacionan no sólo con lo visible y terrenal sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia. Fue a través de este estado de conciencia que tenía lugar todos los meses que las chamanas/curanderas, y más adelante las sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, claridad y conexión con lo divino. La curación, la magia, la profecía, la enmseñanza, la inspiración, la superviviencia provinieron de su capacidad de sentir ambos mundos, de viajar entre los dos y de llevar sus experiencias de uno a otro." MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL P 75
Chamanas Mujer sabia que conoce cómo conducir las energías para la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. En las sociedades primitivas, se recurría a ella no solo en la enfermedad sino también en busca de consejos para la vida. Su función como parteras era vital para preservar la salud tanto de la madre como de los nuevos bebés que llegaban a la vida por sus manos. Del mismo modo, estas mujeres eran "parteras del espíritu", facilitando el nacimiento de las almas en el Otro Mundo, asistiendo a las personas en el momento de la muerte. Algunos de sus sinónimos son "Mujer de Conocimiento" , "Mujer de Medicina" o como señala Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que Corren con los Lobos, "la que Sabe".
Muchas definiciones coinciden con esta última al determinar que la palabra "chamana" significa "que sabe". Palabras con la misma raíz se encuentran en el sánscrito sramana, en el chino seha-men y en el turco altaico, kam udujan (mujer sabia).
El chamanismo supone una maestría sobre el reino de los espíritus para ser aplicado en la curación física. Al igual que el sacerdocio, es un arte femenino que fue usurpado por los varones prácticamente en todas las culturas, a partir del advenimiento del patriarcado. Vicki Noble señala en su libro Madrepaz.Un camino hacia la Diosa a través del mito, arte y tarot, que "el chamanismo es la religión más antigua en el mundo y se remonta a las raíces matrísticas primitivas de la cultura humano". En la misma obra cita a Geoffrey Ashe, quien asegura que el chamanismo fue "antiguamente un culto de mujeres que estaba fusionado mientras lo estaban los pueblos" y que "después que las tribus se separaron y dejaron de tener contacto entre sí pasó a manos masculinas". De este modo, comenzaron a utilizarse dos términos diferentes para definir el género de quienes ejercen este arte: "chamán" y "bruja". Mientras que la palabra "chamán", aplicada al varón, tiene connotaciones positivas, el término "bruja" ha sido utilizado para denigrar a la mujer sabia y para justificar el asesinato de millones de mujeres, durante el período de la Inquisición.
La palabra "curandera" es también utilizada para definir a esta profesión, aunque en la actualidad es un término frecuentemente asociado a la "ignorancia" y a la "superstición", cuando aún hoy, en las poblaciones alejadas de los centros médicos "civilizados", son ellas las responsables de asegurar la buena salud de la comunidad.
"La Mujer es la Sustentadora del Planeta y no debe permitir que su energía sea desviada hacia los sistemas masculinos, ya sea que estos estén dentro de un hombre o de una mujer -afirma en su libro The Power Deck. The Cards of Wisdom ("El Mazo de Poder. Las cartas de Sabiduría")-. Todos (y todas) necesitamos la armonía del mundo. La Madre Tierra no ha sido bien comprendida, pero ella es en realidad el Universo. Ella es el útero por el cual todo viene a la vida. La conciencia femenina es la energía que corporiza la sabiduría que necesitamos en este momento".
La función de las chamanas modernas consiste en sanarse a sí mismas de los milenios que han separado a la mujer de su naturaleza divina (v. Diosa) y que han devastado sus conocimientos y su autoestima, con la consecuentepérdida de poder. Sandra Román Artículo incluido en Diccionario de Estudios de Género y Feminismos, Susana Gamba (comp.), Tania Diz (asistente comp), en imprenta
"Sacerdotisas, el papel de sacerdotisas fue tan fuerte en esta época, adoptando la posición de adivina o hechicera, que era el vínculo de las primeras religiones matriarcales, estas mujeres de la aldea eran espertas en magia de la naturaleza, la curación y las relaciones entre las personas y tenían la capacidad de interactuar con las estaciones, su propio ciclo mesntrual y su intuición, ayudaba y guiaba a sus semejantes en lo concerniente a la vida y la muerte, actuaba como iniciadora y transformadora valiéndose de los rituales de transición, y dirigía las ceremonias estáticas que llevaban la unión, la fertilidad y la inspiración a su pueblo". MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL P75
"Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la conciencia y las energías femeninas dentro de la sociedad y de la religión de la Diosas. Las sacerdotisas, hechicera, chamanas o brujas tienen la capacidad de transmitir los poderes de lo divino y esta es una capacidad típicamente femenina que proviene del propio conocimiento del ser. Convertirse en sacerdotisa significa bucear interiormente." MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DE LA MENSTRUCIÓN P77
De sus conocimientos de la sucesión de las constelaciones y de las estaciones derivaba su enorme poder, por lo que eran consultadas para predecir el porvenir, aconsejar el tiempo adecuado para sembrar, viajar, navegar o realizar otras empresas importantes... inventaron el sacerdocio. (Durante muchos miles de años lo ejercieron en exclusiva y profetizaban basándose en la observacion científica de los fenómenos atmosféricos, que hacían su aparición coincidentes con una precisa situación estelar.
La mujer es la conocedora de los misterios de la reproducción: animal, humana y vegetal (de ahí las fiestas de "Misterios", celebradas en principio exclusivamente por mujeres en todas las religiones agrarias Mistéricas), consecuentemente el poder seguía estando en manos femeninas, con una organización igualitaria con vínculos horizontales.
La existencia de festividades exclusivamente femeninas ha sido explicada de distintas maneras. Una hipótesis es que los cultos femeninos eran supervivencias de un período matriarcal cuando toda la religión estaba en manos de mujeres. Otra explicación es que las mujeres en las sociedades primitivas tenían a su cargo la horticultura y la jardinería, y por tanto, estaban implicadas en los cultos a la fertilidad. (Pomeroy, 1987: 96).
Y así era la oficianta la que llevaba a cabo las ceremonias mágicas para solicitar favores a la Diosa, ayudada por músicas, cantantes y bailarinas (de las que existen múltiples obras de arte arcaicas que las reflejan, estando ausentes figuras paralelas masculinas).
Aporta Campbell la afirmación de Macculloch "una de las principales autoridades en este campo", de los celtas de Irlanda: ...desde el octavo milenio antes de nuestra era en adelante, fue tomando forma un nuevo orden de existencia humana, basado no en forrajear y cazar sino en plantar y recolectar cosechas, con la buena Madre Tierra como principal aportador del sustento. Fue en esos tiempos, entre esos pueblos, donde se desarrollaron los ritos de fertilidad que han conformado los ritos básicos de todas las civilizaciones basadas en la agricultura desde entonces: rituales que tenían que ver con el arado y la siembra, la siega, el aventado y los primeros frutos." (Campbell, 1994: 201).
"La función de las sacerdotisa es la de transmitir, es la transmisora. La capacidad de la mujer de recibir para poder dar la convierte en un canal perfecto para lo divino, representando a la Diosa en su facultad revitalizadora." MANUELA DUNN MASCETTI LA DIOSA CANCIÓN DE EVA P245
LA DIOSA EN CADA MUJER
"Tu eres Diosa"
La Diosa es la fuerza creadora del universo.
Sus símbolos, mitos, leyendas son ejemplos de historias que se encuentran por todo el mundo y en cualquier época.
Cada mujer es parte de la madre creadora.
Toda mujer participa en la creación por sus propios actos de tomar en forma activa el control del poder, desde su propia vida, cada mujer participa en el SER y la creación de la DIOSA que hay en todas las mujeres.
La danza, como un camino espiritual, permite que el cuerpo recupere sus formas y movimientos en un acto íntimo de encuentro con nuestro interior. De esta manera los movimientos son una expresión que surge de las conexiones con la Diosa que hay en cada mujer.
Metodológicamente pretendo demostrar la vía para llegar a este re-encuentro con la memoria corporal y su más alta emanación del Ser Mujer.
La DIOSA es la creatividad individual, crear bellas formas con sus cuerpos, sus manos, sus mentes, es el reconocimiento cada vez mayor de la Diosa como planeta, como la tierra misma y de las mujeres como parte de la tierra y de su ser divino, su evolución, su personalidad y su poder.
Lo mismo que hace la Diosa "arriba" en el universo, la Mujer "abajo" en la tierra, continua el misterio de dar y alimentar la vida, el de la menstruación , el del nacimiento y el de amamantar.
El resurgir de la Mujer y la Diosa, la gran madre como fuente de toda la vida, aceptar y confirmar la ley natural de la Diosa forma parte de una herencia que empezó antes del principio de los tiempos y que continuará cuando este haya terminado.
La Diosa ya no esta dormida, esta aquí y ahora.
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En el proceso de re-in vindicarla, re-conocerla, re-cordarla y revisar sus técnicas, conocimientos y rituales, es también un descubrimiento de las mujeres, una curación de la humanidad y de la tierra, esta re-visión, despertar y curación es lo que constituye la espiritualidad de las mujeres.
LA DANZA ÍNTIMA DEL SER
"la Danza es una de las formas más perfectas de comunicación con la divinidad y una ofrenda sagrada"
La danza intima del ser es un camino, una conexión con la Diosa, es una curación consigo misma, con los demás, con el planeta y todo lo que vive en el que se extiende a todas las mujeres en cualquier sentido y que esta aquí y ahora.
Las danzas sagradas conservan lenguajes arcaicos, nos devuelven a la ley universal de la Diosa, al movimiento para alcanzar la armonía de uno mismo y en el mundo. En el corazón es donde ocurre la danza.
La danza hace posible que cada ser se sumerja en sus cuerpos para descubrir y dejar surgir, más allá de las formas establecidas, su propia danza que emerge de las profundidades del propio cuerpo, de la memoria arcana, en la unión con la Diosa.
RECUPERANDO MEMORIA
"donde va la mano va la mirada,
Donde va la mirada va el espíritu,
Donde esta el espíritu, allí esta la emoción"
La danza es un medio de recuperar cuerpos que en occidente han sido desmembrados, las formas cotidianas de comportamiento corporal son, en apariencia, naturales, pues están revestidos de las conductas aprendidas socialmente y sujetas a la ley de la inercia, cuerpos que han ido perdiendo memoria, han talado sus raíces.
Es el cuerpo el que guarda cifrado su lenguaje arcano. Solo hay que tocarlo para despertarlo. Dejar que el cuerpo hable por si mismo, exige el propio vaciamiento para poder accionar, revela la forma del alma.
El Ser Mujer es una completa recuperación de nuestro espíritu, cuerpo, mente como uno solo, la lucha de la mujer a través de varios siglos es ahora la toma de conciencia de que somos seres creadores, generadores y sostenedores de la vida misma, ahora estamos ocupando el puesto que nos corresponde como seres, como madres, como profesionales, como ejes fundamentales en la reconstrucción de la sociedad y del planeta entero.
Es el compromiso de muchas mujeres y nuestra responsabilidad de Dar Luz desde nuestra cotidianeidad, porque somos portadoras de la mas alta tarea de crear y hacer de la Vida un acto de amor, de unión, de iluminar y trascender a otro plano de conciencia donde el respeto, la espiritualidad, las técnicas, el conocimiento, los rituales serán parte de un que hacer diario.
Cada Ser es una porción de Dios-Diosa manifestados y cada Ser en su corazón tiene el mas grande anhelo de que la vida sea un acto de amor con la belleza y sencillez de todo lo que nos hace volver simples y bellos a nosotros mismo y que lo encontramos en la naturaleza.
Que seamos capaces de crecer en conciencia, con profundidad espiritual para hacer de esta vida lo que deseamos verdaderamente.

DEDICATORIA
A la luz de la Diosa que suavemente se apodera de mi espíritu y me engrandece.

Sol Johanna Carrillo Robalino
SOL se fue al infinito (19 febrero 2005) a danzar cual Angel y Diosa.
La publicación de esta monografía es un homenaje a SOL.

Tomado de file:///C:/Documents%20and%20Settings/Edu/Escritorio/Lo%20m%C3%A1gico%20y%20m%C3%ADtico%20de%20la%20mujer%20como%20diosa%20%28p%C3%A1gina%202%29%20-%20Monografias.com.htm

viernes, 28 de agosto de 2015

La Revolución patriarcal y el fin de las Diosas


Coral Herrera Gómez

De la misma forma que un pueblo lleva a cabo la devaluación simbólica del pueblo enemigo para lograr que sus habitantes se odien y traten de exterminarse mutuamente, el hombre ha necesitado una operación simbólica de gran envergadura para dividir la realidad en dos esferas y lograr que la mitad de la Humanidad se subyugue a la otra mitad.

El patriarcado, como veremos, comenzó con una rebelión llevada a cabo por hombres, pero no por todos los hombres del planeta. Es decir, no fue una revolución de varones contra mujeres, sino una revolución de hombres violentos contra hombres pacíficos, mujeres, niños, animales y recursos naturales. Todo proceso de colonización tiene su dimensión militar, política y económica, pero también cultural. Para derrocar las deidades femeninas y sustituirlas por dioses masculinos, primero fue necesario despreciar la feminidad y caracterizarla como una categoría ontológica inferior, lo que sirvió para imponer una nueva cultura y una nueva religión en torno a una ideología violenta, dominadora y excluyente.
Los estereotipos patriarcales sobre las mujeres las han presentado siempre como símbolo de la naturaleza, lo irracional, lo turbio, lo emocional, lo contaminante. La feminidad se relaciona, en el imaginario colectivo, con lo salvaje, la maldad, la impulsividad, la ignorancia y la estupidez, la incapacidad, la cobardía, la debilidad (entre otras muchas cosas negativas). Probablemente esta necesidad de denigrarlas simbólicamente se debió a su poder mágico para procrear, pues los seres humanos tardaron muchos años en entender el proceso por el cual los espermatozoides fecundan un óvulo y dan lugar a una vida nueva. Hasta este siglo, el hombre no ha podido sentirse una pieza clave del proceso de creación de una nueva vida, y tampoco ha podido saber con seguridad si los hijos de su compañera eran suyos; quizás este miedo a perder energías y recursos en hijos de otros ha sido lo que ha motivado la reclusión de las mujeres en el ámbito doméstico y la constricción o limitación de su sexualidad.
En este artículo nos vamos a centrar en la dimensión cultural del sistema patriarcal. Seguiremos a Joseph Campbell, cuya tesis es que hacia el final de la Edad del Bronce y en el amanecer de la Edad del Hierro (alrededor de 1250 a.C. en Levante) existió una especie de rebelión contra el poder femenino que instauró a la fuerza una cultura patriarcal. En el seno de esta revolución patriarcal se eliminó la veneración a diosas o dioses de la fertilidad, y comenzaron a triunfar héroes masculinos con valores patriarcales como la capacidad de acción, la valentía, la fuerza bruta, la capacidad de herir y defenderse…pero también, como nos muestra la Historia de Occidente, la práctica de aniquilar y destrozar culturas, y de expoliar los recursos de los pueblos más débiles y pacíficos.
Las Diosas, la vida y la muerte
Las primeras representaciones simbólicas femeninas del Paleolítico (período que comenzó hace unos 2,5 millones de años (en África) hasta hace unos 10 000 años) son de carácter religioso. Antes de la revolución patriarcal, la mayor parte de las deidades humanas eran femeninas. En todo el mundo antiguo, desde Asia Menor al Nilo y desde Grecia al Valle del Indo abundan las estatuillas de la figura femenina desnuda, en diferentes posturas, de la diosa sostenedora y abarcadora de todo.
Martin-Cano sostiene que no es hasta la Edad del Bronce cuando aparece la figura del sacerdote, por lo que no tiene sentido pensar que en la Prehistoria había chamanes. La arqueología demuestra que durante los últimos 40.000 años de la Prehistoria humana sólo se rendía culto al Principio femenino, a la Madre Naturaleza, o a la Gran Madre Tierra, todas ellas variantes de un mismo mito. Numerosos antropólogos presuponen que entonces su culto era llevado a cabo por su representantes femeninas: sacerdotisas, magas, hechiceras, curanderas, hadas, chamanas, brujas, meigas, remedeiras/salud-dadoras, pharmaceuticas, vestales, adivinas. Posteriormente se incorporaron al culto varones que se travestían de mujeres y se auto emasculaban y convertían en eunucos, para representar y personificar en la Tierra, al paredro mortal de la Gran Diosa.
Esta idea la corroboran las obras de arte humanas más antiguas encontradas: las producciones simbólicas antropomorfas: esculturas, relieves y grabados de todos los continentes, son exclusivamente femeninas. Lo confirma Joseph Campbell para yacimientos tanto paleolíticos como Neolíticos de Europa:
"... no se han encontrado objetos de arte humano anteriores al período auriñaciense, cuando aparecen de pronto las estatuillas femeninas. Hemos encontrado en Europa centenares de pequeñas figuras neolíticas de la Diosa, y casi nada en cuanto a figuras divinas masculinas. El toro y algunos otros animales, tales como el jabalí y el chivo, pueden aparecer como símbolos del poder masculino, pero la Diosa es la única divinidad visualizada en aquel entonces". (Campbell, 1991).
Según Armstrong (2005), la revolución neolítica había hecho que el género humano tomara conciencia de una energía creadora que invadía todo el cosmos. Al principio era una fuerza sagrada indiferenciada que convertía la tierra en una manifestación de lo divino: "Pero la imaginación mítica tiende a hacerse más concreta y circunstancial. Al igual que la adoración del cielo había conducido a la personificación del dios del cielo, la maternal y nutritiva tierra se convirtió en la Diosa Madre".
Después de la revolución del Neolítico, los varones son considerados a menudo ineptos y pasivos; es la diosa femenina la que recorre el mundo, lucha contra la muerte y obtiene el sustento de la raza humana. La Madre Tierra, según Karen Armstrong (2005), se convierte en un símbolo del heroísmo femenino en unos mitos que, en última instancia, hablan de equilibrio y armonía restablecidos. La Diosa simbolizaba la vida y la fertilidad de las mujeres y de la tierra, pero su adoración presenta numerosas variaciones según las épocas y los lugares. Por ejemplo, en numerosos cultos la Diosa Naturaleza no es una Madre Tierra que alimenta, sino un personaje implacable, vengativo y exigente, según la antropóloga Armstrong:
"Los nuevos mitos Neolíticos siguieron obligando a la gente a afrontar la realidad de la muerte. No eran bucólicos idilios, y la Diosa Madre no era una deidad dulce y consoladora, porque la agricultura no se experimentaba como una ocupación pacífica y contemplativa. Era una batalla constante, una lucha desesperada contra la esterilidad, la sequía, el hambre y las violentas fuerzas de la naturaleza, que también eran manifestaciones de un poder sagrado. (…) La reproducción humana era sumamente peligrosa, tanto para la madre como para el hijo. Del mismo modo, la labranza de los campos sólo se lograba tras un duro y agotador trabajo".
En la época del Neolítico, los cazadores veían que las mujeres eran la fuente de la nueva vida; eran ellas –y no los varones, de los que se podía prescindir- quienes aseguraban la continuidad de la tribu. Al igual que la Gran Diosa de los cazadores, la Diosa Madre del Neolítico demuestra, según Karen Armstrong, que aunque los hombres puedan parecer más fuertes, en realidad las mujeres tienen más fuerza y ejercen un mayor control que ellos. De ese modo la hembra se convirtió en un icono imponente de la vida en sí, una vida que requería el incesante sacrificio de hombres y animales.
En Mesopotamia, la Diosa Madre no es redentora, sino causante de dolor y muerte. Su viaje es una iniciación, un rito de transformación que se nos exige a todos. En Sumeria, Innana desciende al mundo de los muertos para encontrarse con su hermana, un aspecto soterrado e insospechado de su propio ser. Según Armstrong, en muchos mitos de este período, un encuentro con la Diosa Madre constituye la aventura definitiva del héroe, la iluminación suprema.
Ereshkigal, señora de la vida y la muerte, es también una Diosa Madre a la que se la representa pariendo continuamente. Para llegar hasta ella y alcanzar la verdadera iluminación, Innana tiene que desprenderse de la ropa que protege su vulnerabilidad, deshacerse de su egoísmo, abandonar su antiguo yo, asimilar lo que parece opuesto y hostil a ella y aceptar lo inadmisible: que no puede haber vida sin muerte, oscuridad y penurias. Según Fernand Comte (1992), Innana es una diosa astuta, voluntaria y reivindicativa: protege a Uruk y lleva a su ciudad la civilización. Diosa del amor y de la Guerra, manda en la vida y en la muerte.
Los babilonios la llamaban Ishtar, que simboliza la estrella de la montaña y la guerra. Según Comte, ella es "la estrella de la noche, es amor y voluptuosidad. Es siempre virgen, porque recobra su virginidad bañándose en un lago. Sus templos son lugares de prostitución. Bienhechora, acude a socorrer la impotencia sexual. Como diosa de la guerra es cruel".
Los egipcios llamaban a la Diosa Madre Isis (diosa del año 1700 a.c), representada también como La Gran Maga, gran bienhechora, porque pone sus poderes mágicos al servicio de la vida. Lleva un disco solar. Es madre, protectora del amor y dueña del destino. Maga y curandera, según Comte su culto se extendió a todo el Oriente Medio.
Los sirios la llaman Astarté o Asherrat, y en India se conoce como Aditi, la benéfica: los himnos védicos la celebran como portadora de todas las plantas, de todos los animales y madre de todos los seres. Es la madre por excelencia y protectora de los partos. Según Comte, Aditi es la madre, el padre, todos los dioses; Aditi es todo lo que ha nacido. Es además la "No-ligada", es la Libre, relacionada con la extensión, la amplitud. Es todo a la vez; es la suma, el origen y el fin, y al mismo tiempo, los contrarios; es la divinidad indiferenciada.
Otras representaciones de la Gran Diosa fueron: Abahíta (diosa persa de la fecundidad y de la aurora; es la alta, la poderosa, la inmaculada), Shing-Moo (la Inteligencia Perfecta de China, con una niña en brazos), Cibeles ( a la vez diosa de la Tierra y la Luna, maestra de las fieras, madre de los dioses, 900 a.c.), Amaterasu (diosa japonesa del sol y de la luz, del crecimiento y la fertilidad), Selene, diosa griega de la Luna llena, Artemisa o Diana, Afrodita, Amus (diosa de los celtas), Tetevina (Diosa madre del dios de los aztecas).

Este concepto está también presente en el mito griego de Deméter y su hija Perséfone, que casi con toda seguridad se remonta al período Neolítico. En la antigua Grecia, Deméter era la diosa de los cereales y Señora de la Muerte y presidía el misterioso culto de Eleusis, cerca de Atenas. Según Samuel y Reyes, los antiguos cultos de la fertilidad siguieron siendo venerados en todo Israel; en el Pentateuco permanecen las huellas, silenciosamente implícitas en símbolos, de la sabiduría de la vieja Madre Tierra y su esposo serpiente. Joseph Campbell por su parte entiende que, en cuanto madre de todos los vivos, Eva debe ser reconocida como el aspecto antropomórfico perdido de la diosa madre. Y Adán, por tanto, debe haber sido su hijo, así como su esposo: porque la leyenda de la costilla es claramente una transmutación patriarcal (dando prioridad al varón) del mito anterior del héroe nacido de la Diosa Tierra, que vuelve a ella para renacer.
La sustitución masculina del poder femenino
Francisca Martin-Cano (2001), siguiendo a Campbell, defiende la idea de que la revolución patriarcal acabó con una cultura que veneraba la vida, la fertilidad y la capacidad femenina para procrear. Con el culto a la muerte, el poder de esta Diosa-Madre sufrió un proceso de depreciación simbólica a lo largo de la historia de Occidente. Las diosas serán difamadas, injuriadas, insultadas y derrotadas por sus hijos, como en la mitología griega, pero "permanecerán como una amenaza constante a su castillo de la razón, que está edificado sobre una tierra que ellos consideran muerta, pero que realmente está viva, respirando, y amenaza con escapárseles bajo los pies".
El mito de la Gran Madre ha pervivido en numerosas culturas; en la nuestra lo ha hecho a través de la Virgen María como madre de Dios. Sin embargo, es importante destacar que fue la cultura patriarcal la que convirtió a la Gran Diosa en "Madre de" Dios, que es un concepto bien distinto. A partir del Neolítico, la Diosa es la madre-esposa del dios muerto y resucitado, cuyas primeras representaciones conocidas se sitúan hacia el 5.500 a.C. según Campbell. El antropólogo defiende que la epopeya babilónica y el resto de las épicas neolíticas evolucionaron de este modo:
1) El mundo ha nacido de una diosa.
2) El mundo ha nacido de una diosa fecundada por un consorte masculino.
3) El mundo está hecho del cuerpo de una diosa por un dios guerrero masculino.
4) El mundo se creó sin ayuda de un poder femenino; fue un dios masculino.
Joseph Campbell (1964), explica en su obra que en la primera de las grandes civilizaciones, Sumeria (3500-2350 a.C.), la Gran Diosa de veneración suprema fue un símbolo metafísico totalizante, que abarcaba toda la realidad, la cognoscible y la incognoscible, el tiempo y la materia, lo oscuro y lo luminoso, lo masculino y lo femenino: "En los más antiguos mitos y ritos de la madre tanto los aspectos luminosos como los oscuros de esa mezcla de ambos que es la vida, habían sido honrados por igual, mientras que en los posteriores mitos patriarcales, orientados hacia el varón, todo lo que es bueno y noble se atribuía a los nuevos y heroicos dioses dominantes, dejando a los poderes naturales nativos sólo el carácter de oscuridad, al que ahora se añadía también un juicio moral negativo".
Según Campbell, los nómadas arios desde el Norte, y los semitas del Sur, pastores de ovejas y cabras, impusieron violentamente estos héroes solares y dioses masculinos. Las literaturas de la primera Edad del Hierro están atravesadas por el tema de la conquista por un héroe radiante del monstruo oscuro y desacreditado del anterior orden divino, de cuyos anillos se obtendría algún tesoro: una doncella, una tierra, un regalo de oro o la liberación de la tiranía del propio monstruo. Según Jane Ellen Harrison, citada por Campbell, esta mitología se presenta "primero y principalmente como protesta contra la adoración del Tierra y los demonios de la fertilidad de la tierra. Así, el punto de vista patriarcal se distingue de la anterior visión arcaica porque separa a todos los pares de opuestos: varón y hembra, vida y muerte, bueno y malo, verdad y mentira, como si fueran absolutos en sí mismos, y no meros aspectos de la más amplia entidad de la vida".
En Grecia, la voluntad y el Ego masculino, según Campbell, prosperaron de una forma que en aquella época fue única en el mundo, por la forma de una inteligencia responsable de sí misma, que considera racionalmente y juzga responsablemente el mundo de los hechos empíricos, con la intención última no de servir a los dioses, sino de desarrollar y madurar al hombre. Los rituales hindúes del sacrifico humano ante Kali ignoraban al individuo; eran disciplinas destinadas a inspirar y consumar una espiritualidad de devoción impersonal a los arquetipos mitológicos del orden social.
Pero en Grecia, con su apreciación apolínea de la forma individual, su belleza y su excelencia particular, el acento de los antiguos temas míticos básicos pasó del arquetipo repetido continuamente a la individualidad única de cada víctima en particular: y no sólo a esta individualidad particular, sino también a todo el orden de valores que podemos llamar "personal" en oposición a los impersonales. Este cambio trascendental es lo que Campbell señala como el milagro griego, y afirma que es comparable a una mutación psicológica evolutiva.
En la cosmogonía griega, quedó asegurado el reino de los dioses patriarcales del Monte Olimpo sobre la anterior progenie de la Gran Diosa Madre gracias a la victoria de Zeus sobre Tifón, (el menor de los hijos de Gea, la Diosa Tierra) . Esta victoria de las deidades patriarcales sobre las anteriores matriarcales no fue tan decisiva en la esfera grecorromana como en los mitos del Antiguo Testamento (en Grecia los dioses no exterminaron a las diosas, sino que se casaron con ellas, con lo cual siguieron teniendo poder e influencia). Según Joseph Campbell, la nueva mitología se utiliza para crear no sólo un nuevo orden social, sino también una psicología nueva, una nueva verdad, una nueva estructura de pensamiento y sentimiento humana a la que se atribuye alcance cósmico.
La batalla, como si fuera la de los dioses contra los Titanes antes del principio del mundo, en realidad se libró entre dos aspectos de la psique humana en un momento crítico de la historia, cuando las funciones racionales y luminosas, bajo el signo del Varón Heroico, derrotaron a la fascinación del oscuro misterio de los más profundos niveles del alma. Así, lo luminoso lo representan los dioses solares, y lo oscuro queda representado por las diosas femeninas.
Para la doctora Harding, el símbolo de los misterios femeninos mitificados es la Luna. En muchos pueblos abundan los vocablos que significan a la vez luna y menstruación, esta misma palabra quiere decir "cambio de luna", pues mens se refiere al mes como medida de tiempo por los ciclos lunares. "Para el hombre primitivo, el Sol es masculino y la Luna femenina", idea vigente en tribus de América, África, Australia y la Polinesia en la actualidad. "Según los pueblos más primitivos, la Luna es una presencia benéfica cuya luz se considera indispensable para la germinación; es una fuerza fertilizante de eficacia general sin la cual ni los animales tienen crías ni las mujeres pueden tener hijos".
No sólo se creía que la Luna era la causa del embarazo de las mujeres, sino que además las protegía y se invocaba su ayuda en el momento del parto. Harding sostiene que la Vieja Madre es, en verdad, un título general de la Luna, y que sus poderes fueron desde un principio ambivalentes: unos benéficos y otros maléficos. Eran simbolizados por la Serpiente, que tenía prestigio por su capacidad de autorrenovación, igual que la Luna y la mujer en sus ciclos.
Campbell cree que el culto a la Luna fue sustituido por el culto al Sol y a los dioses masculinos. Afirma también que el hecho de que la Gran Diosa Madre haya sido relegada, insultada, sustituida, y asesinada por sus propios hijos en la mitología griega sigue actuando como oponente en el inconsciente de la civilización actual, lo que ha creado una especie de neurosis de evitar todo lo que ella representaba (vida, fertilidad, sentimientos) y ha reducido nuestro pensamiento a pares de elementos (masculino/femenino), en los que uno prevalece sobre el otro, declarándose superior y conformando dimensiones jerárquicas que generan desigualdades.
Campbell defiende y demuestra en su obra que en todas las mitologías patriarcales la función de la mujer ha sido devaluada sistemáticamente, no sólo en un sentido simbólico cosmológico, sino también personal, psicológico. Su papel se reduce, o incluso se suprime, en los mitos del origen del universo, igual que en las leyendas de los héroes: "De hecho, resulta sorprendente hasta qué punto las figuras femeninas de la epopeya, el drama y el romance han sido reducidas a la categoría de meros objetos; y cuando funcionan como sujetos, iniciando la acción por sí mismas, han sido representadas bien como demonios encarnados, o como simples aliadas de los deseos masculinos, como es el caso de Atenea en Grecia".
Tanto Atenea como Artemisa han sido diosas benevolentes, pero su corazón está del lado del orden patriarcal; quizás éste es el motivo de su poder y del culto que le rindieron en la Antigüedad los griegos y los romanos. Atenea nació de la cabeza de Zeus, ya armada y lanzando un grito de guerra que resonó en el cielo y en la tierra. Nació igual a su padre "en fuerza y sabiduría", según Hesíodo. Atenea/Minerva representa la inteligencia y la habilidad; une el amor al arte al de la sabiduría. Enseña a los hombres a domar las fuerzas salvajes, a domesticar la naturaleza, a hacerse dueños de los elementos. No teme a los hombres y está con ellos como uno más; siempre toma partido a su favor y su corazón se inclina hacia ellos salvo para el casamiento; sus principales protegidos son Ulises, Heracles, Diomedes, Aquiles, y Menelao. Afres es el enemigo al que detesta por su locura criminal y su amor a la sangre. Atenea en cambio utiliza la estrategia, la emboscada, la astucia y la magia.
Según Nuria Bou (2006), el espíritu orgulloso de Atenea proviene de la fascinación que le provocan las furias de su padre; es la diosa de la guerra la que da el voto decisivo a Zeus para que el Olimpo sea un patriarcado: "Yo añadiré mi voto a los que defienden a Orestes; no tengo madre que me haya dado a luz, y en todo, excepto las nupcias, me decido por el varón con toda el alma: sin duda estoy del lado del padre" (Esquilo). También Hesíodo asegura que es la diosa más valerosa, la virgen "potente, tumultuaria, que guía a los ejércitos, es indómita, venerada y gusta de los bélicos clamores, los combates y las batallas". Es bautizada por los poetas como "la de la mirada de bronce", por el brillo que sus armas pintan en sus ojos; "Atenea tiene una visión resplandeciente y penetrante, terrible y amenazadora, comparable a la de la lechuza, el ave nocturna que intimida a los animales con la fijeza de sus ojos" (Bou, 2006).
Artemisa/Diana era una diosa griega y romana eternamente joven y activa que vive en un mundo de hombres y sólo disfruta con la caza. Hija de Zeus y Leto, está marcada por los celos de Hera desde su nacimiento. Es grande e imponente, reina de hermoso rostro, aunque en sus inicios los Himnos órficos la consideraban masculiniforme. Está orgullosa de sus formas, las cuida y por eso tiene cuidado de conservar su virginidad, según Fernand Comte. Defiende el pudor, se alza contra la violencia salvaje, y castiga los amores ilícitos, como las violaciones de las ninfas Opis y Crominón. Con el tiempo, estos mitos fueron evolucionando: según Mª Cruz Morales Saro, a Pallas- Minerva se la consideró primero invencible y luego sabia, protectora de la cultura y más tarde del progreso industrial y empresarial. A Diana se le permitió hasta el Renacimiento mantener su criterio de vida al aire libre, cazar y hacer deporte, y bañarse en ríos y lagos sin mirones, pero a partir de entonces, "la iconografía reservaba para Diana otros derroteros; comenzó a olvidar su carjac y su arco colgado de los árboles mientras dormía en el bosque, imitando a alguna de sus ninfas o a la misma Venus" (Morales Saro, 2001).
Con el tiempo, el arco y las flechas de la antigua diosa vengativa fueron confundidas por los artistas con las flechas de Cupido; de este modo la iconografía de Diana llega a perder por completo su significado original de pureza, castidad y frialdad.
Mª Cruz Morales Saro cree que al situarse en una posición vital y transgresora, la mujer fue iconográficamente penalizada: "Esta penalización está continuamente expresada en la literatura mitológica de todas las épocas y se resume en la exigencia de una renuncia clave: renuncia al sexo en toda su dimensión: ni amante, ni esposa, ni madre. La castidad parece haber sido condición fundamental para que las Minervas que pueblan la historia de la pintura y la escultura hayan mantenido su prevalencia como símbolo poderoso y eficaz hasta el siglo XIX". Los rasgos que se atribuyen al estereotipo de la mujer guerrera son: actividad y agresividad, fuerza y vigor, implacabilidad y capacidad de dar muerte sin dudar, espíritu vengativo, y a menudo no renuncian a la belleza, aunque prescindan de utilizarla como "arma".

Tomado de: Mujerpalabra.net